Enlazada por los hilos invisibles del tiempo entre su pasado heroico y su presente de expresión insistente como pernicioso ejemplo del caos originado por el sindicalismo, Cananea es de nuevo –un siglo después de su inserción en el legendario mundo nacional–, centro de polémicas y blanco de incomprensiones.
El pueblo minero tirado sobre los lomeríos endurecidos por el sol, se convierte hoy en una aproximación al paraíso: el gobierno entra y sacude el mantel para poner en orden la mesa y la casa y por fin dejar a resguardo los intereses industriales de los concesionarios de la mina.
“La noche del primero de junio de 1906 –dice la historia–, la población de Cananea, Sonora se conmovió profundamente a consecuencia de un suceso desconocido hasta entonces en los anales del Gobierno del General Porfirio Díaz.
“Cerca de dos mil trabajadores de la “Green Consolidated Mining Company”, inconformes porque sus salarios eran menores que los que devengaban sus compañeros norteamericanos, al recibir la negativa de la empresa de aumentárselos, decidieron ir a la huelga.
“Abandonando sus labores se dirigieron a las oficinas de negociación a invitar a los empleados a que secundaran su movimiento, encabezados por los trabajadores Juan José Ríos, Manuel M. Dieguez, Esteban Vaca Calderón, entre otros, pero al llegar a la maderería en donde la mayor parte de los trabajadores eran yanquis, fueron recibidos con una descarga de fusilería que mato a dos huelguistas e hirió a otros mas”.
Ciento cuatro años después, la secretaría de Gobernación informó lo siguiente:
“En un operativo que inició a las 16:00 horas de ayer, policías federales y de Sonora, despejaron y aseguraron los accesos a las instalaciones de la mina de Cananea, a fin de posibilitar la realización de diligencias ministeriales que forman parte de diversas averiguaciones previas.
“La acción policial comenzó con el ingreso pacífico -y sin resistencia ni incidentes- de elementos federales a las instalaciones de la mina y respondió a solicitudes formuladas por la autoridad ministerial en el marco de indagaciones iniciadas con motivo de la probable comisión de diversos ilícitos. El operativo se realizó con estricto apego a la ley y con pleno respeto a los derechos fundamentales de los ex trabajadores mineros que se encontraban en las afueras del lugar.
“Concluido el operativo se registró un incendio, provocado por gasolina en recipientes de vidrio, en un edificio de almacén que se encuentra abandonado afuera de la mina, mismo que fue controlado sin provocar daños a persona alguna, ni afectaciones mayores. Se están realizando las investigaciones necesarias para deslindar responsabilidades por esos hechos”.
Antes de la incursión violenta, el amo minero, William C. Greene, presidente de la GCMC, envió un documento en el cual se decía entre otras cosas:
“Hemos invertido una suma considerable para traer agua buena al alcance de ustedes, en la construcción de caminos y veredas, en el saneamiento; escuelas, dándoles la protección de un servicio de policía y de otras muchas maneras y hasta hoy en que ha empezado la actual agitación, todos hemos trabajado juntos…”
Al día siguiente de la intervención de la PFP, la Secretaría del Trabajo divulgó este comunicado:
“El Secretario de Trabajo y Previsión Social, Javier Lozano Alarcón informó hoy aquí que los ex trabajadores de la mina Mexicana de Cananea recibirán una indemnización de seis veces por encima de lo que establece la ley, al tiempo que anunció una serie de medidas para la reactivación de la economía y la generación de empleos en la localidad.
“En el marco del programa “Todos por Cananea” el funcionario federal agregó que será a partir de mañana martes cuando comience el proceso de las liquidaciones. Dijo que los ex trabajadores que reciban su indemnización podrán participar de inmediato en los procesos de reclutamiento y selección para su próxima contratación en las tareas de reactivación y de operación de la mina en esta nueva etapa.
Aclaró también que ya como trabajadores de planta estarían al amparo de un nuevo Contrato Colectivo de Trabajo, que contenga condiciones y prestaciones similares o superiores a las que se venían otorgando, según lo ha ofrecido la empresa, y que incluirá formulas de productividad que favorezcan los salarios y prestaciones de los trabajadores”.
William C. Green decía en su tiempo:
“…y no creo que haya uno solo de ustedes que haya estado empleado en la compañía, que después de pensar en los otros minerales de la República en donde haya trabajado, que no diga; que nunca en su vida ha estado mejor pagado por el trabajo que ha hecho…”
Como cualquiera sabe en Cananea el problema se desencadenó por las diferencias salariales: los mexicanos (5 mil 600, ganaban tres pesos) y los estadunidenses (3 mil), siete pesos la hora.
Es como si el tiempo hubiera dado vuelta en redondo, en la fiesta de Centenario de la Revolución. ¡Mejor vámonos al fut!