Por razones distintas pero entrelazadas de manera irremediable, Manlio Fabio Beltrones (martes) y Enrique Peña Nieto (miércoles) han ocupado los espacios informativos sin dejar oportunidad para las reflexiones de fondo.
¿La salida de uno y el camino franco para el otro son signos alentadores para el Partido Revolucionario Institucional o son apenas puntas de hielo en la navegación de pesados bloques cuya cresta apenas adivinamos?
Mientras eso sucede los medios dóciles a la voluntad del gobierno divulgan de la mañana a la noche las grabaciones mafiosas (cuya fecha de origen y canal de distribución nadie puede probar) en las cuales se “prueban” los dichos de Luis María Calderón en la explicación de su derrota electoral y hasta hay quienes juzgan de justicia el despojo a Juan Manuel Márquez en Las Vegas por haberse puesto en los calzones un emblema del partido tricolor.
La renuncia, declinación, proclama abstinente; tirada de toalla o como se quiera ver la carta pública del senador Manlio Fabio Beltrones, no es de ninguna manera una evidencia de unidad en el PRI, es por el contario la demostración de una divergencia profunda.
Hoy ya no es necesario ahondar en las razones de Beltrones para retirarse de un proceso. La gota fuera del vaso fue la modificación de un acuerdo con el cual se querían evitar actos anticipados de campaña mediante la adhesión masiva y ruidosa de las tradiciones priístas. Para evitar esas presiones del granizo calentado, se habían puesto los candados a la “cargada” y la “bufalada”.
Todo lo había aceptado Humberto Moreira. Todo lo traicionó.
“No tengo obsesiones personales y mucho menos abrigo conductas mezquinas (¿entonces otros son obcecados y mezquinos?) . La decisión de no participar en la contienda interna no es un sacrificio, es mi aportación para la victoria del PRI en 2012. Siempre he insistido en que la unidad es un punto de llegada, no de partida. La unidad se construye con una idea común, con reglas claras, con transparencia, con equidad y sin exclusiones».
En estas condiciones si la unidad es producto de la comunidad en las ideas, la transparencia y la equidad sin excluidos, hablar de unidad en el PRI es un cuento de hadas. Y si no, ahí están (por otros motivos, pero también es el PRI), la sesión de sillazos y portazos cuyo resultado fue media docena de personas hospitalizadas.
Mientras tanto anoche Enrique Peña Nieto presentó un libro en solitario. Ya nadie le hace sombra, ya nadie le advierte riesgos. No tiene ninguna conciencia crítica al frente, cuando más una legión de seguidores; apoyadores incondicionales.
“México, la gran esperanza. Un estado eficaz para una democracia de resultados”, se llama el volumen en el cual Peña hace algunas advertencias iniciales. La primera guarda relación con los delgados límites de loa propaganda electoral y la libertad de expresión personal, asunto en el cual se montaron los “moreiristas” para olvidar el compromiso contraído en una convocatoria “neutra y silenciosa”.
“Este libro no es una oferta de gobierno sino un conjunto de ideas para el futuro del país y fue elaborado en estricto apego a la legislación electoral vigente.”
Del volumen presentado anoche entre el tumulto de la Casa del Lago cuya vieja tranquilidad de club de ajedrez donde juan José Arreola, vale la pena señalar algunas cosas.
Por ejemplo, ¿cómo se comprende en la categoría de “ideas para el futuro del país” una colección de fotografías del autor con altos personajes de la política mundial, del Papa a Lula; de Tony Blair a una campesina anónima?
Pero el libro vale por cuanto a su condición de artilugio de propaganda en medio de la sequedad a la cual obligan las leyes actuales. Obviamente es un ideario y obedece a lo mismo expresado por Manlio Fabio Beltrones cuando presentó, hace un par de semanas, su obra “El futuro es hoy. ¿Para qué queremos ganar?” Vidas y páginas paralelas.
Dice Beltrones:
“Sin reformas que faciliten el acuerdo político y garanticen que el próximo presidente de la República pueda impulsar cambios dirigidos a promover crecimiento económico, además de combatir de forma definitiva la inseguridad, gane quien gane la presidencia en el 2012, corre el riesgo de gobernar con una sociedad desilusionada, con miedo y que no se siente adecuadamente representada.”
Dice Peña:
“Es inadmisible que México esté a la deriva, sumergido en la violencia y el deterioro económico. No acepto que en nuestro país –a pesar de sus grandes fortalezas, capaces de sustentar un gran futuro para sus hijos, prive ahora un clima de incertidumbre y preocupación. Nuestra generación tiene el reto de acabar con el miedo y renovar la esperanza.”
Quizá sean vida paralelas, pero las líneas se han separado. No se sabe si una sube y otra baja; si una va para allá y la otra para acá. Pero una separación no implica una ruptura. Tampoco significa la unidad.