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Fueron necesarios todos los miles de muertos cuya macabra contabilidad asusta y avergüenza más todos los incontables agujeros para sembrar la tierra con fosas comunes; se requirió de una guerra incivil para darnos cuenta de cómo la solución de nuestros asuntos nos miraba cara a cara con su rostro dichoso, mientras nosotros cerrábamos los ojos.

–¿Cómo pudimos no darnos cuenta de algo tan sencillo, simple y evidente?

La solución de nuestros problemas no está al sur del Río Bravo; está en el norte. Es un problema de brújula, no de brujería.

Por eso es bueno ver cómo nuestro presidente marcha sereno y altivo a Washington (donde usted lo crea o no, hay estatuas de héroes mexicanos, como Juárez, con la vista de bronce hacia el sereno río Potomac), para negociar todo lo negociable y quien sabe si algunas cosas más con el señor Barack Obama cuyo gobiernos nos entrega lecciones tutelares paso a paso.

Ellos no nada más nos han exportado su democracia ante la cual nos postramos con disposición imitativa nunca vista ni siquiera en los análisis decimonónicos de Alexis de Tocqueville quien miraba en el incipiente sistema americano tema para la esperanza, pero también para el temor. No, ellos vienen siendo ahora nuestro ejemplo y nuestro juez.

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Esta visita de FCH a BO se presenta intempestivamente, con un apresurado programa cuyas nimiedades (o detalles) ahora no importan. El viaje es el mensaje, diría quien tenga prisa. Valen más los elementos de su entorno.

Las revelaciones de mensajes entre la embajada de Reforma y el Departamento de Estado (Wikileaks) ; las respuestas de aspereza inusual por parte del gobierno mexicano (El universal); la sospechosa muerte de un agente del Inmigration and Customs Enforcements (para decirlo bien, su muerte no guarda sospecha alguna, lo extraño es la forma como ocurrió, o al menos la forma como nos han dicho); la más desconcertante y rápida captura de sus supuestos asesinos y su saludable aspecto de Cristo en película de Mel Gibson, víctimas de la frecuente “confusión” nacional en cuyos espejismos se desvanecen las placas diplomáticas, se abren los vidrios blindados, se frenan los autos acorazados y los príncipes de la iglesia se parecen a los narcotraficantes como ocurrió hace ya muchos años en Guadalajara.

En este arte de birlibirloque todo es y nada es. Ahora lo ves, ahora no lo ves, diría José Bergamín. Trampantojo o “trompe l’oeil”, como dirían Florence Cassez o cualquier oto franco-parlante.

Por lo pronto el gobierno americano emprende acciones fulgurantes y en una sola jornada tira las redes en cinco países latinoamericanos (de Chihuahua a Río de Janeiro), según se nos hace saber por las agencias informativas, cuyo alcance no describe sin embargo las verdaderas conexiones entre los grupos distribuidores de las drogas y quienes deben perseguirlos en todo tiempo y no nada más cuando se quiere exhibir la musculatura por el deceso de un agente cuyos funerales opacan los fastos fúnebres de Arlington.

Valga la pena aquí darle un espacio a la grandilocuencia americana, esa infaltable ruta por la cual los Estados Unidos dejan siempre un trazo en el cielo de la oratoria.

Aquí entra la voz de Janet Napolitano, la secretaria de esa reciente institución llamada Homeland Security, hija del 11-S, bajo cuyo control están todos los servicios americanos de seguridad y cuyo sustento es el “Acta Patriótica”.

“Quiero ser muy clara: cualquier ataque o acto de violencia contra nuestro personal de ICE —o cualquier personal de DHS— es considerado como un ataque directo contra todos aquellos que sirven en nombre de nuestra nación y que ponen en riesgo sus vidas para garantizar nuestra seguridad… agentes estadounidenses están trabajando muy de cerca con las autoridades mexicanas que están a cargo de las investigación para asegurarnos de que los responsables de este crimen injusto sean capturados lo más pronto posible…

“…Nos mantenemos comprometidos en el amplio apoyo ofrecido a México para combatir la violencia dentro de sus fronteras”.

Pero si eso fue el 16 de febrero, el 23, poco antes de festejar a nuestra bandera, los diarios nos dieron la información contundente: “La Secretaría de la Defensa Nacional detuvo a Julián Zapata Espinosa, alias «El Piolín», presunto líder de una célula de sicarios de Los Zetas en San Luis Potosí, y autor del asesinato del agente de aduanas de Estados Unidos, Jaime Zapata el pasado 15 de febrero”.

–¿Cómo detuvieron a ese señor a quien la incapacidad de la PGR había permitido dejar libre hace ya tiempo. Pues por un fulgurante trabajo de inteligencia de nuestro ejército cuyos sensores, sin embargo, no pudieron prever el ataque. ¿Y entonces los gringos y su mini expedición punitiva no tuvieron vela en el entierro, o mejor dicho en la captura?

Vaya usted a saber pero he aquí una joya perdurable en el prestigio nacional. El mismísimo presidente de los Estados Unidos, Don Barack, levanta el teléfono rojo y le dice cosas harto elogiosas y estimulantes a nuestro jefe de Estado quien ya preparaba para entonces su maletín de viaje.

“En conversación telefónica, ayer por la noche, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, agradeció a Felipe Calderón los esfuerzos que realiza el gobierno mexicano “para llevar ante la justicia a los asesinos del agente Jaime Zapata”.

