Felicidades a la familia Neuman-Zabludovsky

Frente al pasmo crónico del gobierno estatal comienza la operación federal en Veracruz con algo semejante a una bienvenida: aparecen por Villa del Mar, en los Jardines de Mocambo, racimos de cadáveres cuyo hallazgo demuestra desde el inicio lo feble de la coordinación interinstitucional.

A la mañana siguiente cae una parte del terrible grupo de los “Matazetas” algunos de ellos debidamente vestidos con el rojo de las playeras fidelistas. Cosas de la coincidencia cromática, seguramente (llegaron los militares, cayeron los “paramilitares”, dicen los malpensados).

Y con la noticia primera brotan también los dichos y las confirmaciones, los informes parciales y la intervención desde la ciudad de México para controlar el carromato de la desinformación.

Primero son cuatro después son 36 y a fin de cuentas la cifra crece hasta 37. El gobierno de Javier Duarte dice no conocer con detalle ni los pormenores ni mucho menos la cantidad e identidad de las víctimas pero en el extremo del absurdo ya se podría uno imaginar el boletín del optimismo.

“Como resultado de la operación del programa “Veracruz Seguro”, fueron detenidos en flagrancia 37 peligrosos cadáveres previamente fichados en la Plataforma México”.

Pero ya en los terrenos de la realidad debemos analizar cómo la información se escurre entre los dedos, y si de tal manera se desmadejan las cosas, podemos también suponer lo simple de manipularlas con el provecho de cada quien.

Pero haya sido el hallazgo de los peligrosos cadáveres consecuencia de las arduas labores de inteligencia desplegadas desde la aparición de los “Matazetas “(cuya vengadora organización de paramilitares similitudes se desbarata rápidamente, según se nos dijo ayer mismo por la mañana), o se debiera a la mefítica ventolera desde los ventanas cerradas de las casas “de seguridad”, el caso se nos presentado como un más de los aciertos de la Armada de México. Y en verdad lo es.

Los “Matazetas” son exhibidos junto a uno de esos helicópteros de la “Iniciativa Mérida” rodeados de hombres con pasamontañas tras cuyo tejido se advierten la determinación y la fiereza en favor de la ley y aparecen los malevos ahora humildes y cabizbajos, con la mirada gacha y el arrepentimiento en la faz.

Por eso el Presidente de la República nos había dicho a todos (apenas un día antes) lo indeclinable de este esfuerzo y en un foro internacional de esos surgidos hebdomadariamente como los hongos bajo la lluvia, puso en su lugar a los metiches ex presidentes Ernesto Zedillo, Fernando Enríquez Cardoso (Brasil) y César Gaviria (Colombia), quienes ya lo tienen con gorro pues de tiro por viaje le recomiendan, sugieren y proponen desde la dorada comodidad de sus ex presidencias.

Y a ellos los quienes mandó a revisar sus asuntos (así sean los del pasado) y dejar de meterse donde ni los llaman ni los quieren y cesar de paso, entre otras cosas, sus recomendaciones sobre legalizar lo ilegal y peligroso.

Faltaba más.

Y de veras, los dichos de Don César Gaviria son para calentar al más parsimonioso, vea usted nada más esta majadería:

“Este país está viviendo bajo un escapismo de creer que aquí lo que está corrupto es la policía. Y eso es un total escapismo. Aquí la corrupción del narcotráfico llegó a la política, a la justicia, a todas partes: lo tiene penetrado por todas partes y la justicia todavía no es capaz de enfrentar eso.

“Si ustedes leen noticias de Colombia, se encuentran que todos los días meten a la cárcel a un parlamentario, a un gobernador, a un magistrado. ¿Por qué? Porque ya nadie está más allá de la ley, porque el sistema penal de Colombia es supremamente poderoso”.

Y ante este juicio apodíctico (como decían antes); es decir, convincente, imposible de contradicción, interviene la señora Procuradora Marisela Morales quien con deslumbrante elocuencia responde una pregunta difícil sobre cuándo llegará el día de la victoria sobre los criminales:

–…Sin duda, la guerra se gana cuando la violencia ya baje, pero es un proceso que en otros países, incluso en Colombia que vivió esa guerra y los costos de esa guerra son altos (¡Ah!).

“Sin embargo, en este sentido es muy importante que se tiene que continuar porque se han visto los resultados (¡Ay, Jesús!, diría “El Cigala”).

