Quizá no haya necesidad de probarlo ni lo anterior requiera los rigores de la prueba. Hay cosas evidentes.

Posiblemente medio mundo esté de acuerdo con los buenos resultados de Felipe Calderón durante la semana en cuyos provechosos días ocurrió en el calendario católico, el “Jueves de Corpus” aniversario indeleble en la historia de los abusos del poder a cuya velado y amenazante regreso se refirió recientemente el orador memorioso de Stanford.

En el jueves de Corpus de 1970, los paramilitares apalean y balacean a inermes estudiantes.

En el jueves de Corpus del 2011, los disidentes, los opositores a la estrategia de seguridad del gobierno, son recibidos con solemnidad y decoro; con calor humano y respeto, para escuchar cómo le exigen al Presidente de la República la limpieza de un país manchado con la sangre de 40 mil difuntos, buenos o malos, pero cadáveres al fin y terminar juntos en un abrazo católico.

Pero los éxitos se dieron tanto en lo doméstico como en lo foráneo.

Lo alabaron los colombianos dóciles ante el imperio americano y lo celebraron los funcionarios del gobierno estadunidense quienes en extrema hipocresía simulan indignación contra los irresponsables del “Fast and furious”; la policía mexicana, solícita y contenta le informó cómo habían capturado al “Chango”; temible cuadrumano con cuya prisión se le pone fin o al menos merma significativa al poderío de la “Familia Michoacana” y hasta hubo tiempo para castigar –dijo— a los responsables del fiasco tijuanense. Gruñidos de xoloscuintle.

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Y aquí si se me permite valga una digresión. En las democracias modernas, por lo visto, los presidentes republicanos podrían formar un club de ignorantes.

Barack Obama no sabía nada de la “Operación rápido y furioso”. Felipe Calderón no es consultado para una incursión con repercusiones políticas en Tijuana y no tiene más allá de molestarse y castigar. Veamos.

“Antes que nada—dijo Obama a Jorge Ramos–, (Univisión), no lo autoricé. Eric Holder, el fiscal general (una especie de “Mariselo” gringo), no lo autorizó. Él ha sido muy claro que nuestra política es la de atrapar a quienes contrabandean armas y meterlos presos. Así que lo que se ha hecho es designar un inspector general para que investigue exactamente qué fue lo que pasó”.

FCH en Chapultepec:

–“…Sí, me hubiera gustado que los hechos hubieran ocurrido de otra manera, que todos los eslabones jurídicos estuvieran debidamente cuidados. Me hubiera gustado saber en el momento en que estaban ocurriendo esas cosas y no fui enterado, (al grado de que) me molesté mucho y, por supuesto, apliqué las medidas disciplinarias correspondientes” (Crónica).

Limpio el plumaje; mefítico el pantano por donde cruzan la imprudencia y la desinformación. Alabado sea.

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Pero más allá de estos pequeños problemas de ejecución, evidentemente el mejor momento del presidente ha sido, hasta ahora, su reunión con el grupo de romeros de la paz y la dignidad con justicia al frente de los cuales con sombrero de alas gachas Javier Sicilia ha recorrido medio país para recopilar los testimonios de los dolidos mexicanos cuyos hermanos o padres; madres o hijos han caído en este lucha incesante del Estado contra sus enemigos y los enemigos de la sociedad y reclamar para la sufridora patria una paz con justicia y dignidad.

Esta reunión debe ser vista desde varios ángulos.

El primero, quizá, la respuesta hábil ante un reclamo justo.

Eso, expresado en términos exclusivamente de pragmatismo y utilidad política (y electoral a la postre), es una jugada conveniente cuyo mayor éxito sería convertirla en una prolongada actitud convincente.

Permitirle al adversario o al opositor o al crítico un acercamiento, tomarlo en cuenta, escucharlo y después decirle los motivos de la firmeza con la misma hondura emocional de la solicitud, con las mismas palabras si es necesario. Las cosas no van a cambiar. Punto. “Jiu-jitsu” puro.

