Entre los muchos problemas del jefe de gobierno, Don Marcelo Ebrard está decidir a quién impulsará con posibilidades realistas como hombre –o mujer–, ideal para sucederlo.
Y además saber si él mismo logrará impulso para recibir cobijo de quien se lo puede dar o quitar y lanzarse en pos de la silla donde hoy se sienta Felipe Calderón.
Son dos apuestas difíciles y más complejo aun será lograrlas casi simultáneamente. Quizá la primera sea posible siempre y cuando decline de sus posibilidades y se logre entonces el milagro de una segunda candidatura presidencial para el presidente legítimo.
–¿Podrá Marcelo convencer a Andrés Manuel de hacerse a un lado por el bien de un proyecto de salvación nacional, como lo plantea el “Morena”? Es duro creerlo. No se recorre el país hasta en dos ocasiones, persuadiendo, educando, indoctrinado; afiliando y organizando gente nada más para ponerle la mesa a un ex empleado cuya carrera en buena parte se debe a su magnanimidad.
Derrotar a la oligarquía por la vía pacífica y electoral, pide AMLO en sus promocionales radiofónicos con cargo al tiempo de Convergencia, mientras los constructores de la “nueva izquierda” proponen otra cosa: la asociación productiva con el capital a la manera de Lula da Silva.
Hoy en la ciudad vemos algunos de los resultados de esa alianza: un panista de pésimos antecedentes como delegado en Miguel Hidalgo, convertido en “factótum” de la Secretaría de Obras y un ex secretario “churumbel” de López Portillo en auxilio de los capitalistas españoles (en contra de los dispuesto por la Constitución en el artículo 32), como si no pudiera la ingeniería mexicana construir un segundo piso sin tirar al piso los cetáceos de concreto.
Pero ante la evidencia de cómo naufraga Mario Delgado ya hay un hombre cuya mano se alza desde hace varios meses en pos de la oportunidad: el senador Carlos Navarrete cuyo informe de labores del primero de agosto será aprovechado para dos cosas: hacerse un escenario a modo en el WTC para seguir los pasos de Creel y construir un acto de campaña sin riesgos de punible anticipación electoral.
Ya hay por la ciudad anuncios espectaculares con la vera efigie de don Carlos y por las calles jóvenes con camisetas de propaganda reparten volantes y papeles donde se anuncian los propósitos de Navarrete.
Habla el senador de una Reforma Política para el DF; lo cual poco le dice al ciudadano cuyo auto se ha caído en un hoyanco, su calle rebosa basura y su Metrobús lo hace sentirse sardina.
¡Una Constitución para el DF!, nos quiere vender Don Carlos, con lo cual no hace sino exhumar una demanda demasiado vieja como para considerarla básica en una ciudad oscilante entre el desastre ecológico, la ilegalidad crónica y el bandidaje en la obra pública.
Ya durante seis años la administración actual olvidó el asunto constitucional. El encargado de coordinar el trabajo jurídico de la ley suprema del DF, Rojas Díaz Durán, terminó como Secretario de Turismo promoviendo la amistosa condición capitalina frente a los homosexuales de aquí o de allá o en la cuidadosa organización de fiestas masivas de quinceañeras con crinolina.
“Con una Constitución propia –explica Navarrete a sus potenciales electores–, será la Asamblea Leguslativa del DF y no la Federaci+ón la que establezca el presu´puiesto de nuestrao gobierno y su capacidad de endeudamiento. Con la necesaria reforma polírica manejarem,os nuestra propia riqueza para emprender proyectos locales (generación de empleos, por ejemplo, que tanta falta hacen).
Navarrete plan tea seis puntos para avanzar en el proyecto legislativo de la ciudad, lo cual quizá sea muy importante pero no tiene ningún peso en el catálogo de los proyectos masivamente atractivos.
No lo podría demostrar por ahora pero si se le pregunta a la ciudadanía capitalina si alguien sabe este asunto de los matices constitucionales del DF, por lo menos 90 por ciento no conoce nada de ese rollo ni le interesa.
PABLO
El diputado Pablo Escudero (PV) ha dicho: le debemos entrar al asunto de la “Estela de luz” a fondo. Resolverlo, limpiarlo, dejarlo claro y (si se vale la tautología) iluminarlo y transparentarlo.
Suena bonito pero a pesar de la escandalera nada habrá de ocurrir.
Cuando todo llegue a los cielos, una voz de arriba repetirá como dijo Rupert Murdoch; yo no sabía nada.
Caerán dos o tres chiquitos y la limpieza anhelada no se conseguirá. Pero al menos el diputado Escudero ha dado la cara frente a los titubeos de Alonso Lujambio quien encuentra dificultades (por lo menos en la tele) hasta para explicar lo más sencillo.
1.- ¿Quién decidió el sitio?
2.- ¿Quién permitió violar la convocatoria y premiar una torre en lugar de un arco? ¿Dónde estudio geometría?
3.- ¿Quién metió a los Gutiérrez Cortina en el negocio sin licitación ninguna?
4.- ¿Dónde está la bitácora de la obra; quién la autorizó y quien respaldó su “avance” o no denunció su atraso?
5.- ¿Cuáles son las penalizaciones al constructor incumplido?
6.- ¿Cuándo comenzaron los estudios de mecánica de suelos?
Podría hacer más preguntas, pero nadie las quiere contestar. Prefieren acurrucarse en su evidente ridículo: esa obra debió estar lista el 15 de septiembre del año pasado. Ni eso pudieron.