Quien emprenda la compleja y áspera empresa de escribir la historia de México en este sexenio como en su tiempo hizo Salvador Novo quien nos legó los detalles de la vida en México en varios periodos presidenciales tendrá necesariamente dos palabras como nervio de su extenso tomo: muerte y ruptura.
De lo primero no hay mucho por explicar: las cifras hablan. Cuarenta mil calaveras nos miran sin ojos con sus cuencas vacías.
Pero para ver el resto, en el entristecido espejo no podrá sino parafrasear a Bernardo de Balbuena y escribir la “Tristeza mexicana” pues en tiempos recientes nada nos queda para invocar una grandeza quizá nunca conocida.
“…En la calle se palpa –dice Cercas al analizar la placenta del golpe abortado en España (1980) — una mezcla de inseguridad pésimo y miedo.” Como aquí.
Hoy estamos a doce meses y pico de las elecciones federales (cuyo riesgo de cancelación esta columna ha llegado a suponer) y el ambiente político no podría estar peor.
Ya no se trata nada más de la natural rijosidad entre partidos (ni siquiera las pugnas internas en todos ellos) lo cual es obvio y hasta cierto punto indispensable, sino la frecuencia de la insidia y el encono en contra de los adversarios y las cada vez más notables directrices ejecutivas para minar (¿exterminar?) a los enemigos históricos.
A estas alturas ya queda más claro: la tesis purificadora del gobierno federal y la única plataforma axiológica para sostener su guerra contra el crimen organizado en los terrenos de la política (así sea con disimulo y a control remoto) , consiste en impedir el regreso del partido durante cuya prolongada hegemonía todo se toleró y todo se fomentó hasta llegar a los horrorosos límites actuales, para cuya corrección hacen falta la fuerza de las instituciones (principalmente el Ejército) y la cancelación de la oportunidad de retorno de quienes nos dejaron estas tristes y peligrosas condiciones de complicidad.
Implica cegar el manantial del delito como forma de sobrellevar la política.
Y esa es la herencia del PRI –dice la tesis presidencial– y permitir su regreso al poder es el mayor peligro para el futuro de México.
Por eso la captura de Jorge Hank es un ejemplo perfecto de cómo se eslabonan estos elementos. Se trata de un golpe magistral e inmejorable. Si no se puede hallar en todo el país un ejemplo más completo de los excesos del priísmo, Hank se convierte en aliado involuntario cuya captura prueba todas las tesis sobre el caos por venir y el volumen residual de la corrupción.
Su opulencia, el origen de sus caudales (los propios y los heredados); su extravagancia dispendiosa, su feudalismo de casinos y pistas de caballos y perros, su devoción por la ofensiva faramalla y en general su imagen y su leyenda negra, lo hacen el blanco perfecto para probar lo necesario de evitar los riesgos por venir.
Si quitamos de este análisis los elementos jurídicos y los detalles del allanamiento, a todas luces irregular, nos quedamos nada más con el cogollo político el cual resulta altamente rentable para los fines del panismo: unir simbólicamente dos premisas:
¿Hank es priista?, ¿Hank es delincuente?, luego entonces todos los priístas son delincuentes. Sofisma de estudiante de lógica en la preparatoria pero argumento eficaz a fin de cuentas. Las verdades a medias convencen completamente.
En este clima vale la pena incluir entonces como una fecha notable la del pasado viernes, cuando en una abierta (y previsible) cancelación política, Humberto Moreira, presidente del PRI alza la pica con estas declaraciones:
“Estoy asombrado realmente a que existan dos posiciones: una del Presidente de la República que convoca a participar con él, a que trabajemos por las grandes reformas y el avance que requiere el país y hay una actitud totalmente distinta de algunos de los miembros de su gabinete que están provocando, intentando entrar en discusiones estériles políticas…
“…el tiempo es muy corto para lograr las grandes transformaciones que el país requiere, por lo que el PRI dedicará lo que resta del año y el primer trimestre de 2012 a concretar acuerdos para consolidar el avance nacional.
“Pero cómo concretarlos cuando existen secretarios del gabinete federal que están en la provocación directa a algunos sectores políticos del PRI, contra gente como el gobernador del Estado de México, que lo único que hace es trabajar por su entidad…
En esta amenaza hay cosas confusas. ¿Cómo le va a dedicar tiempo el PRI a la construcción de acuerdos sin tener quién acordar dadas estas actitudes del panismo? Pensar en el PRD sería perder el tiempo.
