Hay dos formas de interpretar la captura de Carlos Mateo Aguirre Rivero y sus otros coacusados en el quebranto patrimonial por 287 millones de pesos trasladados de las cuentas del erario guerrerense (con fondos federales) a las arcas personales de la familia.

Una es la advertencia y la otra es el acuerdo.

La advertencia sería la vigilancia constante hacia el ex gobernador de Guerrero cuyo cerco se estaría cerrando paso a paso.
La otra, verlo como un posible arreglo por la impunidad del personaje cobijado todavía por el Partido de la Revolución Democrática, beneficiario evidente de los manejos financieros del impresentable ex  priísta. Un poco el caso de Michoacán. El hijo preso, el ex gobernador libre.

Aguirre Rivero ha cometido todas las faltas posibles. Corrompió las relaciones políticas cuando orondo y ufano se cambió de bando. Eso es corrupción política.

Al llenar  parientes –casi un  centenar–, la nómina del estado (y ahora impulsar a su hijo a la alcaldía de Acapulco en una especie de nepotismo tardío) incurrió en otra forma de corrupción, la social y laboral. Si así se le pudiera llamar.

Después la evidente corrupción  financiera de la cual estos arrestos son prueba palmaria hoy en  manos de la Procuraduría General de la República. Evidencias para colmar Caleta y Caletilla con detritus.

Sin embargo los vericuetos de la burocracia judicial podrían hallar salida para sus quebrantos. Y si se ha llegado a un arreglo para entregar a otros a cambio de salvar su pellejo, se estaría cometiendo hasta la corrupción de la sangre.

Ofrecer al hermano y parte de la parentela para salvar el cuero, no parece ser una conducta edificante. Pero poco se puede esperar de Don Ángel Heladio.  

Ahora bien, si el rastro se extingue en quienes recibieron los haberes, el dinero; el rentable trastupije y no llega hasta quien tenía la primera y última responsabilidad, el caso no abonará en la reconstrucción de una confianza perdida. No solo en Guerrero sino en todo el país.

–¿Cuáles son las faltas de Carlos Mateo?

“La Procuraduría General de la República (PGR) informó de la aprehensión de Carlos Mateo Aguirre Rivero, hermano del ex gobernador con licencia del estado de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero, por presuntamente desviar 287 millones 12 mil 594 pesos del erario local y federal.

“…además, fueron detenidos Luis Ángel Aguirre Pérez, Paulo Ignacio Hughes Acosta, Mauricio Hughes Acosta, Alejandro Carlos Hughes Acosta y Jorge Eduardo Hughes Acosta.

 “Zerón de Lucio detalló que se acreditó que este grupo de familiares y ex colaboradores del ex gobernador, sin tener vínculos operativos con empresas,  recibieron en los años 2012, 2013 y 2014, recursos provenientes de diversas entidades de gobierno a sus cuentas bancarias.

“Explicó que, de enero de 2012 a septiembre de 2014, recibieron el dinero a través de sus empresas Constructora Travesa S.A. de C.V., Comercializadora 2003 S.A. de C.V. y Comercializadora Topacio S.A. de C.V.

“Por medio de esas compañías recibieron dinero de la Comisión Federal de Electricidad, Banobras, Tesorería de la Federación, Comisión Estatal de Agua, Comisión Estatal de Seguridad Pública, Comisión de Infraestructura Carretera y Aeroportuaria. Carlos Mateo y los demás ex servidores públicos triangularon los recursos, mismos que depositaron en sus cuentas bancarias personales”.

¿Se pudo hacer todo esto con el viejo discurso de Caín y el célebre “¿acaso soy yo el guardián de mi hermano?”
Obviamente no. El principal responsable en todo esto es Ángel Aguirre.

Y la pregunta es la misma: ¿anuncio o arreglo?

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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