Los policías del Servicio de Protección Federal son los últimos elementos civiles de carácter nacional y fueron enviados en abril a cuidar las instalaciones del Banco del Bienestar que se están multiplicando en el territorio mexicano; pero lo hacen generalmente sin viáticos. A inicios de mayo se reanudó el envío de recursos económicos (en parte gracias a lo revelado por El Cristalazo), con los que los policías pudieron pagar hospedaje y alimentación sin minar los 11 mil pesos de su sueldo con los que deben mantener a sus familias.
Sin embargo, una vez más, en junio, los viáticos no fueron distribuidos y están a punto de cumplir un mes en esta situación.
Este desorden administrativo ha generado un estado de insatisfacción en las tropas de Protección Federal hasta el punto de provocar un número de renuncias que está minando la capacidad de reclutamiento y que abrió ya las puertas a la organización de protestas públicas de los policías en sus cuarteles que están planteadas para estos días.
Las autoridades responsables, Rosa Icela Rodríguez y Luis Wertman Zaslav, no han explicado esto que resulta atípico entre las policías de primer orden: primero se dio en despliegue masivo de elementos y sólo después se está tratando de asegurar los recursos económicos y materiales necesarios.
Es probable que se trata sencillamente de que los bancos del bienestar fueron planificados sin pensar en su seguridad y que Rosa Icela, una de las incondicionales de AMLO, levantó la mano para encargarse de ello sin tener los recursos necesarios.
LA HISTORIA DE UNA PULGA HIJA DE POLICÍA
La Pulga vive en la Alcaldía Gustavo A. Madero de la Ciudad de México, es hija de un uniformado, específicamente de un policía de Protección Federal. El pasado 23 de junio no llegó a la escuela, porque la abuela, sustituta del papá que está a cargo de ella, hizo cuentas y no llegaban al lunes si pagaba los traslados de su casa a la escuela especial.
Y es que Pulga es especial, tiene una discapacidad y aún así ha avanzado en sus estudios de primeria constantemente. Claro, eso implica gastos extras que otros niños no generan: la escuela está más lejos, no siempre puede usar el transporte público y, a la par de la escuela y el lonche en la misma, hay que pagar médicos. Por eso papá es policía, porque el reclutamiento ofrecía condiciones de trabajo que ya son difíciles de conseguir.
Pero algo va mal. El jueves, abuela y papá, por la vía telefónica que impone el despliegue de papá policía para cuidar un Banco del Bienestar, decidieron que era indispensable aguantar unos días para llegar a la quincena porque los viáticos que la institución policial debería tener listos no aparecen. Papá ya no confía en que sus mandos le puedan resolver el problema y los gastos empiezan a afectar lo básico: se come o se va a la escuela; se paga la luz o se compran útiles.
La Pulguita, hija de policía, es un símbolo de lo que están viviendo cerca de 5 mil familias que están viviendo días en los que deben decidir cómo parten en dos un sueldo que es mejor al de otros empleos, pero que ahora debe costear hospedajes, comidas y traslados que se suponía que el Servicio de Protección Federal iba a costear.
Continuará…