Una reunión de seis horas permite muchos errores. Quizá el primero sea una asamblea de seis horas en la cual la aguja del canevá nos entrega maravillosos bordados en el aire. Obviamente me refiero a la furibundamente fracasada reunión del Castillo entre el gobierno federal y el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad cuya única victoria moral hasta ahora quizá no sea desdeñable en absoluto, pero no modifica la situación nacional.
Las víctimas ya forman parte de una preocupación colectiva. No solo por quien están en riesgo de serlo sino por quienes ya han sucumbido en la ceguera de una violencia sin freno ni pausa.
-¿Pero a quién se le deben abonar los errores y a fin de cuentas el fracaso? Ciertamente no a quienes demandan justicia y paz. Ni tampoco a los aportantes de los seis puntos precisos de las primeras jornadas contestatarias e indignadas, para usar una palabra hoy en boga.
A ellos se les puede adjudicar una terca ingenuidad. Suponerle capacidad de enmienda a un gobierno nada más por acudir a una mesa de conversaciones públicas es no sólo pueril, resulta hasta tolerante ante la burla.
Como burlesco ha sido mucho en estos años.
Si mal no recordamos todos ya hubo un primer acercamiento colectivo a la búsqueda de una solución, se le llamó Acuerdo Nacional por la Legalidad, la Justicia y la Legalidad, y se firmó, en el Palacio Nacional, con tanta cobertura mediática como la inauguración de los Juegos Panamericanos. Ahí estuvo todo Dios y ahí se plantearon setenta y tantos compromisos para todos los sectores nacionales, con los resultados hasta ahora conocidos.
Después vinieron los seis puntos exigidos por el movimiento de Javier Sicilia (o mejor dicho, del cual Sicilia es cabeza visible), entre los cuales destaca la exigencia de una Comisión de la Verdad a lo cual Felipe Calderón se ha rehusado de manera categórica.
Ni es este un gobierno totalitario, ni represor, prueba de ello es esta reunión, este clima de diálogo el cual sería imposible en otras circunstancias; es decir, el gobierno atiende, parlamenta; oye y ve con todos sus ojos y todos sus oídos, palpa la situación se conduele de las víctimas y con los deudos; sufre pues, pero eso de comisiones de la verdad; pues más bien está para Bosnia Herzegovina o los crímenes en Chile, en Argentina, donde hubo dictaduras militares.
Ese es el matiz para ofrecer el mentís. Lo demás, firmas en el hielo, trazos en el agua.
Los seguidores de este movimiento fueron absolutamente enfáticos desde el principio en una exigencia: la justicia a los deudos de las víctimas. Esta demanda germinó como suele suceder con la hidroponía de la burocracia: se creó una Procuraduría de Víctimas del Delito.
El desencuentro no podía ser más evidente: una víctima del delito es también un señor al cual le roban la cartera en el Metro; pero una víctima de la violencia es aquel cuya familia llora por un asesinado o un desparecido.
En ese sentido en la reunión de la semana pasada en Chapultepec se produjo un momento casi chusco: cuya raíz errónea fue explicada por el Presidente como un desajuste entre quien manda y quien no obedece.
“No siempre, desgraciadamente, se hace –aunque ustedes no lo crean–, lo que uno dice.”
Después de aquella consagratoria frase de Emilio Chuayfett en la cual celebra las violaciones constitucionales ante la falta de consejeros del IFE y cuanto sería de desearse el cumplimiento de la ley, sólo necesitábamos esta salida.
–No hacen lo que les digo.
–Pues dígales otra vez, diría Mario Moreno.
FIDEL
Quizá por el calorón en los aparejos, pero Fidel Herrera, ex gobernador de Veracruz, ha exhumado documentos en los cuales detalla algunos aciertos labores de su gobierno en contra del crimen organizado. Estas son unas muestras.
El marzo de 2007 fue muerto Efraín Teodoro Torres, el zeta 14 en Villarín, Veracruz. En ese mismo mes fue detenido Raúl Hernández Beltrán, “El Flander 1”, en Coatzintla. Es uno de los fundadores del grupo de Los Zetas y escolta del ex jefe del cártel del Golfo, Osiel Cárdenas Guillén.
Por esos mismos días, en el Puerto, 15 policías municipales fueron consignados por participar en acciones de la delincuencia organizada en el tráfico de indocumentados.
En diciembre del 2008, en un operativo conjunto con la Defensa, cayó en el aeropuerto de Veracruz, Javier Díaz Ramón, “El Java Díaz” o “El Sobrino”. Este era jefe de la plaza de “Los Zetas” en Quintana Roo y responsable de asuntos financieros.
En el 2009 la Policía Federal en Veracruz detuvo a Germán Torres Jiménez alias ‘El Tatanka’ o ‘Z-25’, también fundador de ‘Los Zetas’ . También fue capturado el ex policía José Osiris Cruz Cabrera, operador de los Zetas en Veracruz-puerto.
Más tarde aprehendieron a Salvador Díaz Paredes, “El Chava Díaz” o “Comandante Paredes”, operador financiero de “Los Zetas” y “lava-lana” de mediante operaciones monetarias, y además, venta y compra de joyería.
Braulio Arellano Luna, El Gonzo, resultó abatido por los marinos;
Elementos de la Sexta Región Militar atraparon a Pedro Avendaño Rivera “El Perf”, a quien se le identificó como jefe de la plaza en Coatzacoalcos para “Los Zetas” junto con 11 escoltas. En ese operativo, dicen, fueron liberados tres secuestrados que estaban en el inmueble en el cual se apresó al delincuente.