Al pobre de mí general Emiliano Zapata lo hemos tratado cada vez peor.
Primero lo traicionó Guajardo. Luego todos los gobiernos revolucionarios a pesar del bien intencionado pero ruinoso reparto agrario del otro general, Don Lázaro. Zapata reclamaba la tierra. Cárdenas la entregó y los campesinos siguieron tan miserables con revolución como, lo eran con el porfiriato.
De la tienda de raya al Banco Ejidal, decían hace muchos años.
A Zapata lo han usado para toda clase de engañifas nacionalistas y sin embargo nunca lo habían metido preso, hasta ahora. A partir de mañana, el ayuntamiento de Cuernavaca le va a mostrar a quien pase por la entrada a la ciudad, un victorioso general en su cabalgadura, atrapado por los puentes de un distribuidor vial cuyo costo ha sido enorme.
Como todos sabemos a la entrada de la ciudad de la primavera constante, en la colonia Buenavista (hoy tiene una pésima vista) había una glorieta de tolerable funcionamiento cuando había menos vehículos.
El dicho paso resultó insuficiente (los locales la llamaban “De los 6 huevos”) y el alcalde Manuel Martínez Garrigós decidió la construcción de un sistema vial.
Pero el conjunto de puentes paralelos y curvas de desfogue no solo sirve, como en cualquier parte del mundo, para circular sino también para otras cosas hasta ahora desconocidas en la historia de la vialidad.
Al menos así lo dice Rafael Rubio Quintero, Secretario de Desarrollo Urbano y Obras Públicas quien dice: “… el presidente municipal estará entregando a Cuernavaca una de las obras de mayor impacto e historia en la ciudad, originalmente programada para su entrega en el mes de agosto”.
“Además de ofrecer una solución inmediata al gran problema de tránsito registrado con anterioridad en la zona norte de la ciudad, el distribuidor vial significa una oportunidad de impulsar el desarrollo sustentable de Cuernavaca y de privilegiar la seguridad de nuestros habitantes”.
No se sabe cómo la construcción de un par de puentes en medio de los cuales se atasca el general Zapata quien galopa contra las trabes y pilastras, pueda impedir el surgimiento de un segundo “Ponchis” o limitar el colgamiento de cadáveres de los barandales como sucedió en la glorieta de Galerías, rumbo a Guerrero.
La imaginación urbana no les da para distinguir entre una glorieta y un distribuidor vial. Al menos no le alcanzó al presidente municipal MMG cuyas siglas de propaganda en pos de la candidatura al gobierno estatal –por otra parte– ya hartan.
Si donde había una glorieta con una estatua ecuestre se retira la glorieta pues ya no hay espacio para el dicho monumento, el cual se podría haber colocado en otro sitio, quizá en un terraplén en la esquina del enorme predio de la XXIV Zona Militar.
Eso se ha hecho en todas las ciudades de México.
En el DF se movió el monumento de Cuauhtémoc; se desplazó a la Diana de Olaguíbel y los Indios Verdes han peregrinado por todos los rumbos de la capital. No pasa nada, pero no se dejan los monumentos debajo de los puentes.
En Toluca, otra estatua ecuestre de Zapata, de enormes dimensiones, fue desplazada con motivo de una obra vial, pero a nadie se le ocurrió dejar al Caudillo del Sur como perro en el Periférico, según dicen quienes describen de ese modo la confusión, la indecisión y el pasmo.
Quien va por la avenida del mismo nombre rumbo al entronque de la vieja carretera federal, se hallará de pronto con la enrome grupa de bronce, lo cual es una forma un tanto testicular de mirar la eternidad del caudillo cuya memoria nos ha servido a los mexicanos para un trapeado o para un barrido, según sea el caso.
Al general lo han hecho camiseta y llavero; lo han puesto en los “afiches” de todo tipo y no falta el grabado del Taller de la Gráfica Revolucionaria en cualquier destartalada oficina de la casi extinta secretaria de la reforma Agraria. También ha sido útil para nombrar una banda roquera de segundo orden y hasta un movimiento guerrillero de inspiración episcopal hizo famoso con su invocación al cabeza de trapo.
Y eso por no hablar de la colección cinematográfica de fracasos cuando el tema se aborda fuera de todo rigor histórico. Ni Marlon Brando (Elia Kazan) pudo superar la ridícula imagen. Ya no se diga Alejandro Fernández (Arau) o Antonio Aguilar (Felipe Cazals).
Bueno, hasta un ridículo magistrado nayarita; exhibiéndose con “hosstes” de ocasión en Cancún ha tenido el descaro de hacerse llamar Emiliano Zapata Sandoval y presumir imaginarias dotes de conquistador incontenible.
“…Cual héroe murió Zapata /Por dar tierra y libertad /A la orilla de un camino… cantaba Amparo Ochoa.
A la orilla de un camino… Debajo de los puentes.
HIPÓDROMO
El paro del Hipódromo de las Américas, primero desde la muerte de Justo Fernández y la entrega de la nueva concesión, es una especie de reflejo de nuestra mala condición política: prueba de manera indudable cómo esta de flaca la caballada.
Hasta en el hipódromo, no digamos ya en el Partido Acción Nacional o en otros.