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Hace varias décadas estuvo muy de moda un libro de imaginación política. Yo lo leí en diciembre de 1976. Se trata del “Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu”, escrito por Maurice Joly un hombre del siglo XIX, de vida tempestuosa y muerte por mano propia.

En una de sus partes se refiere este diálogo:

MAQUIAVELO

–“Sí, porque allá, en los bajos fondos del terror, existen secretos atroces para la mirada. Os eximo de cosas más espantosas que las que habéis oído. Con el sistema que organizaré estaré informado tan completamente que hasta podré tolerar maquinaciones culpables, pues tendré en cada minuto del día el poder de paralizarlas.”

MONTESQUIEU

— “¿Tolerarlas? ¿Y por qué?

MAQUIAVELO

— “Porque en los Estados europeos el monarca absoluto no debe hacer un uso indiscreto de la fuerza; porque siempre existen en el fondo de la sociedad, actividades subterráneas contra las cuales nada puede hacerse mientras no se manifiesten; porque es indispensable evitar con sumo cuidado alarmar a la opinión pública respecto de la seguridad del poder; porque los partidos cuando se ven reducidos a la impotencia, se contentan con murmuraciones y sarcasmos, y pretender desarmar aun cuando fuera, su malhumor constituiría una locura. Aquí y allá en los periódicos se harán oír sus quejas; intentarán alusiones contra el gobierno en algunos discursos, en ciertos alegatos; darán, con pretextos diversos, algunas débiles señales de existencia; todo ello, os lo juro, muy tímidamente, y el público, si es que se entera, no podrá menos que reírse.

“Pensarán que soy muy bondadoso por tolerar semejante situación; si, pasaré por bonachón. ¿Veis ahora por qué razón estoy dispuesto a tolerar todo aquello que, por supuesto, considere que no entraña peligro alguno. No quiero que nadie pueda siquiera pensar que mi gobierno es receloso.”

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Tras esta lectura, esta otra se aprecia diferente de su momento original. Cuando la mayor exigencia ética y política del grupo era pedirle perdón al país, el jefe del Estado responde de manera impecable. Fue casi como un cambiado por la espalda en la plaza de Las Ventas.

“… Sí, efectivamente, el Estado tiene una responsabilidad, y tienes razón, el no haber cumplido en todos los órdenes de Gobierno con su deber de proteger la vida de las víctimas.

“Y, en ese sentido, todos los que integramos el Estado, y cada quien en su grado de responsabilidad, somos responsables, y coincido que debemos pedir perdón por no proteger la vida de las víctimas.

“Pero no por haber actuado contra los criminales, que están matando a las víctimas. Eso, definitivamente, es un error. En eso Javier, sí estás equivocado.

“Sí, sí es de pedir perdón por la gente que murió a manos de los criminales, por no haber actuado contra esos criminales.

“Pero si de algo, de algo en todo caso, me arrepiento en eso, no es de haber enviado Fuerzas Federales a combatir a criminales, que nadie combatía porque les tenía miedo, o porque estaba comprado por ellos”.

Y luego:

“…No hay violencia porque estén ahí las Fuerzas Federales. Las Fuerzas Federales están ahí porque ahí hay violencia, una violencia que las autoridades locales no pudieron controlar, que las rebasó. Para una presencia Federal cuya ayuda solicitaron, y es el caso de Juárez, donde el enfrentamiento entre cárteles precede a la intervención de la Fuerza Federal, como es el caso de Monterrey, o como es el caso de Tamaulipas, donde la acción del Estado es consecuencia y no causa de una violencia preexistente”.

Las líneas anteriores guardan muchas lecciones en el manejo de una circunstancia política cuya diseminación podría haberla convertido en un foco de perturbación política sobradamente inconveniente cuando faltan doce meses para las elecciones federales y es precisamente la violencia el mayor pasivo electoral del gobierno del Calderón, sumado a la poca eficacia de su partido.

Si no se puede corregir lo segundo, bueno es maquillar lo primero.

