Por alguna extraña razón no hay delito en el cual no participe un policía o un ex policía. Ya sea un secuestro, un trasiego de enervantes, un chantaje, un contrabando, una trata, la operación de un burdel o un lavado y planchado de dinero negro
Mañana habrá manteles largos en la Secretaría de Seguridad Pública.
El gobierno federal, en eco fiel de la opinión mayoritaria de los ciudadanos, sin hacer caso a los redentores insatisfechos, ha decidido honrar a las fuerzas federales, dedicarles un día para el festejo de sus afanes, darles premios, distinciones, reconocimientos y envolverlos en los tibios satenes y algodoncitos de la gratitud nacional.
Y sí, en verdad la República necesita reconocer a sus mejores hijos. Pero este decreto presidencial peca de injusto. ¿Premiar nada más a la Policía Federal? Bueno, muy bueno, pero ¿y las demás?
Si algo nos sobra en México son policías para honrar y reconocer.
Esta columna, con el calendario en la mano, halla aun fechas susceptibles de ser utilizadas para tan singular esfuerzo de gratitud nacional.
Deberíamos dedicar un día también para la Policía Militar, otro para la Policía Auxiliar, uno más para la Policía Preventiva, otros para los policías municipales, ocasión para las ministeriales, jornada notable de reconocer al policía de Barrio, al Policleto, al policía naval, al charro de la Alameda Central, al policía judicial y también al fiscal, al de Caminos, al náutico de Xochimilco, al policía en patines de Marcelo, al oficial de turno cuyas habilidades se dan en el patín del diablo motorizado como se llaman los aparatos para circular de pié. Segway, les dicen.
Y no hemos sumado a los agentes de seguridad privada, quienes sin ser en verdad policías se comportan como tales. En fin…
En México tenemos muchos policías. Y también muchos delincuentes.
Por alguna extraña razón no hay delito en el cual no participe un policía o un ex policía. Ya sea un secuestro, un trasiego de enervantes, un chantaje, un contrabando, una trata, la operación de un burdel o un lavado y planchado de dinero negro.
Eso nos demuestra la superioridad intelectual de los policías mexicanos, su doble funcionalidad. Mientras en Scotland Yard o la Sureté nomás sirven para operar en la legalidad, en México los habilitamos para una doble operación. Sirven para un derecho y para un revés. Son duales.
Por eso se merecen un día para cada corporación.
Y si al final de todo esto, cuando se hayan agotado los discursos y los ditirambos del elogio infatigable, quedan tiempo y ganas, pues ojalá y instituyamos alguna vez el “Día del ciudadano”.
ANEMIA
La Fundación Gonzalo Río Arronte, con el concurso de las secretarías de Salud y Educación Pública, Fomento Social Banamex y el Instituto Nacional de Salud Pública, levantó en 2008 una magna encuesta nacional para conocer el estado nutricional y de salud de los estudiantes de primaria y secundaria.
La muestra fue tomada a mil quinientos alumnos de secundaria y mil de primaria por cada estado de la República.
La vastedad de datos es impresionante, pero de ellos algunos han llamado la atención de esta columna y seguramente de cualquier lector: el diez por ciento de los niños mexicanos en edad escolar está anémico.
Además hay una fuerte incidencia de poca estatura, más severo de como era en el 2004.
Hay estados, como Chiapas, por ejemplo, donde los niños y niñas miden en promedio 123.8 centímetros. Pero el conjunto nacional no es en ningún sentido alentador: la talla promedio es de 159.7 centímetros para los varones y 154.4 para las mujeres.
Pero donde las cosas se ponen más graves en el sobrepeso: afecta al 19.8 por ciento de los niños y 21 por ciento de las niñas.
Gordos, chaparros y desnutridos.
¿A dónde va un país con esa juventud? ¿No sería mejor dedicarse a resolver estos problemas en lugar de otros de dudosa utilidad inmediata?
Claro, siempre queda la mexicana solución de incluir en el calendario el Día del Niño Gordo, la Niña Chaparrita y el Adolescente Anémico.
CAMPOS
Con todo y la diplomacia del párrafo segundo, la casa Mitofsky nos informa de la paulatina baja en la aprobación presidencial.
“…En lo que respecta a la aprobación ciudadana por el presidente Calderón, después de 54 meses de gobierno la población se encuentra dividida 49% aprueba su trabajo y un similar 49% lo desaprueba; esta es la primer medida trimestral que baja del 50% situación que ocurrió durante todo el trimestre (la reportamos en marzo, abril y ahora en mayo).
“No está de más recordar que la aprobación que los ciudadanos muestran hacia sus gobiernos NO es la evaluación de su gestión en términos objetivos ya que no considera los logros sino la forma en que los ciudadanos lo juzgan, a veces injustamente, pero sí podría explicar la solicitud del Presidente a sus delegados en los estados para difundir su trabajo”.
El presidente, querido Roy Campos, no les pidió difundir su trabajo, los conminó a promover una causa. Cosa muy diferente.
TARDE O NUNCA
Salgan estas tardías condolencias a los familiares de mis amigos de Radio Fórmula fallecidos recientemente. Giovanita y Ramón Sáenz.
racarsa@hotmail.com