Durante mucho tiempo todos creímos (al menos yo) en la costosa inutilidad de la “Estela de luz”, ese monumento absurdo y carísimo en el Paseo de la Reforma cuya historia es en sí misma un compendio de los desatinos panistas durante la “Docena Trágica”.
Sin embargo la enorme lámpara de ónix ha probado por fin su utilidad: es una escalera para la inconformidad.
Todos quienes tengan en lo sucesivo una queja política o de otra naturaleza, con un poco habilidad y una adecuada lectura de Stan Lee, podrán trepar como arañas o moscas, los ciento y tantos metros de su estructura para desde ahí decir cuánto les venga en gana.
El sábado anterior, Alfonso Velasco se puso zapatos de goma, ropa negra; bebió un tónico de indignación patriótica y con singular agilidad y determinación subió hasta el tope de la estela y desde ahí desplegón un cartelito (desde abajo se veía chiquito) contra la televisión, contra Peña y contra todo lo necesario. Después de dos horas de sentir la brisa de las alturas, y ante la movilización policiaca para bajarlo, prefirió descender por su propio y ágil pie y se marchó a su casa –o a la casa de su mamita, (quien lo acompañaba, según dice Reforma)–, muerto de la risa.
Esa fue una protesta en el mismo lugar (ahí se sacó la pancarta de añoranza por Aburto, por cierto) donde se iniciaron las concentraciones más organizadas del grupo #todos somos 132 . Ahora ya se le podrán poner, «Somos #132+104», para significar la cantidad de metros a los cuales han ascendido su movilización y la altitud de sus protestas.
Pero a veces la imaginación no da para mucho.
Pronto podrán alcanzar otras cimas urbanas, por ejemplo el Monumento a la Revolución, donde podrán escribir en los pétreos libros de Oliverio Martínez, en las figuras alegóricas junto a la bóveda, los números de su organización contestataria. Sería muy interesante verlos en la cumbre de la Torre Latinoamericana o en la colección de antenas del WTC. Algunos querrán subir y colgar un estandarte con sus consignas en la dorada corona de laureles del Ángel y otros podrían también utilizar el monumento a la Madre o las escalinatas de la Bombilla; los campanarios de la Catedral. Quizá le pongan pronto una manta a la cabezota de Colosio frente al Campo Marte y si los toman de buenas querrán subir antenas, árboles y hasta la hornacina donde su mece silenciosa la campaña de Dolores en el Palacio Nacional.
Los jóvenes del 68 colgaron una bandera del Consejo Nacional de Huelga en el asta bandera de la Plaza de la Constitución, con todo su profundo e irreverente significado. Pero estos estudiantes de hoy exhiben la profundidad de la protesta en el sabotaje de la boda de un actor.
“Queremos escuelas, no telenovelas”, decían como para dar prueba de su intensidad intelectual. Y ya con eso.
Si la ascensión de la “Estela” fue una proeza de la originalidad y una prueba de las capacidades atlético políticas de uno de ellos, lo de la boda del comediante Derbez fue una pérdida de prestigio y estatura. La verdad parecían puras ganas de salir en la tele.
Es como si Camila Vallejo se quejara de Don Francisco en lugar de protestar contra quien abrió tan salvajemente las venas de América Latina. Pero la protesta no siempre tiene tino.
Por ejemplo, en la enorme lista de los agravios internacionales contra el “pueblo bueno”, Don Andrés Manuel ya le asestó un calificativo generalizado a la mayoría de los líderes del mundo. Ya no cuento el chiste del borracho en sentido contrario por la carretera. Todos se lo saben. No.
Lo interesante es ver cómo el mundo entero puede ser objeto de la descalificación. Ha dicho el, líder de “las izquierdas”:
«Muchos mandatarios extranjeros no conocen nuestras leyes y por eso se manifiestan (felicitando a Peña), no conocen que el proceso electoral de México termina hasta que se califica la elección presidencial y eso todavía no sucede».
Así pues el planeta está lleno de ignorantes cuyos gobiernos, además, no tiene embajadores capaces de informarles los pasos de una elección presidencial. Quienes han felicitado a Peña lo han hecho –hasta ahora– por el resultado electoral, no por la presidencia.
Cuando los inviten y vengan (no todos, pero algunos) a la toma de posesión; entonces serán felicitaciones de otro tipo.
Por lo pronto gracias a las precisiones en el calendario electoral hechas por Don Andrés Manuel, ya sabemos cómo el planeta entero está gobernado por ignorantes de tomo y lomo.
Zafios y necios, Barack Obama, Ángela Merkel, Ju Hintao; los Hermanos Castro, Hugo Chávez, Daniel Ortega, Francois Hollande, Stephen Harper, Dilma Rouseff, Yoshihiko Noda o Giorgio Napolitano. Europeos, asiáticos, americanos, todos son una pandilla de ignorantes, incapaces de leer correctamente el Cofipe mexicano.
Con esas actitudes no se avanza mucho. Se puede gritar mucho, pero no avanzar.