La vista y la sorpresa siempre van más allá de la verdad oculta por la distancia. El paisaje silencioso y distante nunca revela los hechos de los hombres, allá abajo, cuyas extrañas conductas vibran casi como la reverberante claridad del sopor matutino al salir de la carretera con brumas y neblina y mirar la belleza de los valles y los roquedales y el humo de las quemas y el vuelo callado de los zopilotes.
No son esos viejos cañaverales y las chimeneas de los trapiches y la furiosa tormenta mineral de los pedregales montañosos de Tepoztlán o las planicies de Tlayacapan los mejores reflejos de la atropellada y torpe vida de Cuernavaca, la ciudad cuya penuria política, cuyo desastre cotidiano, agobia el sueño de placidez alguna vez buscado por conquistadores, príncipes imperiales o escritores de alta filosofía cuyo reposo los hacia sentirse homéricos bajo la fronda de los platanares, mangos o nudosas buganvilias.
Hoy Cuernavaca, lejana de sus fulgores mitológicos y las sombras de Hernán Cortés o Maximiliano de Habsburgo; en cuyas calles agujereadas y mal cuidadas ya ni en sueños resuenan los casos del caballo zapatista, es el escenario nacional de la pantomima democrática en una historia de fracasos, burlas y corrupta ineptitud cuyos arrastre viene de tiempo lejano; pero fijémoslo ahora en los principios de este sigo con las figuras de Sergio Estrada Cajigal y Manuel Martínez Garrigós, para ubicar ahí el origen de esta pudrición avanzada bajo el manto caciquil de Graco Ramírez y su entenado, Rodrigo Gayosso.
La historia de estos días se manosea en tribunales, en el Congreso estatal, una especie de remedo carnavalesco vestido de chinelo y para evitarse la barrera judicial de la Suprema Corte de Justicia, la cual impidió el procedimiento para revocar el mandato del presidente Municipal, Cuauhtémoc Blanco, se dispuso entonces a formar un “juicio político o de procedencia”, para hacer posible el atropello y la remoción de un obstáculo en las aspiraciones del cacique Ramírez y el comisionista Gayosso, quien cobra coimas hasta por respirar, si el oxígeno pasa por los trámites del gobierno del estado.
Nunca había tenido un escándalo político –como estas carnestolendas morelenses–, tantos ingredientes grotescos, tristes y hasta deprimentes a la larga, pues duele –viva uno ahí o no; sea vecino o no–, este subdesarrollo infra municipal, esta obscena demostración de abusos por el poder, esta ruindad institucionalizada en la cual todos –hasta prestigiados y añosos abogados–, muestran el brillo del cobre, mientras en las inmediaciones de esta caricatura, se descubren fosas llenas de cadáveres troceados, personas sin identificar, muertos sin nombre ni identidad, despojos de un territorio colocado en la bisagra de la lucha de los cárteles por las rutas del norte.
Quizá ese sea el verdadero origen de toda esta descomposición.
Pero la truculencia de la historia, tan real como para espantar a cualquiera ante la muestra de tanta degradación y tanta estulticia a fin de cuentas, tiene un elenco más allá de la imaginación. ¿Cuáles son sus personajes?
Primero un gobernador (Graco Ramírez) cuyo entenado –Rodrigo Gayosso–, fue figura central en el ayuntamiento corrupto, corruptísimo, de Manuel Estrada Cajigal a quien ya se le habían insinuado intentos de juicio político en su tiempo y ahora es el “aduanero” de todos los trámites y los “moches”
El gobernador, antes de serlo, obviamente, cuando militaba en un remedo izquierdoso llamado Partido del Frente Cardenista (el “ferrocarril, le decían) embistió a otro mandatario estatal, Jorge Carrillo Olea hasta lograr su destitución en medio de acusaciones por arrobas, las cuales fueron siendo desestimadas una tras otra en los tribunales, menos en los de la memoria y la cesantía.
En el elenco figura la “sagrada familia”.
