La mayoría de los ciudadanos ignoramos cuál es en verdad el efecto de las declaraciones presidenciales en el gobierno aludido.
Hay gobiernos quejicosos como los hay silenciosos. En muchas ocasiones las quejas vienen por debajo del agua y se expresan en los pasillos de la diplomacia. En otros momentos se usa la prensa para deslizar críticas o expresar malestares.
Y estas reflexiones me vienen a la cabeza por la forma como se manejan en México las relaciones con los Estados Unidos. Al menos la forma como maneja este gobierno sus asuntos con Washington.
La primera impresión es que estamos casi en pie de guerra.
Le hemos censurado a su embajador (Carlos Pascual cuyas relaciones personales fueron presentadas internamente como si fueran algo indebido) y lo hemos prácticamente echado del país y no de la manera más elegante o comedida. Por eso está aquí ahora Mr. Wayne.
Posteriormente y en cada foro internacional donde eso es posible, el Presidente Felipe Calderón, les ha dicho a los americanos viciosos, adictos, dependientes irremediables, armamentistas, omisos e injustos, para acto seguido aplaudir a los agentes estadunidenses cuya presencia no deja de ser abusiva y sorpresiva.
Pero ahora el presidente acusa directamente al gobierno de Estados Unidos de encubrir al delincuente más rico del mundo: El Chapo Guzmán.
Sus declaraciones al New York Times en este sentido son verdaderamente pasmosas. Vea usted (Animal Político):
“El presidente Felipe Calderón dijo suponer que Joaquín “El Chapo” Guzmán está en territorio estadounidense, luego de que se revelara que la esposa del narcotraficante más buscado de México cruzó recientemente la frontera para dar a luz a sus dos hijas.
“Supongo que ‘El Chapo’ está en territorio americano. Aquí lo sorprendente es que él o su esposa están tan tranquilos en Estados Unidos”, dijo Calderón en entrevista con The New York Times, quien decidió publicar la charla completa en español con el mandatario mexicano tras la polémica que causaron sus declaraciones entre la clase política mexicana.
“Y Calderón cuestionó: “¿Cuántas familias o cuántos capos mexicanos estarán más tranquilos en el lado Norte de la frontera que en el lado Sur? ¿Qué lleva al Chapo Guzmán a tener su familia en Estados Unidos?”.
“Calderón también preguntó por qué si el líder del cártel de Sinaloa pudo estar en Los Ángeles, donde se supone nacieron sus hijas, las autoridades de Estados Unidos no lo detuvieron. “No sé si estuvo en Los Ángeles, pero son preguntas para mí. Si la señora (su esposa) hubiera dado a luz en el Hospital Ángeles (del DF), pues es otra cosa”, expresó”.
Aquí hay varias incongruencias.
El presidente ha dicho que para llegar a Estados Unidos a parir en Los Ángeles, California, la señora esposa del señor Guzmán, debió cruzar por la aduana aquel país. Y es cierto, pero también debió haber pasado de salida la aduana de México. Y ahí tampoco la detuvieron.
En esas condiciones el presidente comete varias imprudencias: convierte sus preguntas en acusaciones veladas.
“…son preguntas para mí”, dice. Y uno piensa, ¿no sería más prudente hablar más sobre la certeza y menos sobre la suposición o la interrogante?
Los Estados Unidos no suelen hacer escandalera de estas cosas.
Su poderío es tal como para llevar encima de la piel una coraza de dominio suficientemente gruesa para resistir los piquetes del mosquito mexicano.
Ellos manejan nuestra economía y buena parte de nuestra cultura. Un simple guiño suyo nos mete en graves problemas económicos. Nuestro turismo externo depende de ellos y si un conductor de televisión quiere hacerlo, hasta el Presidente de la República se lanza de la tirolesa o se mete de cabeza en un agujero.
Así pues valdría la pena saber hasta dónde estas acusaciones, con un tono ineludible de pendencia y bravatas tiene sentido.
CREEL
Entre los pre candidatos del Partido Acción Nacional como se diría en el barrio, cada quien escoge a sus amigos y también sus escenarios.
Mientras Ernesto Cordero se deja ver en compañía del conocido filósofo mexicano, Cuauhtémoc Blanco, Santiago Creel se luce con planteamientos político de fondo ante un auditorio educado e informado en el Club de Industriales.
FOX
Hubo un tiempo en el cual muchos pensamos en Vicente Fox como un presidente impresentable. Locuaz, desorientado; inculto hasta la médula y altamente dañino para la historia nacional.
Pero por lo visto la nocividad de su conducta nunca tuvo caducidad sexenal.
Sus recientes declaraciones para “darle en la cabeza “ a Felipe Calderón en pleno proceso electoral son una prueba.