Los mexicanos deberíamos estar contentos.
Ya no solamente exportamos mano de obra agrícola o de servicios básicos de jardinería, cocina o lavado de retretes; cerveza y autos maquilados. Ahora podemos enviar al mundo sicarios capaces de participar en la planeación de un magnicidio. Al menos eso nos ha dicho el señor sub procurador Eric Holder, quien ha resultado un mentiroso de tomo y lomo.
Cuando Ali Agka reveló sus lazos entre Moscú, la parte oriental de Berlín, los servicios de seguridad de Sofía y cómo los búlgaros lo habían contratado para asesinar a Juan Pablo II, los mexicanos vimos todo ese complot como una novela de Tom Clancy. Ya no se hable del actual caso Arbasbiar pues tal es el nombre del iraní encargado de liquidar al Embajador árabe en DC.
También a este escritor se le podría atribuir hoy la planeación del contrabando controlado, tolerado y fomentado con enorme disimulo por el gobierno de Estados Unidos conocida en sus dos fases como “Rápido y furioso” acerca de la cual el gobierno estadunidense, fiel a su costumbre juró mentir con la mano sobre la Biblia. Esa es su tradición.
Recordemos los dichos de Barack Obama:
“Él (Holder) ha indicado que no estaba al tanto de lo que ocurría con “Rápido y Furioso”, y ciertamente yo tampoco”, dijo Obama al preguntársele sobre el tema.
“–Tengo completa confianza en el fiscal Holder y en cómo maneja su oficina”.
En esas condiciones el gobierno de Washington se convierte en una especie de sucursal de la presidencia municipal de cualquier aldea olvidada donde nadie sabe nada. Ni el Presidente ni el Procurador ni la mamá de ninguno de ellos.
Sin embargo “Notimex” dio a conocer otra clase de información:
“El secretario de Justicia de Estados Unidos, Eric Holder, recibió al menos cinco memoranda oficiales sobre la existencia de la operación “Rápido y Furioso” que permitió el tráfico ilegal de armas a México, señaló hoy (5 de octubre) un comité legislativo.
“El Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes dio a conocer los avisos enviados a Holder a partir de julio de 2010, uno de los cuales señala que los intermediarios eran “responsables de la compra de mil 500 armas abastecidas después a los cárteles mexicanos de las drogas”.
Obviamente este enorme montaje de tráfico de armas lesionó las relaciones (al menos en apariencia) con el agravante de otro hallazgo: RyF no fue el único mecanismo de abastecimiento ilegal de armas hacia México.
En esas condiciones lo más afectado vino a ser el mecanismo sumiso de colaboración de los mexicanos quienes no hallan ventaja ninguna en la condición a la cual han sido forzados por los americanos.
Quizá por eso lo más sencillo sea generar una información fantasiosa y quizá parcialmente cierta, en la cual México se viste con los ropajes del heroísmo y la inmarcesible colaboración en el sostenimiento de la paz y la justicia en el mundo.
“Desde el primer momento México y Estados Unidos intercambiaron información y actuaron de forma coordinada”; ha dicho el ufano subsecretario mexicano para América del Norte, Julián Ventura tras el rechazo de una solicitud de ingreso al país por parte del terrorista iraní.
Haber intervenido para desactivar la maquinaria criminal por cuya operación Irán (parte del “Eje del mal”) habría asesinado al embajador saudí en Washington con las incalculables repercusiones mundiales, coloca a nuestra cancillería en el sitio anhelado: la buena opinión de los gringos.
Pero todo ese esquema casi cinematográfico hay un dato revelador: el “Zeta” por cuya delación se pudo afectar el complot, era en realidad un agente de la DEA (CS1) quien sopló al Departamento de Justicia y al FBI los planes.
Ahora nos enteramos: el gobierno de los Estados Unidos tiene agentes dentro de la organización “Zeta” a la cual además surte de armas.
No se entiende cómo pueden saber los pasos de los criminales y no enterarse de cómo hace las cosas la agencia de Tabaco, Alcohol y Armas de Fuego capaz de organizar un “operativo” de contrabando controlado cuyo control se les escapa de las manos a la hora de la hora sin conocimiento de nadie en el primer nivel.
Si en verdad el gobierno de Estados Unidos tiene espías infiltrados en la más poderosa organización criminal de México, los “Zetas”, valdría la pena saber si nuestro gobierno sabe quiénes son, dónde están y cómo usan la información recabada y sobre todo, bajo cuáles supuestos se ha permitido tan extraño trabajo.
¿La usan en beneficio de la “inteligencia” mexicana o se saltan a la torera todos los controles para hacer y deshacer con la sola intención de fortalecer sus negocios asociados con el ingreso de drogas su país?
BELISARIO
Ahora se hacen un lío en el Senado con la medalla Belisario Domínguez.
Se cambian las fechas, se hace bolas el engrudo y no se cuecen los tamales; se mezclan los motivos, se confunden las intenciones institucionales de la presea cuyo fulgor fue alguna vez alto mérito republicano y todo se ve como si se tratara de un devaluado “corcholatazo”.
Obviamente tan alta distinción debe provenir de un análisis mesurado y concienzudo, ¿pero no tienen un año entero para hacerlo o eso también es difícil, de toda dificultad como hacer un edificio sin goteras?