Y en este sentido de la urgencia ante el agotamiento del tiempo y al avance de la opción electoral priísta encarnada por Enrique Peña Nieto a quien los golpes le llueven por sí o por no, el PAN-Gobierno podría tener un plan sistemático mensual elaborado por los más rudos.
¿Cómo se alimentaría la caldera del rechazo con la captura de Ulises Ruiz en julio, Eugenio Hernández en agosto; en septiembre, Julio César Godoy Toscano( para variar); Mario Marín en octubre (cuando arranca formalmente el periodo electoral) e Ismael Hernández en noviembre.
Quizá pudieran descansar en diciembre, pero el año 2012 comenzaría lleno de luz y promesas de triunfo: en enero podrían remachar con Arturo Montiel.
Y después, el diluvio. Una incontrolable reacción en cadena. El país en la excepción. ¿Sueños de una noche de verano?
Peor, pesadillas en la primavera
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El avance jurídico y social de los Derechos Humanos en México, ha sido realmente veloz. En veinte años, desde la creación de la Comisión Nacional hasta ahora, mucho se ha avanzado.
La semana anterior fueron promulgadas las modificaciones constitucionales por las cuales el Estado no otorga garantías, sino reconoce garantías.
Durante la ceremonia efectuada en Los Pinos, fue notable la intervención del senador Manlio Fabio Beltrones.
“A partir de hoy, la persona ocupa el centro del sistema jurídico y los derechos humanos, en su más amplio sentido y alcance; son inherentes a las personas y anteriores y superiores, al Estado y no se pueden revocar, suspender o restringir. Y ahora se integran a los principios que rigen la conducción de la política exterior”.
El derecho del individuo es superior al derecho del Estado. Ni más ni menos. Y sigue:
“Subrayo el sentido de oportunidad que acompaña a esta reforma constitucional, porque uno de sus propósitos centrales es fortalecer el régimen constitucional de derechos y garantías ante los riesgos que el Estado enfrenta en la lucha contra el crimen organizado transnacional; así como fomentar la cultura de los derechos humanos en el sistema educativo nacional”.
“La regulación constitucional de la suspensión de garantías establece que a solicitud del Ejecutivo Federal, corresponde al Congreso autorizar una suspensión acotada de derechos y garantías con la estricta supervisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de los decretos emitidos al respecto”.
Ante las tentaciones de suspender garantías (sobre todo en el norte del país y aun en Michoacán) no podía ser más necesaria esta definición constitucional.
El presidente ya no se podría saltar al Congreso y a la Corte a “la torera”.
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Muy diferente del “hankazo” el caso del ex gobernador Pablo Salazar, en Chiapas. Ahí no se trata sino de viles raterías de un hipócrita impresentable.
Aquí no fue un allanamiento a la casa del Creso. No, aquí se deben analizar los antecedentes de una pandilla organizada en forma de gobierno (por cierto hijo de la múltiple alianza anti priista y evangélica), muchos de cuyos integrantes están en la cárcel desde tiempo atrás:
La ex directora del Instituto de la Vivienda, Socorro Domínguez Aguilar; Daniel Flores Cancino, Tadeo Romero (asesores), así como los ex alcaldes de Bellavista, Marbel Gabriel Pérez, y de Ángel Albino Corzo, Magdalena Díaz Molina; los ex síndicos de Mapastepec, Leónides Cortés Lozano; Mazapa de Madero, Adonai Jesús González de la Cruz, y Pijijiapan, José Chang Sánchez, y como “cereza” en el pastel, el ex fiscal antidrogas de Ernesto Zedillo, Mariano Herrán Salvatti, acusado de asociación delictuosa, peculado, ejercicio indebido del servicio público y abuso de confianza en perjuicio del erario chiapaneco.
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Impresionante la escultura de Sebastián (quince metros de altura; diez toneladas de peso) en la Normal de Maestros para conmemorar el “Halconazo” de 1971.
Sobre una roja “X” reclinada o caída (forma recurrente en sus piezas recientes, como la “Cruz de Juárez” o la “Acacia de Xalapa”) se alza una columna de flores perfiladas sobre los glifos de los rumbos universales como interpretación del nahui ollin.
Las flores son a la vez los libros y los jóvenes. La pieza se llama “10 de junio no se olvida”)
“Sebastián” participó tanto en el movimiento de 1968 como el las protestas del Jueves de Corpus. En aquel tiempo era desconocido y todavía no se llamaba así. Le decían “El Chihuahua” y se abría paso a puñetazos (literalmente) en el medio artístico mexicano.