Parte de la avenida Chapultepec y la zona aledaña a la Glorieta de los Insurgentes será convertida en un corredor financiero y cultural, que incluirá espacios de recreación, estacionamientos e infraestructura subterránea y superficial. Pero ante esto se ha alzado, como una condena, la voz de “los vecinos”. ¿Cuáles y cuántos, con cuál representatividad? No se sabe o al menos no se explica de manera convincente.

Hace poco tiempo dejé en estas páginas el testimonio de algunos cuya creencia va en sentido contrario a la moda vecinal; es decir, de quienes creen en la pertinencia de la obra pública así no haya sido previamente consultada ante una comunidad cuyas dirigentes no siempre son representativos, o al menos no lo son de manera formal, definida y clara, pero cuya visibilidad depende de su permanente negativa casi contra cualquier cosa, ya sean medidores de estacionamiento o corredores turísticos, peatonales y de esparcimiento.

Algo de eso acaba de ocurrir ahora con motivo de la anunciada conversión de la anchurosa avenida Chapultepec en una especie de Rambla, como la barcelonesa, en la cual se podrían aprovechar espacios en beneficio de la convivencia comunal; como ha sucedido, por ejemplo, con la concurridísima avenida Madero en el Centro Histórico o los camellones de Miguel Ángel de Quevedo y ahora Miguel de Cervantes, donde hasta se han alojado buenas piezas de escultura contemporánea de Manuel Felguérez y Vicente Rojo, entre otros.

Parte de la avenida Chapultepec y la zona aledaña a la Glorieta de los Insurgentes será convertida en un corredor financiero y cultural, que incluirá espacios de recreación, estacionamientos e infraestructura subterránea y superficial.

Al publicar la declaratoria de necesidad para el otorgamiento de una concesión y para el uso, aprovechamiento y explotación, el Gobierno del Distrito Federal (GDF) explicó que se trata de un polígono de 116 mil metros cuadrados, el cual abarca tramos de las calles Lieja, Hamburgo, Burdeos, Londres, Sevilla, Praga, Liverpool, Florencia, Monterrey, Salamanca, Sonora, Puebla, Guadalajara, Puebla y Sinaloa. En la Gaceta Oficial, la administración local señaló que es un esquema de calle completa donde se privilegiarán espacios para peatones, ciclistas y transporte público, pues el objetivo es mejorar las condiciones de esta parte de la delegación Cuauhtémoc y generar una nueva percepción como área habitacional, cultural y de servicios, ya que en el área circundante a la Zona Rosa hay diversos espacios públicos y áreas verdes desarticuladas entre sí. Por lo que, consideraron necesaria una intervención urbana para renovar esta zona, que desde la mitad del siglo pasado es considerado un espacio urbano, turístico y de entretenimiento.

“Y se encuentra localizada en un área muy conveniente, pues tiene proximidad al Centro Histórico de la ciudad y la enmarcan la avenida Paseo de la Reforma y avenida de los Insurgentes, mismas que son reconocidas como los principales corredores comercial y financiero de la ciudad”, indicó.

Pero ante esto se ha alzado, como una condena, la voz de “los vecinos”. ¿Cuáles y cuántos, con cuál representatividad? No se sabe o al menos no se explica de manera convincente. En pleno surgimiento legal de las “candidaturas ciudadanas”, nadie nos dice cómo se convierte la voz de un vecino (o un grupo) en la voz de todos y en la directriz de la obra pública.

Veamos:

“El presidente del Consejo Ciudadano de la colonia Juárez, Eduardo Aguilar, lamentó ayer que el gobierno capitalino de nueva cuenta actúe arbitrariamente, al anunciar la creación de un corredor peatonal, cultural y recreativo en avenida Chapultepec y calles de la Zona Rosa, cuando a los vecinos nada les ha informado.

“Hay que exigirle que nombre a alguien para que nos explique en qué consiste el proyecto. No se vale que a los habitantes no se nos tome nuestro parecer, cuando somos los afectados o, en su caso, beneficiados con esos programas”.

Con ese criterio las ciudades no existirían.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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