La merecida libertad otorgada al general Tomás Ángeles es un tardío acto de justicia pero un permanente triunfo de la impunidad. ¿Impunidad de quien?
De todos los irresponsables cuya trayectoria pública se cuida bajo el manto de los compromisos de un sistema de encubrimiento en el cual unos a otros se tapan, se ayudan, se complican y hacen de las instituciones “de justicia” las herramientas de la venganza.
Impunidad para Felipe Calderón y su procuradora Marisela Morales quien actuó en su vida pública con dos méritos visibles: la sumisión con los de arriba y el despotismo con los de abajo; actitudes suficientes para mal disimular su incompetencia.
Ha dicho el general Ángeles sobre su meditación en torno de posibles demandas. No lo hará. Resulta impensable verlo en una corte acusando al único responsable: Felipe Calderón. No será ahora tampoco, cuando veamos sometida a proceso a la única ex procuradora de nuestra historia.
–No está el Pacto para bollos, diría alguien.
Sin embargo todo esto se veía venir. En enero de este año publiqué este texto:
“Completamente previsible la futura reacción del general Tomás Ángeles.
“Regresará con su habitual discreción. No me lo imagino como si fuera el Conde de Montecristo, sediento de venganza.
“La demagogia panista, aunada a la impericia exhibicionista de la ex procuradora Marisela Morales, le jodieron los últimos años de su vida.
“Por desgracia para él y su familia ya nada será igual de nuevo.
“El tiempo perdido, las humillaciones, la murmuración, el daño físico y moral al cual lo sometieron para nada, sin motivo, sin argumentos.
“Todos por un sucio juego de poder –dentro y fuera del Ejército– al cual se prestaron quienes tiene por obligación –o tenían—la procuración de justicia.
“Una culpa más en el pesado fardo del desprestigio de Felipe Calderón.
“Otra muestra de su rencorosa e inútil conducta.
“Los periodistas y los lectores podemos decir esto y más, sin ser amenazados por el panismo naufragante con salirse del pacto.
¡¿También este mérito se lo querrán adjudicar como ejemplo de su “exitoso” paso por el gobierno del cual dicen sentirse orgullosos?
“Cuando Ángeles fue aprehendido y sometido al indebido y anticonstitucional arraigo sucesivo, yo exprese en la radio mis dudas sobre su culpabilidad.
“Jamás creí en las versiones de “Jennifer” ni le di credibilidad al montaje de la PGR, tan equívoca en este caso como en otros. Como otros miles de personas las hijas del general con quienes una tarde me topé por casualidad me escucharon o me vieron en Telefórmula.
“Me abordaron y después de agradecerme los comentarios vertidos sobre la honorabilidad de su padre, a quien conocí en la Sedena cuando era secretario del general Enrique Cervantes, me enseñaron el auto manejado por una de ellas.
–Mire, este es el coche de mi papá, ¿usted cree –y yo veía el viejo Honda–, que este es el carro de un hombre metido en negocios turbios”.
“Hoy la Procuraduría General de la República, en manos de un profesional, se ha desistido de las acusaciones. Y eso debe ser motivo de tranquilidad para la familia, por una arte, pero también evidencia de la justificada indignación de los últimos meses.
–¿Quién repara el daño? ¿Quién repone el tiempo perdido en el encierro?
“Ojalá este fallido asunto sea el detonante de algo absolutamente necesario para este país: la eliminación absoluta de la figura del arraigo.
“No es posible darle categoría constitucional a semejante atropello, en un mundo en el cual se supone el respeto a los Derechos Humanos como base de todo el sistema jurídico nacional (Y aquí agrego, una verdadera Ley de Responsabilidad Objetiva del Estado, ¿cuándo?).
“Y de paso, revisar –como ofreció ayer el senador priista Emilio Gamboa, coordinador político del Senado, en su charla con los medios, antes de la comida con el presidente Peña-, la legalidad (yo diría ilegalidad e inmoralidad) de la utilización de los testigos protegidos cuyos dichos tienen la utilidad ahora reconocida por la PGR.
“Puros cuentos”.
Hoy se confirman casi todas afirmaciones de aquel texto. Entre enero y abril la Procuraduría General de la República se rehusó a seguir con la farsa calderonista y Jesús Murillo Karam y el juez Raúl Valerio Ramírez, terminaron por echar abajo la más flagrante de las muchas tropelías cometidas por el uso indebido de los mecanismos de procuración de justicia.
Pero de inmediato en este caso surge una pregunta: “Jennifer” fue un invento del sexenio pasado. Su sola colaboración exhibe al sistema mentiroso del calderonismo cuya negativa pública para pactar con delincuentes era notoria. ¿Sigue protegido y libre después de haber proporcionado información falsa?
¿ Cuántos beneficios reales más obtuvo a partir del suministro fraudulento de infundios? La actual PGR nos lo debería informar con toda precisión.
Por lo pronto, a reserva de ahondar más en el asunto, el Jefe de Gobierno, del DF, Miguel Ángel Mancera, ha dado un paso significativo, anular la figura del arraigo en el DF. Nada mal para quien proviene de una procuraduría de Justicia.