Por: Guillermina Gómora Ordóñez

Como si se tratara de un laberinto, en los últimos años, los mexicanos buscamos la salida a la ruta marcada por la corrupción e impunidad. Una trampa que, voluntaria e involuntariamente construimos y hoy nos tiene en una situación de alta vulnerabilidad como sociedad.

Todos los días nos enteramos o participamos de algún acto donde esta mancuerna infernal, este cáncer, hace metástasis, afectando al ciudadano de pie, a las empresas y la estructura de gobierno. Duarte, Padrés, Borge, Anaya, Abarca, el apellido y el partido no importa, el problema persiste.

¿Cómo estarán las cosas en el país que se ha creado un: “Corrupcionario”?

Sí, leyó usted bien “Corrupcionario”, un libro de Alejandro Legorreta, que a través del humor invita a razonar sobre este grave problema, que en alguna ocasión calificara el presidente Enrique Peña como “cultural”.

Sobre la obra, Legorreta, explica: «Lo escribimos con el objetivo de despertar reflexión y llamar a la acción en todos los hogares y rincones de México, porque estamos convencidos de que el combate a la corrupción también empieza por nosotros y también debe realizarse de abajo hacia arriba».

En efecto, todos formamos parte de este laberinto, de acuerdo con datos de oootro libro: “Anatomía de la Corrupción 2a. edición, corregida y aumentada”, el 79% de los mexicanos consideran la corrupción como un problema serio; en 2015 se presentaron casi 5 mil casos de corrupción en la realización de trámites y 44% de las empresas hizo pagos extraoficiales.

La investigación del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) revela que los mexicanos gastan 14% de sus ingresos en pequeños actos de corrupción, en las personas que perciben un salario mínimo, este porcentaje se va hasta 33 por ciento. ¡Una barbaridad! Pues el sueldo base en México es de 73.04 pesos.

En un afán por dimensionar el nivel del problema que se enfrenta, el IMCO realizó la siguiente clasificación:

Costos económicos:

Inversión – Hasta 5% menor en países con mayor corrupción (FMI).

Ingreso de las empresas – Pérdida de 5% de las ventas anuales (Ernst & Young).

Piratería – Pérdida de 480 mil empleos al año (CEESP).

Producto Interno Bruto – 2% del PIB (WEF), 9% (Banco de México, Banco Mundial y Forbes), 10% (CEESP).

Costos políticos:

Insatisfacción con la democracia:

Sólo 37% apoya a la democracia.

Sólo 27% se encuentra satisfecho con la democracia (Latinobarómetro 2013).

Crisis de representación:

91% no confía en partidos políticos.

83% no confía en legisladores.

80% no confía en instituciones del sistema judicial (Barómetro Global de la Corrupción, Transparencia Mexicana).

Violencia: Existe una correlación positiva entre corrupción y niveles de violencia (Institute for Economics and Peace).

Números fríos que evidencian el grave daño causado por las acciones consignadas en el “Corrupcionario” donde se expone su significado; quién no recuerda los célebres «moches», «mordidas», “ponte la del puebla”, “lo que sea su voluntad”, “con lo que guste cooperar” etcétera.

¡Ah!, y qué tal las clásicas de nuestro sistema político: “El que no transa no avanza”; «no quiero que me den, sino que me pongan donde hay», «un político pobre, es un pobre político», «ya te dije que de gorra nada», «ayúdame a ayudarte», «cómo nos podemos arreglar», entre otras.

Además están elementos “auxiliares” como el fuero, el socorrido conflicto de interés, desvío de recursos, la partida secreta, el partido político, el hueso, los padrinos políticos, por citar algunos. Bueno hasta la película “La Ley de Herodes”, por si se requiere de algún apoyo audiovisual, en la formación de cómo ser un buen corrupto.

Aquí una definición de temporada:

“Góber: Apodo de la horda de botargas especializadas en hacer bisnes (business) desde el gobierno, encubrir policías que trabajan para el crimen organizado y culpar a los ciudadanos por delitos de los cuales son víctimas”.

Sin duda, una realidad vergonzante que debe mover a la reflexión y la acción, pues como bien señala Alejandro Legorreta, el “Corrupcionario” es producto de la realidad cotidiana; las definiciones no son un invento ni una ocurrencia, sino estudios del México real, “es como un espejo incómodo”. Sí, más de 300 formas de como “joder al prójimo”.

Vericuentos 

Hombres – partido

Nuestra endeble y costosa estructura en materia de justicia electoral, una vez más, mostró el cobre al exonerar al dirigente nacional del PAN, Ricardo Anaya, por el uso excesivo e indebido de su imagen en los tiempos de radio y televisión asignados a los partidos políticos. Al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que presidía Constancio Carrasco, le pareció que sancionarlo o por lo menos amonestarlo, violaría su libertad de expresión. Vaya mensaje para las campañas del 2018. Los partidos no importan, el crédito y los recursos son para sus dirigentes o dueños, adiós a la militancia. ¡Órale!

Manlio – observador electoral

Ya que está de moda acabar con las maldiciones en el deporte, Manlio Fabio Beltrones vence la de pisar suelo estadounidense y estará como observador electoral, del bando demócrata de Hillary Clinton, del 3 al 12 de noviembre. El sonorense fue invitado y su presencia en los comicios del vecino del norte provocó retortijones y cejas levantadas entre sus adversarios políticos. ¡Sopas!

Rebelión veracruzana

Los alcaldes insurrectos del PAN y del PRD que tomaron el palacio de gobierno de Veracruz para exigir la entrega de sus partidas federales que les permitan, por lo menos, pagar las nóminas, se organizan para trasladar su exigencia a la Ciudad de México; tienen en la mira las sedes de diputados y senadores. ¡Ups!

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@guillegomora

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