Una semana, casi el mismo lapso en el cual el Supremo Hacedor, hizo el Universo y los peces y las aves y los hombres y el mundo entero con todo y flores, venenos y dinosaurios; menos, si se descuentan las horas inhábiles. Celeridad, presteza, velocidad, eficacia, tino, certeza y de paso una exhibición marginal de la impunidad crónica, Don Piolín (impropio diminuto infantiloide para un asesino de esa importancia binacional), ya había sido capturado por el mismo Ejército ahora vencedor definitivo, pero puesto en libertad por deficiencias procesales.

La lectura, como dicen ahora los exquisitos, es simple: si ese señor se hubiera quedado en la cárcel, Zapata estaría vivo. O lo habría matado otro, digo yo. Pero el hecho simple es una nueva exhibición de ineptitud, de la crónica inepcia mexicana de cuya vigencia no sabemos si Don Barack le vaya a decir algo a nuestro Felipe.

Y aquí valga una digresión:

–¿El escarmiento contra los narcotraficantes mexicanos implica hacer redadas en Estados Unidos y más allá, como dice Buzz? ¿Cómo es posible detener de un día para el otro no sólo a los asesinos frontera abajo sino a los “menudistas” locales (Atlanta (Georgia), St. Louis (Misuri), Denver (Colorado), Detroit (Michigan), San Antonio (Texas), San Diego (California), Chicago (Illinois) y Nueva Jersey), en tan abrumadora cifra? ¿Los conocen, saben dónde están?

Pues por lo visto sí. Tanto como para echar a andar una maquinaria punitiva capaz de abarcar del Bravo al Amazonas, como si nada.

“En una operación coordinada, agencias como ICE, el Buró Federal de Investigaciones (FBI), la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF) y la DEA, entre otras, se movilizaron en el territorio estadounidense. Esto, además de países como Brasil, El Salvador, Panamá, Colombia y México.

“La operación fue llamada «Héroe caído», y el centro de operaciones especiales de la agencia, donde se coordinó todo, tenía una foto del agente de ICE asesinado, Jaime Zapata”. Quizá también un “poster” de Stallone en Rambo.

«No será solo ICE la que se levantará en honor de los dos agentes atacados. Nuestra agencia tiene muchos hermanos, DEA, FBI, ATF, CBP, el Servicio Secreto, los Marshals, CIS, Sheriff. En México, la SSP, PGR, los militares y aduanas», dijo el director de ICE, John Morton, en el funeral de Zapata esta semana.

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Así pues debemos estar tranquilos. Nuestros custodios guardan por notros. Nos vigilan y nos ayudan, ya tuvimos una prueba de su celeridad.

Sin embargo es una pena no tener toda su fuerza a la mano cuando los muertos son mexicanos y no agentes de ellos. Ese es nuestro problema, ignorar la importancia de los muertos viles y los héroes.

Por eso no importa leer notas como esta:

“La Fiscalía General de Chihuahua informó que los tres cuerpos hallados ayer por la mañana a unos kilómetros del poblado de Guadalupe Distrito Bravo (conurbado con Ciudad Juárez), corresponden a Elías y Magdalena Reyes Salazar y a Luisa Ornelas Soto, familiares de la activista Josefina Reyes Salazar, asesinada en enero del 2010”.

Para esta familia no se moverán los helicópteros de la DEA, ni los servicios de espionaje de Estados Unidos enviarán “fuerzas de tarea”. Nadie va cuidar a los vivos ni a impedir la siega eterna. Nada pasará con sus muertos; ellos no son nadie, no son héroes ni esta´n comprendidos en la «Iniciativa Mérida». Además, son mexicanos.

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Un día nio muy lejano, en una comida de grupo en el restaurante San Ángel Inn con Fernando Gómez Mont todavía en el gabinete de Felipe Calderón, le dije algunas cosas muy críticas hacia el gobierno y su política y se molestó. Severo me dijo en tono seco:

“–Te recuerdo que estás hablando con el secretario de Gobernación.” A estas alturas de mi edad (le llevo varios años), su “charolazo” no me impresionó. Las cosas se quedaron así. Cambiamos de tema.

Don Fernando volvió a su actividad privada y uno habría creído en su retorno también a la vida común. Pero no ha sido así. A pesar de haberse inscrito como alumno maduro en el CIDE, la prepotencia de un cargo perdido (cosas de la vida, él y «El peje» dejaron sus partidos por las mismas razones) no lo abandona.

Una persona cuyo nombre me reservo pero de cuya palabra no tengo dudas, me cuenta:

«El 24 de febrero aproximadamente a las 3 de la tarde en la calle de presidente Masaryk numero 515, afuera de la lujosa tienda de muebles y decoración “Kartell”, el señor Fernando Gómez Mont en un BMW negro placas 368-RRD, seguido de otro vehículo blanco y acompañado de 5 miembros de su seguridad personal (quienes) amedrentaron con un arma larga a una señora que estaba por estacionarse, con afán de impedirle el paso y poder ocupar ellos ese lugar de estacionamiento.»

La señora entró pálida a la tienda y lo encaró. Iba acompañada de su niña de escasa edad y los pistoleros la dejaron aterrorizada.

–“Qué pena me da ver cómo se comportan, le dijo. Qué vergüenza, por eso tienen así al país”.

Don Fernando la escuchó, le dio una palmada en el hombro y se dio media vuelta.

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