“Si bien es cierto en cuestión de bajar el índice de la violencia no se ha podido lograr porque es parte de la evolución en el combate del crimen organizado (¿?). Y no porque lo digamos aquí, sino porque es la historia de la evolución en otros países en donde se ha enfrentado de esta manera el crimen”.

Y claro, como uno es lerdo y duro del oído no le entiende a la señora Marisela y lamenta desde el fondo de su corazón de mexicano patriota y orgulloso ante los avances en la equidad de género, la inexistencia del Premio Nobel a la mejor declaración del mundo pues en ese campo podríamos competir con una muy evidente ventaja sobre el resto del planeta.

Pero bueno, ya deja ver sus primeros frutos en operativo mayor en Veracruz. Ahora solo nos faltan los primeros resultados en Guerrero.

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Yo no sé si jurídicamente es posible colocar al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación por encima de la Constitución. Eso debe dirimirlo la SCJN.

No sé si lo supremo tenga algo por encima, pero la declaración del consejero presidente del Instituto Federal Electoral, Leonardo Valdez Zurita me parece temeraria si bien llena de buenas intenciones y esfuerzo por hacer su trabajo. Casi tanto como la de Emilio Chuayffet a la cual nos referiremos después. Pero ahí va esto.

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Como todos sabemos, por angas o mangas, el Instituto Federal Electoral es una mesa de cuatro patas sólo con tres; una araña de seis patas, un octópodo manco, un biplano con un ala y etc. De sus nueve integrantes en el Consejo General cuya función directiva es evidente (y ahora insuficiente) solamente hay seis.

Dice la Constitución:

“…El Consejo General será su órgano superior de dirección y se integrará por un Consejero Presidente y ocho consejeros electorales…”

Eso dice ese papel inobservado por todas partes al cual los mexicanos cursis llaman “Carta Magna” en cada ocasión de lucimiento oratorio. Ni es carta ni es magna, pero así se le dice a la también llamada Ley Fundamental. Puro cuento.

Hoy los actores políticos se lamentan por ver iniciado este periodo electoral en condiciones de insuficiencia de miembros en el Consejo cuyas funciones resultan si no inválidas sí fácilmente impugnables, así el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación haya dicho lo contrario. Una decisión del Tribunal no modifica la Constitución. Tampoco violarla.

¿Y dónde está la violación?

Pues en todas partes, hasta en el reconocimiento público o resignado (es lo mismo) de Emilio Chuayffet quien preside la mesa en San Lázaro:

““Hemos violado la Constitución; en esa situación nos encontramos lamentable y penosamente”, dijo sentencioso mientras alzaba los hombros y pateaba el bote.

Pero no han violado la Constitución nada más los diputados así se escurran por la imprecisión del artículo 41 cuya omisión de un término perentorio es muy dañina. No; también la incumple quien ufano exhibe y presume su capacidad de trabajar en condiciones tales. No es responsabilidad del propio instituto estar mocho, pero el Consejo General está incompleto y por tanto inhabilitado en esencia, así lo adornen como quieran.

Si es necesario ha dicho LVZ, nos vamos así hasta el final.

Entonces el lamento será de a de veras: no importa tanto si llega (como llegó) el 7 de octubre en esas condiciones; importa si se llega de esa misma forma el 1| de julio del año entrante. Con esa falla las impugnaciones dejarán las del 2006 (con todo e Hildebrando y la guerra sucia) como un juego de rondas infantiles.

Por eso las líneas siguientes me parecen una baladronada:

“…Hace casi un año, al retrasarse la integración plena de este Consejo General, sostuve que el IFE estaba preparado para organizar las próximas elecciones federales. Hoy, lo reafirmo: El IFE es más, mucho más, que los consejeros electorales que integran su Consejo General.

“El IFE cumplirá su mandato constitucional con los actuales consejeros electorales. Lo hemos hecho y lo continuaremos haciendo”.

Si la constitución dice ocho y un presidente, pues deben ser ocho y un presidente, así don Leonardo se abra la camisa y ponga el pecho a la metralla.

Eso, lo hace fuerte, audaz y valiente, como Pancho Pantera, pero no lo lleva a cumplir su trabajo en las condiciones ordenadas por la Constitución.

–¿Cómo resolver entonces el asunto?

Pues quizá con un letrero colgado en la puerta del IFE:

“Cerrado por violaciones a la Constitución”. A ver si entonces los diputados se apuran.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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