Si las cosas no cambian veremos de ahora en adelante cómo nacen en abundancia grupos, grupitos; organizaciones, movimientos, publicaciones de diversa índole diarios; semanarios, páginas de internet, “ blogues” (si block se castellaniza como bloque; «blog», como “blogue”, digo yo) y todo tipo de recursos de propaganda sin olvidar, claro está las entrevistas a modo, los “tapetazos” informativos de esos a los cuales la televisión y la radio nos tienen acostumbrados.
Es tiempo de caza y en el enorme coto de los medios de comunicación cada quien provee sus alforjas, carcajes, mochilas y espuertas con la herramienta y las mejores armas para sus fines.
Tenemos señores en puerta la batalla por la Presidencia de la República y si Javier Sicilia no decide otra cosa, tendremos elecciones (ya sean ignominiosas o no) y a ese sano afán debemos dedicar todos los esfuerzos habidos y por venir. Eso dicen los ambiciosos de la política. O sea, todos.
Un caballero para quien los ahorros de antaño comienzan a ser los gastos de hogaño, se prepara presuroso a competir contra quien lo puso en la antesala de la lucha electoral: Marcelo Ebrard le quiere meter no sólo una zancadilla al “Peje” López Obrador, sino también desbarrancarlo en la carrera; o sea, en castizo, echarlo por la barranca de los olvidos.
Y para eso ha formado varias organizaciones notablemente proselitistas.
La primera fue, todos lo sabemos, la “Fundación equidad y progreso”, lo cual significa cualquier cosa pero cuyos resultados hasta ahora no han dado frutos importantes. Tan es así como para verse en la necesidad de hacerle una acompañante, los “Demócratas de izquierda” membrete tras el cual se asoma la oreja del “chuchismo” más ramplón de cuantos se tenga memoria.
Como dice la vieja conseja política, si los amigos de mi amigo lo son míos también, pues sucede igual con los enemigos, entonces Marcelo azuza al Chucho mayor quien le declara una guerra casi santa a Don Andrés, de quien (no debemos olvidarlo) fue coordinador de campaña en la derrota (haiga sido como haiga sido) del 2006. A ver cóm o las va cuando choquen de frente contra el «Movimiento Nacional por la Esperanza» de René Bejarano y socios.
A Jesús Ortega el Movimiento de Renovación Nacional, el membrete de AMLO (Morena), le disgusta hasta parecerle racista y chabacano; pobrista, populista y todo cuanto antes aplaudía frente al altar y con el evangelio de la preeminencia de los miserables. Y para contrarrestar dicha estrategia de la redención política propone una izquierda sutil, dócil, maleable, a la cual le deben preocupar tanto los empresarios como los jodidos.
El problema aquí no es otro sino el desbalance: si para Ortega pesan tanto 50 millones de pobres como un trío de empresarios, tengan cuanto tengan, pues allá él.
Si a esos señores el país no les hace la justicia dictada por sus ambiciones pueden levantar sus tenderetes y salirse a otra parte con todo y su volátil capital, cuando así convenga a sus índices bursátiles o de otra categoría en el mundo de los negocios.
Pero los pobres ya no tienen a dónde ir.
Ni siquiera ahí donde algunos quisieran mandar a Chucho y a sus seguidores, pues cada vez hay menos lugares disponibles. Todo está ocupado. Pero en ese oportunista afán ya se les juntan los “Amalios” y alguna otra adherencia de busca chambas a quienes “El peje” ha despreciado.
Éste, por su parte ya suma millones en sus recorridos por el país y Los tiene censados, registrados y hasta con credenciales, lo cual, nada más significa una mayor y mejor capacidad de organización.
¿Podrá Marcelo superar en los pocos meses por venir a una organización sembrada desde hace varios años y en cuya construcción él mismo colaboró con rútilas monedas? No lo sé, pero lo vamos a ver en muy poco tiempo.
Pero en los otros frentes las cosas no son distintas: Mariana Gómez del Campo lanza el grupo «Vamos con Lujambio» con la finalidad de lograr 35 mil firmas, por lo menos, en apoyo del “destape” del secretario de Educación.
Santiago Creel organiza sus apoyos y mientras los obtiene logra dividendos de su renuncia al Senado: se coloca de nuevo en la cima de las encuestas (31%) por arriba de Ernesto Cordero (7% ) y Doña Josefina Vásquez M.(27%).
NARANJA
Si usted cree en la conversión de Convergencia como parte de la estrategia Morena, déjeme decirle esto: usted se equivoca. O al menos Luis Walton, presidente del CEN de esa organización política, lo llama a usted equivocado. No hay nada de eso, ¿cómo va a creer?
Las transformaciones son (oficialmente) “una respuesta a las reformas electorales regresivas del 2007 que cancelaron la participación de la sociedad en la toma de decisiones y concentraron el poder en manos de unos cuantos”. ¡Sopas!
Esas formas del ilusionismo no las domina ni David Copperfield.