Aparece Josefina Vásquez Mota en un enorme anuncio en el cual se le reconoce como candidata del Partido Acción Nacional cuando en el farragoso proceso interno de su partido no ha merecido todavía tal condición. Sus adversarios se quejan y ella, con fingida humildad “madreteresiana”, explica un error en el equipo de producción (como si nadie revisara las cosas en ese equipo y todo tuviera autonomía y vida propia) y las cosas se disuelven en agua de borrajas.
Aquí no ha pasado nada. El anticipado acto de campaña, punible en la legislación electoral hasta con la pérdida del registro en ciertos casos (siempre y cuando sea otro quien lo cometa) ni siquiera queda para el recuerdo.
La ley también se evapora, como las disculpas, como la gota en el sol.
Clama el secretario de Gobierno de Sonora, el siempre pedante Roberto Romero López, por el voto a Ernesto Cordero y alude en tal respaldo el cumplimiento de la lealtad al señor gobernador, Guillermo Padrés, y de paso alude a la disciplina hacia el Señor Presidente (con mayúsculas) y al grito de “échenle la mano a Cordero” para quedar todos bien, se pasa la ley electoral por el perineo.
Y nada ocurre. La muy decorativa Comisión de Elecciones del CEN panista se hará cargo (si, como no) y el asunto no pasará a mayores pues hasta los agraviados con lo disparejo del terreno se pliegan a la majestad del acarreo como fue el caso de Santiago Creel quien sentenció muy educado, le creo a Padrés, ya me dijo de su imparcialidad.
¿Y las grabaciones del señor Romero López? ¿Y la Fepade, apá?
Pues bien, gracias.
Todas estas circunstancias podrían llevar a un mal pensado a suponer un arreglo previo al cual los dos derrotados se someterían gustosos (a cambio, ¿sabe usted?, de algunas prebendas, sinecuras, canonjías, similares y conexos) en la contienda del cinco del mes entrante. Cordero insiste en la diferencia de universos entre las encuestas “abiertas” y la posición del panismo cuando en la selección de su abanderado se consulte a quien se debe.
La postura irreductible de terquedad de quien se muestra (decía Rubén Darío de San Francisco) “mínimo y dulce” en las encuestas, contrasta con la actitud de otros aspirantes de cuando Madero presumía a su decena de posibles. Javier Lozano, por ejemplo, se hizo a un lado (dice) cuando le mostraron las encuestas donde no alzaba un palmo del piso. Otro tanto hizo Alonso Lujambio aun cuando después todos conocimos sus dolorosas condiciones de salud.
¿Hay alguna certeza en la confianza del “chavo del ocho” ajena al conocimiento de los mortales? ¿Sabe Cordero algo ignorado para los demás, incluidos sus oponentes? Pues sólo así se entendería su insistencia en una contienda donde todos le otorgan cadavérica condición. Si no fuera ese el caso, sólo confirmaría los peores chistes en torno de su persona.
Mientras tanto Creel se convierte en pastor de armonía y Josefina dice estar preparada para comandar a las Fuerzas Armadas del país, mientras el trío desarrolla un discurso debajo del discurso, una especie de corriente submarina, para determinar quién es el heredero del calderonismo, si tal definición política existiera.
En el fallido debate de hace unos días, los precandidatos se enredaron en un concepto: ¿quién ha defendido y quién no al Presidente? Esa es una arcaica fórmula priísta de quedar bien con el poderoso en turno quien dispensa o niega favores. Película vieja, pues.
Ahora los panistas, a tropezones, quieren jugar con dos máscaras. Por una parte quienes se presentan como “dependientes ideológicos”, pero políticamente libres y por la otra el candidato “oficial”. Pero aquellos se esfuerzan en presentarse como defensores las políticas públicas (fallidas o no) de Felipe Calderón por cuya munificencia han saciado alcancía y cazuela.
El único en verdad cuya carrera no ha dependido de Don Felipe es Creel. Ha sido, en todo caso, víctima de sus humores. Por eso lo corrió de la coordinación azul en el Senado.
Los otros dos, llegaron al presupuesto y la nómina de la mano de Felipe. No les fue mal, por cierto.
LAICISMO
Ante la embestida papal y las modificaciones constitucionales del artículo 24 por la Cámara de Diputados (el pasado 15 de diciembre), se presenta un grupo de ciudadanos “comprometidos con la defensa y la preservación del Estado laico en México”, adheridos a una asociación civil denominada: «Foro Cívico México Laico», para tratar de impedir la inminente aprobación de dicha reforma en el Senado.
Y divulgan un texto aquí reproducido parcialmente:
“El Foro Cívico México Laico ha invitado a líderes de opinión, intelectuales, asociaciones religiosas no católicas; profesionistas (algunos de ellos integrantes de República Laica), entre otros, a sumarse a una Declaración Ciudadana que se opone a la aprobación de la citada reforma -la que consideramos innecesaria-, la cual será entregada al Senado el próximo primero de febrero, acompañada de las firmas de los suscriptores, y que será publicada en formato de desplegado en los principales diarios del país el jueves 2 de febrero”.
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*Mis condolencias a los deudos de Aurora.