En el principio fue el plantón zocalero; la plaza colmada, la impunidad cobijada bajo el manto intocable e la libertad de expresión, como si esta fuera únicamente ejercicio de bloqueo y ocupación de espacios, públicos en favor de una causa propia, gremial o particular.
Desuñes vino la intervención para llevar la música a otra parte y de la Plaza de la Constitución, tan vulnerada ella, tan groseramente ocupada por juegos, pabellones, letrinas o manifestantes, los energúmenos de la (no) educación cuyos nexos con mafias de la violencia organizada han quedado probados en demasía, se fueron sentar sus reales en la Plaza de la República. De plaza en plaza.
Y así; bajo las torres de la Catedral o las esculturas de Oliverio Martínez en el Monumento a la Revolución, los héroes de la involución educativa se aposentaron hasta la fatiga de comerciantes, vecinos y ciudadanos ofendidos por su mala crianza y su grosería y ya para entonces se había discurrido una nueva forma de trato: la compactación, la cual se explica sola: si estorbaban en diez mil metros, conminémoslos a estorbar nada más en cinco mil.
Oríllese a la orilla, compáctese a lo compacto, fue el verbo de la policía de la ciudad de México; tan deteriorada ella en su actual percepción ciudadana. Pero esa es harina de otro saco.
Pero si la semana empieza mal para el ahorcado del lunes, mal comenzó el año –aparentemente—para los “maestros” quienes ya no fueron ni removidos ni compactado sino replegados en una exhibición de hasta donde los sinónimos determinan el matiz del trato político.
Y ante ese empujón, cuyo resultado la ciudad quisiera ver definitivo, pues si son oaxaqueños con problemas los deberían dirimir en el antiguo Marquesado y no en la capital del pañis donde ningún de nosotros tiene culpa ni vela el entierro, el profesor Núñez, factótum del grupo disidente y santo patrono de la industria del bloqueo y “la ocupa” (como le llaman en España), ya anuncia lo de siempre: asambleas para consultar a la “la base” (y la base muy seria ella reflexiona sobre las instrucciones por recibir) y denuncia la ruptura del diálogo y pronuncia las palabras sagradas, el ensalmo, el nuevo abracadabra: represión, solución, negociación, etc.
Muy caro ha pagado el gobierno de la ciudad por este asunto. Con una pequeña ayuda de la “mano amigable”, el jefe de Gobierno ha sido investido de una imagen débil, cuando ha querido ser prudente y negociador, pues ya se sabe cuál es el otro conjuro ante el cual se paraliza cualquier acción: un gobierno de izquierda no hace tal ni permite tal ni deja de hacer tal y así hasta la eternidad.
Un gobierno de izquierda, dicen los profesionales del clientelismo proletario, no sube el Metro; un gobierno de izquierda no reprime, un gobierno de izquierda negocia, un gobierno de izquierda… por ese camino termina por no servir.
Por eso vale la pena reflexionar en esta información, no sin antes decir, este problema, malamente resuelto, podría ser la sepultura de varios funcionarios de este gobierno:
“A 115 días de que integrantes de la CNTE instalaron su campamento en el Monumento a la Revolución, anoche fueron desalojados por alrededor de 450 policías, apoyados por un trascabo y 15 camiones de limpia, quienes destruyeron decenas de casas de campaña y demás enseres.
“Pese al “sorpresivo” operativo, no se registraron enfrentamientos con los cerca de 130 profesores que se encontraban en ese momento, pero los líderes las secciones 22 y 9 de la CNTE, Rubén Núñez y Francisco Bravo, respectivamente, anunciaron el rompimiento de negociaciones con el jefe del Gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera Espinosa, y advirtieron que no se retirarán de ese lugar.
“Desde las 17:35 horas, comenzaron a llegar los camiones de limpia, con más de 150 trabajadores, por lo que los profesores ya esperaban el desalojo de un momento a otro, pues antes de las 18:00 horas la Plaza de la República fue rodeada por los elementos de la Secretaría de Seguridad Pública del DF (SSP-DF), quienes sólo esperaban la orden superior para proceder a retirarlos del lugar.
“Ante ello, a través de sus celulares, los integrantes de la CNTE comenzaron a pedir apoyo de las diversas organizaciones sociales que desde el 20 de agosto pasado, cuando iniciaron su manifestación contra las reformas a la Ley Educativa en el Zócalo capitalino —de donde fueron retirados la noche del 13 de septiembre—, les brindaron ayuda.
“Sin embargo, los minutos pasaron y ningún integrante de esas agrupaciones o dirigente del SME, “panchosvilla” o cualquier otra, que juraron los apoyaría “hasta sus últimas consecuencias”, acudió a su llamado”.
Pero a pesar de todo la amenaza persiste. Ni nos vamos del todo y vamos a pedir refuerzos. Y alguien, gustoso, estaría dispuesto a acarrear veracruzanos y más oaxaqueños para engrosar las filas de un campamento trasladado, compactado, replegado a y a fin de cuentas sobreviviente.
¿Estaremos viendo el nacimiento del cuento de nunca acabar? Veremos y diremos.