Con el fin de evitar el clientelismo y el control partidista de los futuros representantes vecinales en la Ciudad de México, en la elección del próximo 29 de agosto se votará de de manera individual, libre, secreto y directo, porque la experiencia que arrojó el sufragio de mano levantada fue una muestra de decisiones verticales que favorecieron a delgados políticos y al jefe de gobierno. Nunca más el voto de esa manera.
En este sentido se pronunció el grupo parlamentario del PT en la ALDF, en el Foro para reformar la Ley de Participación Ciudadana, convocado por esta representación popular. En voz de su Coordinador Diputado Adolfo Orive, sostuvo que la Comisión de Participación Ciudadana, el Instituto Electoral del DF, los argumentos que se deriven de estos trabajos abiertos deberá definirse los mecanismos que permitan realizar una elección transparente, incuestionable, participativa y ejemplar como merecen los capitalinos.
Orive Bellinger exigió que para responder a esos ideales, los partidos políticos tendrán que realizar sus campañas y propaganda “sin el logo del partidos, para que los ciudadanos participen en función de su conciencia y la evaluación de los candidatos que realmente representen los intereses de sus colonias, barrios, y unidades territoriales, de manera que no se dejen influenciar o ensucien una elección ciudadana”.
El diputado petista se refirió a la figura conocida como afirmativa ficta, consistente en que en caso de no tener una respuesta de la autoridad a alguna solicitud o petición de cierto grupo ciudadano, en un lapso determinado, se dará por aceptada (la solicitud); sostuvo que esta es una pregunta constante en los foros y tal vez sea reconocida, con lo que se evitará la burocracia electoral, punto que se incluirá en el dictamen de la nueva Ley de Participación Ciudadana, que analizará y en su caso aprobará el pleno de la ALDF.
Finalmente Adolfo Orive, a nombre de los diputados del PT pidió mayor difusión sobre los comicios ciudadanos en el DF el 29 de agosto próximo, en radio y televisión, para derrotar al enemigo número uno de las elecciones: el abstencionismo.