Hoy los sicilianos ya no son una amenaza. Se han convertido lo sepan o no, en aliados con los cuales ya se establecen mecanismos institucionales mixtos de seguimiento de los problemas de la inseguridad y la injusticia.

“Y si está de acuerdo, ¿cuándo nos vemos, señor Presidente? –le dijo Sicilia–, proponemos en tres meses y hagamos una comisión de seguimiento para trabajar juntos.

“Porque si no vamos a quedar, precisamente, en lo que siempre quedamos, buenas intenciones y no hay cumplimiento. Y nosotros queremos, verdaderamente, ahora sí, una participación ciudadana, en lo que respecta al Poder Ejecutivo; pediremos lo mismo para los otros poderes.

“Yo lo invito, lo invitamos todos, a través de mi voz, a que nos veamos en tres meses con una comisión de seguimiento, para trabajar, tanto en la parte de las víctimas, estas dos cosas, como en la cuestión de seguridad, si a usted le parece pensar otras estrategias, creo que podemos hacerlo”.

Otra enseñanza notable guarda relación con la tolerancia, no como virtud ética o política, sino como herramienta en la conservación del poder.

La necesidad de permitir, tolerar, conducir y cuando es necesario (siempre es necesario) encapsular y asimilar a los movimientos sociales, especialmente los de alta capacidad propagandística, como es el caso del grupo siciliano cuya inspiración de catolicismo militante lo hace guardar relación con muchos símbolos en los cuales también fue rebasado por Felipe Calderón, católico militante él mismo, pero con diferente orientación.

Cuando Sicilia, tras el abrazo pacifista y pacificador, tras las reclamaciones, explicaciones y mutuas ofertas y peticiones de perdón (el más cristiano de los valores) le regala un escapulario obtenido como reliquia en su marcha por la interminable ruta del dolor, Calderón le ofrece los poderes casi taumatúrgicos de la oración; le habla de rezar un rosario en memoria del difunto, y en ese oficio de milagrería religiosa, el presidente se humaniza frente a quien ha “humanizado” y poetizado la protesta política. Fe, esperanza y caridad. Yo pecador me confieso…

Una jugada magistral. No importa si fue producto de la inspiración repentina o el estudiado análisis de las posibilidades.

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La consejera del Instituto Federal Electoral, Macarita Elizondo Gasperín, ha dejado un antecedente de alta importancia en la bizantina discusión sobre cómo se aplica un derecho cuyas reglas de aplicación no existen.

Obviamente me refiero al asunto del tan traído y llevado “Derecho de réplica”, vigente en la Constitución, pero nunca reglamentado para inconveniente abono de la confusión a veces interesada de comunicadores y burócratas.

“La normatividad que sobre la materia emita el Instituto —ha dicho–, sólo habrá de tener validez siempre que esté sustraída de la ley que habrá de emitirse por mandato del legislador; esto es, el IFE sólo podrá regular normativamente cualquier aspecto sobre el derecho de réplica, únicamente cuando el Congreso de la Unión haya expedido la ley de la materia.

“Por lo anterior no puedo acompañar la propuesta de regular el derecho de réplica en el Reglamento de Quejas y Denuncias, por lo que en su momento emitiré mi voto por escrito que detalla con precisión el fundamento y motivación de mi disenso y pido que sea agregado a este acuerdo en caso de ser aprobado en sus términos”.

Lo anterior debería ser suficiente para calmar a quienes le quieren dar al IFE (al incompleto IFE) capacidades legislativas de las cuales carece.

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Arrollador el cierre de campaña de Eruviel Ávila en Toluca.

Ni la propaganda negra ni las embestidas del panismo, ni los medios contrarios, ni el estéril amago de conflicto post electoral de quienes llegaron (con 18 años de frustración en la valija) derrotados a la contienda, le han restado fuerza a su candidatura.

El siguiente paso será únicamente suyo cuando se trate de gobernar, no de ganar una elección, caminando, como dijo Lavolpe.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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