“…poco antes que el poderoso César cayese quedaron vacíos los sepulcros y los amortajados cadáveres vagaron por las calles de la ciudad, gimiendo en voz confusa; las estrellas resplandecieron con encendidas colas, cayó lluvia de sangre, se ocultó el sol entre celajes funestos y el húmedo planeta, cuya influencia gobierna el imperio de Neptuno, padeció eclipse como si el fin del mundo hubiese llegado. Hemos visto ya iguales anuncios de sucesos terribles, precursores que avisan los futuros destinos, el cielo y la tierra juntos los han manifestado a nuestro país y a nuestra gente… Pero. Silencio… ¿Veis?, allí… Otra vez vuelve… Aunque el terror me hiela, yo le quiero salir al encuentro. Detente, fantasma…”
Con esas mágicas palabras inicia Shakespeare la tragedia de Hamlet, príncipe de Dinamarca quien, a pesar de haber sufrido la muerte de su padre, siempre tuvo a la mano servicios médicos de la estatura de Ciudad Nezahualcóyotl y Copenhague. Pero no son estas consecuencias sino otras más convenientes para analizar ahora mismo.
Hoy los cambios climáticos y astronómicos, los eclipses y las perturbaciones cósmicas no presagian los crímenes ni los asesinatos políticos, como dijo el célebre poeta inglés. No.
Hoy los asesinatos políticos fuerzan y tuercen la evolución de la política, en un sentido o en otro.
Por ejemplo, la puñalada en la barriga del brasileño Bolsonaro cuya popularidad se fue al cielo gracias a la presencia siempre oportuna de los fotógrafos de prensa, para después derrumbarse. Muchos habrían querido transportar en el tiempo la cuchillada al periodo presidencial; no a la campaña.
Ahora mismo veo la imagen: rodeado por un compacto grupo de personas, casi en vilo, con la sugerente camiseta amarilla del color de las playeras de la selección de fútbol de su país, donde el balón es casi la eucaristía, Bolsonaro se duele del vientre en la esquina de la Rua Batista de Oliveira, esquina con Halfeld, frente a la tienda Riachuelo, en Minas Gerais, Brasil.
Bolsonaro ganó la presidencia y después no supo hacer nada importante como no fuera el ridículo fascistoide. Como Trump, por semejanza. Por cierto:
“Las acciones de Trump Media & Technology Group Corp. y del resto de las empresas del expresidente y candidato para las elecciones de noviembre –informa Merca2.0–, experimentan un fuerte aumento en las primeras horas de negociación del lunes (ayer) , tras el fallido intento de asesinato contra Donald Trump el sábado 13 de julio pasado.
“Este incidente, lejos de perjudicar sus ambiciones políticas, parece haberlas impulsado, ya que su empresa vio un incremento del 67 por ciento en el valor de sus acciones… “
Pero no todos los atentados (reales o preparados por las propias y supuestas víctimas), tiene rendimientos positivos para quien los sufre. Ahí está el caso de la señora Cristina Fernández, en Argentina.
“(wkp).- El atacante (el jueves 1 de septiembre de 2022 en el barrio de Recoleta, Buenos Aires) fue Fernando André Sabag Montiel quien apuntó con una pistola Bersa calibre 7.65 mm, con munición real en su cargador contra la vicepresidenta de la Nación Argentina. El sujeto gatilló en dos ocasiones frente a la vicepresidenta, pero los disparos no se produjeron”.
Los disparos generaron consecuencias digestivas, las cuales no aludiremos aquí. Pero la señora perdió el poder.
Muchos vieron en el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu otro signo de la inevitable decadencia del Partido Revolucionario Institucional. RM conducía su automóvil y junto a él estaba el embajador Heriberto Galindo, quien se salvó de la segunda ráfaga porque la metralleta del asesino se trabó.
Galindo tuvo las mismas consecuencias digestivas de Cristina, pero tampoco a ellas habremos de referirnos.
En el caso de Trump la fortuna le sonríe a casa paso. Cuando lo hallaron culpable de treinta y tantos cargos criminales, sus seguidores lo cubrieron con casi 40 millones de dólares en donativos. Y ahora, con una bala como arracada, sus acciones aumentan de valor.