…Bolivia es tan pobre, que el arco iris es en blanco y negro… (anónimo).
Bolivia y México están separados por una enorme distancia geográfica, casi seis mil 200 kilómetros.
Pero –diría Borges— en la historia están unidos por la nada.
México no tiene vínculos importantes de historia con Bolivia, a pesar del tiempo de residencia en México de Don Simón, quien sólo nos ha servido para ponerle nombre a un anfiteatro universitario y a una calle horrible de extremo a punta en el centro y hacia el sur de la ciudad. Alguna vez Antenor Patiño hizo un hotel en Reforma (María Isabel) y financió “Las Hadas” en Manzanillo. Puro dinero del estaño y la coca.
Sin embargo México y Bolivia, como se ve en estos días, han tenido una larga lista de encuentros y desencuentros casi todos ellos tamizados por la frecuencia de los asilados de ese país en legaciones y embajadas mexicanas en La Paz. Cada golpe de Estado (y han tenido 189), nos entrega una nueva migración sufriente.
Veamos algunos de los registros:
“(Revista de la UNAM). El 23 de agosto (1971), el embajador de México en Bolivia, Humberto Martínez Romero, informaba a la Secretaría de Relaciones Exteriores el ingreso de 10 personas que buscaban protección diplomática, en su totalidad funcionarios de la UMSA, institución que aún permanecía sitiada por el ejército.
“Pero con el paso de los días, la Embajada de México tuvo que valorar las peticiones de asilo provenientes del núcleo familiar de los perseguidos políticos, quienes padecían amenazas por el régimen recién instaurado.
“Para la segunda semana de agosto la cantidad de asilados en la sede mexicana ascendía a 35; de los cuales, 30 habían recibido la autorización para trasladarse a México.
“ La tarde del 13 de septiembre los primeros 20 asilados en la embajada de México abordaron el avión que los llevó a la Ciudad de México.
“ Para el 21 de septiembre algunos diarios de la capital mexicana dieron cobertura a la llegada del segundo grupo de bolivianos, se trataba de 15 personas más. La mayor atención por parte de la prensa recayó en Juan Asbún Echeverría, quien se desempeñara como viceministro del Interior durante la gestión del depuesto general Juan José Torres.
“De manera expresa, Asbún señaló que la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA) respaldó a los golpistas a través del financiamiento de grupos conspirativos en diversas provincias de Bolivia. En los siguientes años, la llegada de bolivianos a México a través de la embajada disminuyó considerablemente en comparación con lo acontecido en el segundo semestre de 1971.”
Migración sufriente, dije. Este es un ejemplo.
“En la desgracia de ser un expatriado se implica la opción de renegar del país y abandonarlo todo, hacer otra vida, dedicarse a buscar el confort y acumular capitales. Uno es puesto a prueba todos los días y en todas las circunstancias. Ser boliviano se vuelve una gran responsabilidad que hay que cumplir con solvencia moral y eficacia de trabajo, porque hay un pueblo que sufre, resiste, espera porque confía” (Jorge Mansilla Torres, entrevista realizada en la Ciudad de México, diciembre de 2006).
Pero si el asilo es un punto de encuentro, el cual se exageró con la diligencia palaciega ante el más reciente caso, el de “Evito 1º” y su séquito (de cuyos integrantes no se ha informado si aun están en México o no), también es una constante fuente de discordia o al menos negociación.
Hace algunos años, no muchos por cierto, cuando Morales iniciaba su presidencia cocalera y populista; Bolivia necesitaba ampliar su comercio exterior. Su más rentable negocio, en ese tiempo, iba a ser la exportación de gas a Estados Unidos y México. Pero las condiciones comerciales no eran satisfactorias para todos.
Entonces el florido señor Vicente Fox, presidente de México, les dijo a los bolivianos: “..se van a tener que comer su gas…”, lo cual sonaba casi como decirles, guárdenselo donde les quepa. El diferendo fue resuelto durante una reunión europea con Evo Morales de la cual “Crónica” dio cuenta el 14 de mayo del 2006:
“…De hecho, se le informó al presidente Fox que Evo Morales expresó el viernes por la tarde, en conferencia de prensa, que para Bolivia no era prioritario vender gas a México, porque primero debía abastecer su demanda interna y luego la regional; sólo si “cobraba” se pensaría en la venta para América del Norte.
