El fallecido dictador venezolano aprovechó una vez que tuvo el control del Banco de Venezuela para disponer de cantidades importantes para sus proyectos y obras; la misma ruta busca el populista mexicano
El 22 de mayo de 2009 el fallecido dictador venezolano, Hugo Chávez, concretó uno de sus más ambiciosos proyectos, comprar el Banco de Venezuela, entidad financiera española del Grupo Santander y que tenía una participación del 98 por ciento, con el 2 por ciento restante en poder de socios de instituciones menores. En julio de ese año se concretó la transacción y el banco pasó a manos del régimen, que una vez como dueño de la institución manejó a placer el capital y evitó por un tiempo recurrir a préstamos externos para cubrir los proyectos del gobierno. Ahora esta misma idea ronda en la mente del populista mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador, que vio en la venta de Banamex la oportunidad, aunque ésta se frustró, pero no descarta adquirir un banco con fuerte presencia y capital para poder echar mano de las arcas y sacar adelante sus obras insignia que siguen estancadas por falta de presupuesto.
En julio de 2009 Hugo Chávez celebró la firma del acuerdo que daba ya autoridad como dueño del Banco de Venezuela al régimen chavista. El comandante cantó a los cuatro vientos que «ahora pasa a ser (el Banco de Venezuela) del pueblo, porque en verdad lo que es del gobierno es del pueblo», mismas palabras que López Obrador cita cada que concreta alguna expropiación mediante sus ya tradicionales decretos.
Chávez dispuso del capital del banco a placer para sus proyectos y programas de gobierno sin necesidad de recurrir a créditos como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional (FMI), ya que tenía su propia caja chica en casa.
ANTECEDENTE
La venta del Banco de Venezuela viene precedida de amagos del gobierno chavista, luego de que en julio del 2008 procedió con la expropiación de tres bancos menores, pero quería lanzarse por algo grande y puso en la mira al Banco de Venezuela, controlado por el español Grupo Santander.
La falta de garantías jurídicas y las amenazas de expropiación de instituciones bancarias que no cooperaran con el régimen aceleró la venta por parte de los empresarios españoles, que no querían dar motivo a una inminente expropiación donde saldrían perdiendo no solo la propiedad del ente financiero, sino también parte de su capital, por lo que un año fue suficiente para concretar la transacción.
Santander pretendía la venta de Banco de Venezuela en mil 600 millones de dólares, pero finalmente Hugo Chávez cerró la cifra en mil 50 millones de dólares, lo que al final ambas partes aceptaron.
OBJETIVOS
Ya con el control del Banco de Venezuela, uno de los objetivos de Chávez fue disponer no solo del capital, sino de toda la red de oficinas distribuidas por todo el país, para complementar y articular las «misiones» y programas gubernamentales. Banco de Venezuela era considerada como la tercera institución bancaria más importante del país, con un alto nivel de rentabilidad, una sólida cartera de activos y en su momento contó con más de tres millones de clientes y 300 sucursales distribuidas estratégicamente en toda Venezuela.
De acuerdo con la agencia Latam, tras conocerse que el gobierno de Chávez tomó el control del banco, miles de venezolanos hicieron largas filas y acudieron a las sucursales del banco para retirar su dinero o cerrar sus cuentas, ante la mula confianza que había en el régimen.
La historia del gobierno represor venezolano como gestor del tercer banco más importante del país es muy deprimente, ya que se despidió al personal que sabía el manejo de las operaciones financieras, se colocó en esos puestos a allegados al chavismo y muchos puestos claves en áreas administrativas de las sucursales quedaron bajo control de los militares.
MÉXICO Y LA 4T
El proyecto chavista con la compra del Banco de Venezuela es lo que ahora quiere emular López Obrador en México, al contar con un banco de verdad, que imponga y levante el nombre de la 4T, como Banamex, y que no sea solo una fachada y puro nombre como el Banco del Bienestar, que carece de oficinas, de personal especializado, que carece de red de enlace técnico financiero, que no cuenta con bóveda central que garanticen que hay dinero disponible para sus cuentahabientes en cualquier momento.
López Obrador quiere comprar un banco de la jerarquía de la filiar de la estadounidense Citigroup pero lo quiere hacer por iniciativa propia, sin consultar a los ciudadanos sobre si es necesario tener una institución financiera o si solo lo quiere para alimentar su ego.
Además, sin duda el objetivo de López Obrador de tener una institución de gran nivel y fortaleza financiera le permitiría echar mano de las arcas sin necesidad de consultar a nadie, ya que una simple llamada al secretario de Hacienda, que sería el responsable de llevar el control de las operaciones del banco, sería suficiente para realizar transferencias de dinero para la culminación de obras en proceso y que no avanzan falta de dinero y porque éstas han duplicado sus costos.
La venta de Banamex, como dijo el populista mandatario, sería una gran oportunidad para el gobierno de la 4T, ya que sería su caja chica de la que podría disponer de montos que el pueblo al final no reclamaría, ya que el argumento amlista sería el de siempre, que se invirtió en obras para el pueblo y esto no debe ponerse en duda, lo que de alguna manera evitaría que se rindan cuentas como ya es costumbre en este régimen.