Estoy absolutamente convencido del carácter fetichista de las celebraciones y conmemoraciones. No se necesita invitar a don Sigmund Freud para recibir explicaciones en torno de esta necesidad sacralizadora del recuerdo y la actitud, este afianzamiento de la condición simbólica de las cosas, ni tampoco de la manera como se abusa de estas consagraciones.

Días de esto y aquello, para esto, para lo demás.

Los únicos ganadores de toda esta convocatoria frenética, son los comerciantes. Y son ellos quienes más ganan con los festejos, más allá del verdadero significado de las cosas. El mejor ejemplo es el ansia como esperan los tenderos judíos la llegada de la Navidad, la cual a ellos ni les va ni9 les viene, pero es cuando aumentan sus ventas y por consecuencia sus ganancias.

Los cristianos, dicen, ponen la fe (si la hubiera en realidad) ; ellos la vitrina.

Pero entre todos estos festejos anuales no hay ninguno tan pesado como el de hoy. El día de la Madre. En la madre.

Los vendedores de flores y los restauranteros demuestran en este día no tener ninguna. Tampoco los lacrimógenos y cursilísimos locutores y merolicos de la radio o la TV. Hay quienes hacen festivales para escuchar a niños tartamudos convertirse en  Paquito para prometer una vida sin travesuras y la burocracia ha elevado a categoría de conquista sindical el ocio de las madres quienes en lugar de acudir a la oficina se quedan en casa para recibir a sus descendientes quienes van a comerse el mole por ella preparado con paciencia desde las seis de la mañana.

Ya resulta un lugar común decirlo, pero no está por demás: bastaría respetar y querer con sinceridad a la madre de cada quien todos los días y no hacerse el devoto una vez al año con la exigua demostración de regalarle un par de pantuflas.

En la ciudad de México hay un monumento cuya condición explica lo inexplicable de ser mexicano: en sus inmediaciones el gobierno de la ciudad (desde la administración de Enrique Jackson en la delegación Cuauhtémoc), se instaló el espacio tolerado para ejercer la prostitución. Inevitable asociarlo.

–¿Dónde están las putas?, pregunta el turista venido de Abasolo, Guanajuato

— Junto al monumento a la madre.

Y esa especie de obelisco cuya obra fue (creo) del escultor Asúnsolo, hay una frase inmortal. Por cursi, no por otra cosa:

“A la que nos amó antes de conocernos”. A ese cuate nadie le informó de los miles de abortos anuales en esta ciudad y en este país.

Pero a esa sentencia marmórea (o de piedra chiluca) el grande Jorge Ibargüengoitia le hubiera agregado algo:

“A la que nos amó antes de conocernos y después nos echó a perder”.

Y ya se, algunos me van a decir de mi jefecita por estas líneas. Y por ello le pido auxilio a un escritor español quien ha opinado acerca de quienes opinan en las redes.

“Basta con que alguien meta la pata (poco o mucho), con que se muestre guasón respecto a un colectivo o individuo “blindados” por la corrección política actual, con que diga que está harto de los dueños de perros y de la ridícula adoración que les profesan, o de los ciclistas imbuidos de superioridad moral respecto a los peatones; con que no condene abiertamente los toros, con que tenga dinero fuera del municipio en el que vive, con que critique a una mujer (insisto, a una, no al conjunto de ellas), con que desdramatice la derrota de su equipo de fútbol, para que sobre ese alguien caiga un alud de reproches, censuras, anatemas e insultos, cuando no amenazas de muerte y mutilación (Javier Marías)”.

En fin.

IPN

La aparente calma en el Instituto Politécnico Nacional y el regreso a clases de las vocacionales, bien podría ser una pausa antes de otra embestida: el objetivo es crear otra clase de institución a partir del Congreso Nacional de fines de este año.

Ahí es dónde podría reventar el petardo atómico. Estos quizá sean sólo “rounds” de sombra.

GANDINI

Hace algunos días me preguntaron sin yo era amigo de Héctor Gandini quien se desempeñaba en la Dirección General de Medios Impresos de la Secretaría de Gobernación. Les dije, no, no era amigo suyo. Soy amigo suyo.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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