“Ustedes dicen que dijo que este asunto no era prioritario para su país, pero a mí me dejó en claro que Bolivia sí tiene interés en exportar gas a México, pero primero debe resolver algunas cosas internas de su país”, precisó (recul
ó) Vicente Fox.
“Fox Quesada informó que también planteó a Evo Morales los proyectos de inversión y cooperación que tiene México en materia energética, como la construcción de tres plantas gasificadoras en el Pacífico mexicano para exportar a varias partes del mundo gas líquido. También la edificación de una gasificadora y una gran refinería en Centroamérica, así como la instalación de un gasoducto desde el estado mexicano de Puebla hasta Panamá…”
Como se ve todo esto fue una gran voluta de mariguana, como el Plan Puebla Panamá y todos los rollos del gobierno de Fox. De la Coca boliviana, a la Coca-Cola abajeña. Puro cuento.
Pero en los días recientes la rispidez ha llegado al punto donde todos suponíamos: la intercesión ( o intervención) del gobierno de los Estados Unidos, quien no sólo es el policía del mundo sino el prefecto de disciplina de los países latinoamericanos, toda la vida metidos en rollos golpistas y pendencias internas interminables. Algunas de ellas, obviamente, propiciadas por el gran gendarme y su gran garrote.
Este despacho llegó desde Buenos Aires:
“Sobre el tema de Evo Morales, hacemos un llamado a la Argentina para que sea un buen vecino al apoyar la democracia boliviana y llamamos a la administración de Alberto Fernández a trabajar para garantizar que Morales no abuse (con su prédica del retorno), de su estatus en Argentina”.
El abuso de esa condición (el activismo), es el origen de los actuales problemas entre México y Bolivia. Y la razón del efímero asilo aquí, de Evito Iº, depuesto monarca del Potosí.
Pero en cuanto a los golpes e intentonas militares, hay mucho por decir.
Uno de los más recordados, por su violencia, fue el de 1971cuando el general progresista Juan José Torres fue derrocado por el general Hugo Banzer Suárez, ex alumno del Colegio Militar argentino (quien se colgó la medalla de matar al “Che”).
Históricamente (“Memoria”), se sucedieron varios gobiernos militares y algunos civiles hasta 1980 cuando el general García Meza comandó el más cruento golpe de la historia boliviana, con apoyo de asesores militares argentinos para impedir la asunción de Hernán Siles Suazo. Mil 500 personas fueron asesinadas”.
Y lo más reciente —haya sido un golpe “ortodoxo” o no–, el derrumbe de Evo Morales y sus secuelas hasta ahora no resueltas. Ni en lo interno, ni en lo externo.
Pero estas revueltas y estos personajes tienen a veces ribetes de tragicomedia, como los vómitos del “Tuto” Quiroga de quien nos podríamos ocupar si no fuera tan imbécil. Un año duró en la presidencia boliviana y ahora se conforma con ser el merolico injurioso de la señora Jeanine. Pura vergüenza.
Pero el conflicto ya se extiende a la “Madre patria”. Hace unos días la encargada de negocios española, Cristina Borreguero (tan oportuna ella) le fue a hacer una “visita de cortesía” a la embajadora mexicana María Teresa Mercado. No se sabe si para pedirle la receta del pavo y el bacalao de fin de año; para enseñarle el “trou trou” o para sacar en los autos diplomáticos españoles a alguno de los asilados, como los judíos hicieron en Entebe, Uganda.
Los bolivianos “olieron” el guiso e interceptaron a la señora Borreguero y a sus compatriotas, algunos (dicen), con máscaras y embozos. Pues claro, tienen intervenidas las comunicaciones.
Y en medio de este embrollo entre Argentina, México, Cuba, Estados Unidos y ahora España, a doña María Teresa se le ocurre mudarse de casa.
Y luego no quieren las carcajadas del respetable.