Por Guillermina Gómora
Burlón hasta consigo mismo, Andrés Manuel López Obrador va directo al despeñadero. La incongruencia entre el decir y el hacer ha marcado su vida política. El exhorto a la desobediencia civil al que convoca nada tiene que ver con su discurso amoroso que pregonó durante la campaña del 2012. Sus incoherencias no son nuevas, todos recordamos aquella sentencia: “A mí denme por muerto”, para negar que buscaría la Presidencia en 2006. Mentira. Su delirante y enfermiza obsesión es gobernar México a costa de lo que sea.
La defensa de López Obrador ha sido más en el terreno político que en el jurídico. Amenaza con incendiar al país en caso de que su caprichosa voluntad no se acate. Apuesta a su popularidad y a la fuerza movilizadora que posee, mandando “al diablo las instituciones”. La asamblea informativa del domingo pasado confirma la radicalización de su discurso y coloca al PRD como un partido títere que manipuló a su antojo y lo desecha sin el menor miramiento. Surge Morena como su nuevo Frankenstein que le garantiza vida política y recursos hacia el 2018.
Andrés Manuel se coloca el traje de víctima e interpreta la escena del “martirio» en un acto propio del autoritarismo populista que le caracteriza.
El discurso amoroso se transformó en odio y rencor. Su naturaleza se impone. Fuera máscaras. Es todo o nada. En el PRD lo saben y por eso decidieron deslindarse y no correr de nuevo en el carril de la confrontación y dilapidar su capital político obtenido en las urnas con más de 16 millones de votos. No cedieron al amago de su mesías, ahora le hacen guiños al PAN, buscan alianzas hacia el 2015 y 2018, es la instrucción de Marcelo Ebrard, su nuevo alfil.
Hace 6 meses, en su toma de protesta como candidato presidencial del Movimiento Ciudadano, López Obrador decía: “No tenemos una doble moral, un doble discurso; por eso tenemos que insistir que es sincero nuestro llamado a la reconciliación, decir sin temor a equivocarnos que nosotros no odiamos a nadie, que no queremos venganza, sino justicia y que en las lamentables circunstancias en que se encuentra nuestro país lo más importante de todo es unirnos todos los mexicanos para salvar a México. Eso es lo que ofrecemos”. Entonces, ¿qué lo hizo cambiar de idea y convoca a la desobediencia civil, a la anarquía? ¿Su ambición por el poder?
Arropado por las masas acarreadas, el domingo pasado en el Zócalo, el camaleónico AMLO se olvidó de aquella confesión que en corto le hiciera el pasado 15 de abril a un empresario inmobiliario en una reunión a puerta cerrada: “Tengo más experiencia ahora que antes. Tengo menos vigor, eso sí, porque ya estoy muy cansado… ¿Te acuerdas en tu casa cuando dije que si la elección era limpia y libre me iba yo a ir, y si perdía, me iba yo a ir a la chingada? ¿Te acuerdas? Sí, ahora sí”. Pues con la novedad, de que su finca en Palenque, Chiapas, lo seguirá esperando. Deja la izquierda, para seguir cobrando con la derecha. Vivir fuera del presupuesto, ¡jamás!
Otro ejemplo de su doble lenguaje lo ubicamos en las propuestas que Andrés Manuel, hiciera a los integrantes del Consejo Coordinador Empresarial en el encuentro que sostuvieron: “Fue una buena reunión, en buenos términos, yo ofrecí mi mano franca, queremos la unidad, queremos la reconciliación”. Sin embargo, les tundió cuando este sector salió en defensa solidaria de Soriana, en el caso de las tarjetas de prepago, y los acusó de respaldar lo que él llamó fraude electoral. Se olvidó de la mano franca e intentó noquearlos. No les perdonó, ni les perdonará, aquella campaña del 2006 donde alertaban de que era “un peligro para México”.
En su intolerancia enterró también el Pacto de Civilidad que firmaron los candidatos a la Presidencia ante el IFE, el 28 de junio. Leonardo Valdés decía entonces a los aspirantes: «Debe entenderse como un compromiso de todas las fuerzas políticas para respetar, en cada ámbito electoral y tipo de elección, la voluntad de los ciudadanos y las ciudadanas emitida en las urnas». Pero López Obrador ya traía su juego del “complot de la mafia en su contra”, del fraude. Su patológica victimización e incapacidad para reconocer la derrota se manifestó y se confirma hoy con la salida del PRD y su apostolado por su democracia.
Su estrechez de pensamiento lo exhibe como el demagogo que es. El Peje cree que es el verdadero y único representante del pueblo. Invencible e indestructible. Se asume como el rayito de esperanza, el rayito de luz, el movimiento soy yo. Así que eso de las asambleas a partir del 12 de septiembre para decidir de manera democrática si Morena continúa como Asociación Civil o se constituye en partido, sólo se trata de una grotesca pantomima. La lucha contra el fraude y la polarización afianzan su liderazgo y estimulan al movimiento. Se inscribe así en la boleta para el 2018. El mensaje a sus ex aliados perredistas y a Ebrard es: Estás conmigo o contra mí. El mesías tropical establece su Meca y reedita su éxodo por la democracia (1991). La austeridad republicana y la honestidad valiente ya no tienen cabida, hay que buscar nuevas fuentes de financiamiento incondicional.
Vericuentos
Estreno en San Lázaro
A la Dirección de Comunicación Social de la Cámara baja llega Óscar Argüelles, con su experiencia bajo el brazo, a enfrentar el reto de la difusión de los trabajos de los peor calificados entre la sociedad: los diputados. Sin duda, Óscar saldrá adelante, pues cuenta con el apoyo de su jefe Manlio Fabio Beltrones, ambos viejos lobos de mar en las tareas de comunicar.
Muerto el rey, viva el rey
Los senadores del PRD toman partido. Armando Ríos Piter reconoce que “Marcelo Ebrard es un compañero del partido que tiene un liderazgo importante, hoy como jefe de gobierno, pues encabeza la visión de cómo gobierna la izquierda, cómo gobierna el PRD”. Asegura que es un activo importante. Ni hablar, llegó la hora de definirse para salir en la foto.
Dentro de tu sesudo analisis, solo veo a una persona contraria al movimiento que AMLO representa, es una verdadera pena que tengas la libertad de escribir en nombre de todos, tu no eres todos, y ten la absoluta certeza de que «los acarreos» siempre los han hecho los gobernantes de cualquier partido político, AMLO no es gobernante y representa a MILLONES DE MEXICANOS, puedes defender la ideología que tu quieras, en la que tu creas, eso si se vale, lo que no se vale es difundir como análisis ideas e hipótesis sin sustento, cosas en «LAS QUE TU CREES» que son como tu dices, interpretas y aparte denostas a los que apoyamos a AMLO, POBRE MEXICO CON «PERIODISTAS» Y «ANALISTAS» COMO TU.