De pronto entre el público salió un grito cuya sonoridad echó a perder el acto de magia.
El mago no pudo sostener al conejo por las orejas, se le cayó la chistera; la mesita con faldones y ribetes azules sobre la cual preparaba su truco se cayó al piso, la tramoya ordenó apagar las luces, y la voz de Santiago Creel le echó abajo al ilusionista su juego aparentemente democrático.
La consulta “indicativa” (en esencia todas lo son) con la cual –ahora se sabe plenamente— el Presidente Calderón estaba induciendo un proceso interno desde la “exterioridad pública” de Los Pinos, fue calificada así por Santiago Creel quien desde el principio se sintió afectado por ese procedimiento, cuya finalidad era sacar a uno de los tres participantes en la contienda interna.
La farragosa señora Cecilia Romero, asistente en esta ocasión del mago cuyo conejo ya va llegando a Pachuca, por lo menos, dio esta peregrina explicación cuando trataba de justificar el absurdo y la mal disimulada zancadilla:
«Ellos tienen todo el derecho de contender (¿?), respondieron a una convocatoria del partido, cumplieron con los requisitos, tienen todo el derecho de contender o de buscar el voto de los panistas. No hay absolutamente ninguna presión (¿?) no tienen que recibir ninguna presión para que declinen”.
Pues a fin de cuentas quienes declinaron o fueron obligados a rajarse del mero asiento, fueron los promotores del innecesario recurso de auscultación.
Pero si la presentación del recurso “termométrico”, según dijo el señor Gustavo Madero quien en la tardía posada del proceso no le da a la piñata y ha perdido el tino fue ridícula, la explicación para cancelarla no lo ha sido menos.
Lea usted cómo se quieren zafar del embrollo una vez descobijados por Santiago Creel, el único ganador en todo este sainete fallido:
Juan Molinar Horcasitas, secretario de Acción de Gobierno del PAN explicó la insuficiencia. Sólo en 68 de los 300 distritos electorales se realizará una encuesta el 15 de enero para determinar al candidato a diputado federal de representación proporcional, razón por la cual se consideró inviable incorporar a esa consulta la pregunta adicional sobre los precandidatos presidenciales y sus posibilidades y simpatías.
Dicho de otro modo, la muestra no habría aportado ningún resultado confiable. Pero a fin de cuentas eso era lo de menos. No se trataba de lograr confiabilidad sino de hallar un pretexto para echar a la calle al ahora denunciante de la maniobra.
No iba a ser esta la primera zancadilla en contra de Don Santiago. Ya en junio del 2088, convertido en un golpeador por encargo, Germán Martínez, a la sazón novato presidente del Partido Acción Nacional, le quitó la coordinación de los senadores azules. Con esa caída le dieron el tiempo libre necesario para llegar a donde está.
Pero si de pleitos internos se habla y aquellos no fueran suficientes, el diputado federal Manuel Clouthier, cuyo sólo nombre ya es una invocación totémica en el PAN, destapa otro escándalo. Impedido de contender para una nominación senatorial por voluntad –dice él—del Presidente de la República y el gobernador Malova, el heredero del Maquío lanza un desplegado de inspiración “dreyfusiana” y acusa a su partido de incongruencia e intolerancia.
«Yo acuso que es incongruencia del Presidente Madero (líder nacional) acatar la opinión del Presidente Calderón y del Gobernador López, sin importar la opinión de los panistas y los ciudadanos sinaloenses…”
El texto aparece poco antes de la decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ante el cual Clouthier se inconformó contra el Comité Ejecutivo Nacional, cuya decisión, le cerró las puertas para ir al Senado.
«Es una incongruencia –dice el desplegado–, ser un partido de larga tradición democrática y traicionarla en los hechos… es incongruente ser el partido promotor de la democracia en el País y negarle la participación en una contienda interna como precandidato».
El diputado acusa la degradación del partido en el ejercicio del poder. Y menciona la diferencia entre el teórico «respeto a la dignidad de la persona» y la coacción del voto interno a los funcionarios militantes como lo hacía el viejo régimen “autoritario priista” con los empleados públicos.
«Es incongruente –dice–, señalar con el dedo flamígero la corrupción del viejo régimen priista y hoy solapar la corrupción en los gobiernos panistas».
Si alguien quiere ganar mucho dinero puede tomar todos estos ejemplos de conducta política del PAN, redactarlos a la manera de un manual de autoayuda, de esos tan caros a algunos militantes azules, y editarlos bajo el sugerente título de “Cómo hacer bolas el engrudo en diez lecciones”.