Hay un viejo refrán cuyo determinismo es absoluto: si la mona se viste de seda, mona se queda. Eso significa lo imposible de la escapatoria. Nadie se evade ni de su realidad ni de su pasado o de sus circunstancias. En esto no hay ni siquiera un asomo de burla. No se piense. O com o dice el escudo de la p’erfida, ‘’Honi sois qui mal y pense.’’
Pero en la política eso se aplica de manera implacable.
Cada quien es quien es; vale cuanto vale y no significa más de cuanto todos sabemos.
Por eso es imposible quitarle a la hermana del presidente Felipe Calderón el acta de nacimiento. Y tampoco se pueden sobreponer sus méritos, por muy reales como sean, a su condición fraterna y de influencia nacional por la circunstancia de tener en la familia un hermano presidente.
Los afines han cantado del valor inmarcesible de esta mujer cuyo desafío de hacer una campaña en territorio hostil y peligroso, es notable. No es para tanto. A diferencia de sus competidores y derivado de su condición familiar, la actual candidata del PAN al gobierno de Michoacán tiene una doble protección por parte del Estado Mayor Presidencial y demás policías, lo cual de pasada modifica las condiciones de equidad en la contienda.
Ni Silvano Aureoles ni Fausto Vallejo tienen esa comodidad. Ambos duermen con un ojo abierto.
Pero en el PAN se llaman méritos propios al nepotismo condenable en otros colores partidarios.
Cuando el PRI hizo su candidato a Rubén Moreira, el clamor de los críticos fue: Humberto “deja” a su hermano. Hoy, cuando en Michoacán se presenta una candidatura bendecida desde Los Pinos (así la bendición fuera supuesta o imaginaria), se invocan la tradición política familiar y la construcción de una carrera propia.
Luisa María Calderón fue senadora entre los años 2000 y 2006. Un año antes concluyó la jefatura de su hermano en el PAN (1996-199), cuando se supone se gestó su candidatura. Los dos tenían después cargos en el Poder Legislativo de manera simultánea. El actual presidente como líder de los diputados azules, y la señora en el escaño senatorial.
¿Carreras independientes? Quizá, pero en todo caso, apoyadas en la herencia y en el paralelismo propio de la misma generación en un partido de notable endogamia. Sin embargo, hoy no hay quien oponga esos méritos al aparente nepotismo.
En la política, por desgracia para ellos, no siempre se miden y juzgan las cosas por su realidad. A veces basta la apariencia.
En ese sentido fue muy inoportuna la, gira de ayer del Presidente por su patria chica. Por m’as y como se expliquen las cosas tratando de divorciar ambos asuntos: el trabajo presidencial y el empuje del partido en el poder hacia su candidata, resulta imposible o al menos incre’ible.
Ya desde hace mucho tiempo atras Leonel Godoy, el malhadado gobernador michoacano, perd’ia a los colores en la abierta queja de c’omo los delegados federales invitaban a Luisa Mar’ia en una burda preparaci’on de su candidatura.
Y si comenzamos con el refrán, lo podemos traducir a las actuales condiciones michoacanas: aunque la hermana se vista de seda, hermana se queda.
AEROMEXICO
No se sabe si este sexenio ser’a recordado por los muertos de la violencia sin freno o por algunas otras cosas como ‘’La Estela de Luz’’ o el fracasado arreglo del Palacio de las Bellas Artes, pero su fracaso en cuanto a la evoluci[on de la aviaci’on mexicana, es un hecho de profunda pena.
La aventura de volar por Aerom’exico es realmente pavorosa.
Llega usted a la Terminal 2 y la posici[on de salida es la n’umero 68. Ya est’an ah’i sus companeros de viaje. Hacia la puerta, opues en esa zona se agrupan otras cuatro salidas de otros vuelos en otras puertas y no hay bancas suficientes, una melodiosa voz informa del cambio de ‘’equipo’’ (eso quiere decir avi’on) y una salida ahora por la puerta 61.
Y ahi va el rebano. Cuando todos llegan les dicen siempre no. Y van de regreso a la puerta 68.
Cuando por fin se pone n de acuerdo entre equipos y puertas, el vuelo sale con 40m minutos de retraso.
El aparato es una carcacha a la cual le vibran los maleteros durante el despegue como si los tornillos se fueran a zafar y cuyos asientos son tan mullidos como los del Metro. El servicio consiste en una lata de refresco y un paquete miniatura de cacahates, eso s’i, japoneses antes de Fukushima.
Y es la ‘unica l’inea nacional. Los trinquetes tolerados por el panismo deshicieron Mexicana de Aviaci’on. De las dos sopas s’olo ha quedado una.
Retrasos, mal servicio, aeromozas jetonas, asientos inc’omodos. Y la SCT? Bien, gracias.