No conozco el sitio de la cita exacta pero la frase se le atribuye a Jemes Joyce, el enorme pornógrafo escatológico, además de creador del “Ulises”: si no podemos cambiar de país; cambiemos de tema.
Dominados por la ferocidad inicial del Trump de los primeros días, los mexicanos hemos caído en la monomanía de un tema dominante sin darnos cuenta de cómo toda esta escandalera, incluidas las mesas de sabios y aprendices en la televisión ayuna de audiencia, es hablar en el vacío, arar en el mar; bordar en el aire y a final de cuentas perder el tiempo.
Nosotros podemos teorizar todo cuanto queramos, pero las duras actitudes del imperio no son palabras, no importa si las anuncian en tuiter o por teléfono. Son actitudes, hechos, obras, líneas de gobierno tan visibles y tangibles como los ladrillos de una muralla cuya edificación, por desgracia, no depende de nuestra calificación moral o política.
Por eso ahora deberíamos buscar respuestas basadas en hechos reales, como por ejemplo, apagar la recepción de señales de todos los satélites de los Estados Unidos en nuestros centros de seguridad nacional desde donde se espían los aviones sobre Sudamérica y el Caribe o aplicar el principio de reciprocidad a los visitantes estadunidenses a México: aplicarles un visado para entrar. Hoy pueden pasar hasta si pasaporte, mientras los mexicanos sufrimos vejaciones y esperas al rayo del sol en la confiscada calle de Río Danubio, en la colonia Cuauhtémoc o en Hamburgo y Varsovia.
Pero en fin, dejemos eso por ahora y vayamos mejor al análisis de la continuidad política en el estado de México.
Después del desastre de Veracruz, impulsado irremediablemente al abismo por la corrupción escandalosa de Xavier Duarte, el Partido Revolucionario Institucional tiene frente a sí dos elecciones significativas: una en Coahuila y la otra en el importantísimo Estado de México. No significa esto desdén por los coahuilenses, pero ese estado no tiene el peso electoral nacional del abigarrado Edomex. Tampoco su riqueza.
Perder el estado de México haría casi imposible retener la presidencia de la República. Ganarlo no garantiza lo contrario, pero no pone un problema adicional casi insalvable como sería esa derrota.
Y con esa creencia han decidido por Alfredo del Mazo.
Como todos mundo sabe, el principal obstáculo hasta hace unas semanas, para este hombre, es su cercanía con el presidente Enrique Peña. En las transformaciones del neo sistema nacional, hoy la amistad o parentesco lejano con el presidente de la república es una limitante, no una garantía.
Pero los vuelcos políticos y la ausencia de oposición real en el estado, les ha permitido a los priistas cumplir con la palabra empeñada hace seis años cuando el amago de deserción y “chaquetazo” del siempre poco fiable Eruviel Ávila, tan gris y pesado como un lingote de plomo, los obligó a darle candidatura y gobierno para no empañar la carrera de Enrique Peña a Los Pinos.
La promesa fue respetarle su turno a Alfredo del Mazo Maza, quien disciplinado se sometió a la espera, primero como director de un banco y después como diputado. No la pasó mal en el “bullpen”.
–¿Tiene méritos el ex alcalde de Huixquilucan? Ciertamente los tiene. Es un hombre discreto, laborioso, a quien no se le conocen escándalos ni inmoralidades y cuyos “graves defectos” (además del ya dicho) no son responsabilidad suya, si en verdad fueran baldones, principalmente provenir de una familia de tradición política, con un abuelo y un padre gobernadores del estado en el cual ahora buscará el voto.
A fin de cuentas si gana, no habrá ganado el voto del PRI. Habrá triunfado con el voto por el PRI. Y eso es responsabilidad de los electores.
El valor de esta elección es de enorme importancia para el PRI, como lo sabe hasta el licenciado Pero Grullo y en medio de la borrasca internacional las cosas parecen no ser ahora tan catastróficas como se veían hasta hace unas semanas.
Hace seis años los partidos de Acción Nacional y de la Revolución Democrática firmaron un documento vergonzoso en el cual se comprometían a no aliarse en contra del PRI. Al parecer ese innoble acuerdo se les ha enquistado y ahora tira cada quien por su lado con un par de candidatos absolutamente inocuos.
Sin embargo en este mundo de sorpresas, arrebatos, sobresaltos y mudanzas, nadie eta seguro de nada para el día siguiente. De un día para otro los amores se vuelven odios; las pasiones, indiferencia; las promesas, humo y las preferencias electorales caprichos de última hora.
Como la mujer, según Verdi, la política “e móbile”. Nadie sabe para dónde irá mañana.