Famosa la frase aquella de mi general Obregón, no hay divisionario capaz de aguantar un cañonazo de cincuenta mil, pesos. Eso quiere decir, por una cantidad como esa (o su enorme equivalente actual) cualquiera se deja vencer, abandona la plaza, tira los pertrechos, disuelve las tropas, da órdenes erróneas y pierde la batalla entre clarinadas de retreta.

Retreta, para quien no lo sepa (sin otra semejanza con retrete) , es el toque de las tropas cuando prefieren decir aquí corrió en lugar de rezar, aquí murió.

Si esa sentencia de mi manco general fue cierta, entonces por un elemental silogismo diríamos, un general vale 50 mil pesos.

–¿Pero se puede tasar el valor de un señor cardenal en 60 mil pesos? A mi parece además de un delito un franco desprecio. Una devaluación de la elevada circunstancia del principado eclesiástico. ¿60 mil pesos? No son ni diez minutos de limosnas en la Basílica de Guadalupe en día de peregrinación zacatecana.
Ya no imaginemos el 12 entrante.

Y esto viene a cuento por una homilía pronunciada por nuestro señor Arzobispo Primado de la Diócesis de la Ciudad de México, Don Norberto Cardenal Rivera Carrera quien dijo así el domingo pasado:

La semana pasada, estábamos reunidos ahí en el seminario, en nuestro seminario, Varias veces llamaron. Se identificaban como de La Familia Michoacana. Pero, ¿quién sabe? Hablé a las autoridades, hicimos la denuncia correspondiente.
Porque querían para empezar, porque si no matarían a alguno de nosotros. Querían para empezar 60 mil pesos. Y si empieza uno a pagar, pues ¡ya se hizo cliente!”, refirió el líder religioso.

Aquí uno ya no sabe si sorprenderse por la audacia o por la baratura. Tan bajo precio por la vida de un clérigo o de cualquiera resulta una ofensa sobre el delito.

Ya el señor cardenal nos ha dicho de la denuncia ante las autoridades y le falta a él o a ellas decirnos el fruto de sus pesquisas. ¿Pudieron saber algo de esta familia y sus sacrílegas intenciones de privar de la vida al señor Cardenal o a alguno de los suyos?

Y como en estos días recientes los michoacanos han sido prolijos en informaciones misteriosas de este tipo, como aquella de los Templarios en el Senado divulgada por doña Cocoa Calderón Hinojosa y desmentida después por el Don Tuta, pues así se llama uno de los principales de la Familia no sagrada de Michoacán; o si los parientes políticos de Reyna (el ex gobernador interino) están emparentados con este caballero de mote femenino o si por aquí o si por allá, en una interminable danza de quejas, chismes y rumores sobre los cuales no hay confirmación alguna por ninguna de las partes y mucho menos por la autoridad responsable.

Pero dijo más Don Norberto en torno de esta circunstancia violenta de la cual todos podemos (y somos) ser víctimas directa o indirectamente:
“…Todos de alguna manera (dice Excélsior) , sabemos historias cercanas a nosotros, por las cuales la violencia, esa violencia que muchas veces se engendra ahí en la propia familia va creciendo. Se refleja en otras muchas acciones en la sociedad y después nosotros nos asustamos, ¡claro está!», precisó.

“Pero, el que siembra vientos, cosecha tempestades, si a nosotros nos encantan esos programas violentos, bueno, eso es lo que nos dan, y nosotros nos vamos haciendo más violentos”, comentó el mitrado…”

Total, como hubiera dicho mi difunta abuela Doña María Luisa Guerrero y Rincón Gallardo: estos ya no tienen respeto de nada ni tenor de Dios…

Mire usted eso de andar amenazando al señor cardenal; de veras… y además, ¡poquiteros! Eso ya no dijo mi ab uela, es cosa de mi caletre.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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