“(El financiero) La lista es larga:
“Elena Cepeda, su esposa, es la presidenta del DIF estatal y Rodrigo Gayosso Cepeda, su hijo, es el actual presidente del Comité Ejecutivo Estatal del PRD en esa entidad.
“Su nuera, Mónica Reyes Fuchs, pareja sentimental de Pablo Ernesto Ramírez Garrido Durón, hijo del primer matrimonio de Graco Ramírez, también recibió el beneficio de la cercanía. Ella es secretaria de Turismo, cargo por el que percibe un sueldo mensual de 70 mil pesos.
“Más aún: su ex esposa, Olga Durón Viveros, quien fue nombrada en febrero de 2013 coordinadora general del Instituto Morelense de Radio y Televisión, percibe mensualmente, la cantidad de 64 mil 375 pesos con 16 centavos.
“Otro de los familiares del gobernador que opera en su administración es su hermano, Rafael Bolívar Garrido, quien desempeña el cargo de subsecretario de Desarrollo Urbano y Vivienda Sustentable, por el cual gana un sueldo mensual de 59 mil 327 pesos con 42 centavos.
“Quien también resultó “beneficiado” es Javier Pérez Durón, sobrino de su ex esposa, que es Fiscal General de Morelos, aunque el sueldo esta actualizado en 2014 en ese cargo era de 67 mil 233 pesos.
“Ricardo Olmos, pariente cercano de Elena Cepeda, su esposa, se desempeña como subdirector de Recursos Materiales en el gobierno del estado, mientras que Alberto Barona, pareja de un miembro de la familia, es secretario de Administración en el gobierno local.
“No sólo la familia. Jorge Messeguer, amigo personal de Graco y ex candidato a la presidencia municipal de Cuernavaca por el PRD, es secretario de Movilidad y Transporte; su esposa, Mireya Gally, es la directora de la Universidad Politécnica del Estado de Morelos; el hijo de ambos, Jordi Messeguer, asistente de Alberto Capella en la Comisión Estatal de Seguridad”.
Pero también interviene en la ensalada el rector de la Universidad. Leamos “La jornada”:
“El rector de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), Alejandro Vera Jiménez, denunció penalmente al presidente del Congreso local, Francisco Moreno Merino, y a los otros diputados que integran la junta política y de gobierno, por acusarlo ante los medios de comunicación de “usar mal” los recursos que se otorgan cada año a la UAEM, y por sus declaraciones que hicieron los legisladores en el sentido de que el rector está convocando a gente armada en las movilizaciones del mañana martes.
“Ante esta situación el rector responsabilizó a los diputados locales y al gobernador del estado por las acciones violentas que se llegarán a presentar en las marchas que iniciarán mañana martes 16 de agosto para exigir la destitución del gobernador Graco Ramírez debido a la inseguridad y a las violaciones contra derechos humanos que ha cometido durante casi 4 años de mandato”.
Y obviamente los grandes personajes, los hermanos Yáñez, Julio y Roberto, quienes de la chistera de un mago mañoso se sacaron la candidatura “independiente” e Blanco, a quien acusan más tarde de “vender” su imagen por siete millones de pesos y después rehusarse a entregar, con los ojos cerrados, los beneficios de la corrupción al partido Social Demócrata, de su propiedad.
Y claro, el gran personaje, el ciudadano cuernavacense, tan crédulo, tan sufrido, tan callado, tan todo eso.
Pero las acusaciones van y los señalamientos vienen y nadie halla paz ni sosiego y frente a la confusión de llevarlo todo a un tribunal superior de justicia (el del Estado) para determinar su un aparente delito electoral (no acreditar correctamente la residencia) se convierte en causal de remoción del alcalde Blanco quien no halla otro argumento disuasivo y de propaganda sino victimizarse mediante el ayuno. Huelga de hambre como si fuera Gandhi.
Si Hernán Cortés le abrasó las piernas a Cuauhtémoc, Graco Ramírez se las ha cortado a Blanco.
Vaya desastre del subdesarrollo.
Hay que sacar del poder a esos rufianes, ladrones y todos los adjetivos que se refieran al pillaje que estos malandrines ejercen.