Ya llevamos demasiado tiempo de escuchar bienaventuranzas a la pobreza. Nos lo dijeron desde la montaña en el célebre sermón cristiano y desde entonces nos lo han repetido hasta la fatiga –de quien oye, no de quien habla–, todos los políticos, dirigentes y predicadores de laya diversa y buena o mala imagen.
Los llaman hermanos, los hacen suyos y frente a la multitud hambrienta nos lo dicen y repiten: bienaventurados los pobres porque de ellos es el reino de los Cielos.
Sí, pero mientras, en este reino, echemos sobre sus espaldas los miles de discursos promisorios y benefactores. Y sobre todo digámosle a los ricos, a los usureros y agiotistas; a los banqueros, pues, cuánta es su miopía si no miran las bondades de prestarles monedas a los desposeídos, quienes de seguro seguirán siéndolo pero con crédito y plazo cumplido y exacto.
–Aquí somos pobres pero muy honrados y las deudas las pagamos, ya lo dijo el señor Lula da Silva.
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Colman los señores de la tabla del interés compuesto y la tasa variable los linderos del desvencijado puerto de Acapulco y en él celebran la sesión anual de su asociación bancaria.
Les extienden invitaciones forzosas a los políticos prominentes quienes no desean malquistarse con los señores del capital. Y todos van formados a rendirles honores a quienes poco lo merecen.
No llevan anillos de brillante en la nariz, como aquel Gastón Billetes de Abel Quezada, pero si despliegan la evidencia de sus capitales y para ofrecer un quemón de su talante, se traen al político latinoamericano más famoso de los últimos años, el exitoso, el maravilloso, el inigualable Lula da Silva quien convirtió su apodo de crustáceo en el bisílabo más famoso del mundo político.
Lula, el obrero cuyo talento pudo meter el mundo entero en sus bolsillos, se echa a la bolsa a un auditorio facilote capaz de aplaudirle a él y también confundir a Paulo Coelho con el profeta de nuestros tiempos.
“El problema que vemos hoy en día en el mundo –les dice a los financistas eros–, es la falta de decisión política, no es un problema económico, es decisión política… ustedes que son hombres de negocios, que trabajan en bancos, en la industria y en el comercio saben que parte de la violencia que vive México no ha surgido ahora, tiene su origen en la cantidad de años en que los más pobres fueron tratados sin atención aquí, en Brasil, en Honduras y en un montón de países”.
Y los banqueros le aplauden y le dicen sí señor, claro está, si yo siempre lo he dicho, ¿ya viste?; nos ha dado una verdad de a kilo, esa si es una atinada izquierda, no como esos remedos mesiánicos tan frecuentes por aquí; eso es hablar claro, de veras señor Lula no sabe cómo se lo agradecemos, ¿me deja tomarme un a foto con usted?
Y mientras eso sucede aquí, donde Lula recibe un trato de “Pop star” y todos quieren con él la foto del recuerdo cuya copia bien cuidada y planchada colgarán junto a la de Mick Jagger o Shakira en el museo, otro ícono como les dicen ahora a los famosos más célebres, el ubicuo “Bono” de la banda irlandesa “U-2”, con todo y gafas ahumadas, se hace recibir por doña Dilma Rousseff quien como todos sabemos es la heredera del señor Lula cuya exitosa gestión le alcanzó para casi sentar automáticamente a Dilma en la silla presidencial del Palacio de la Alvorada en cuya capilla todos oraron por los niños asesinatos en una escuela hace pocos días.
Pero Bono abogó por el compromiso de los gobiernos cuya buena entraña signifique hacer algo por los enfermos con inmunodeficiencia y –faltaba más— los pobres.
Hermoso destino el de los expresidentes con buenas agencias de relaciones públicas más allá de sus encargos pasados. Nadie les escribirá nunca las páginas amarillas de la condición del rechazado ni mucho menos se llenarán los diarios con críticas a su trabajo pasado o presente pues ellos, ya lo sabemos, se han convertido en los reyes del diagnóstico, del pronóstico y de la terapéutica.
Los poderosos de ayer son los conferenciantes del presente y el mañana y sus ensayos verbales, casi siempre anodinos y repetitivos (como en otra escala hacía Camilo José Cela cuyo discurso del Nobel lo repitió en cuanto foro tuvieron la ocurrencia de contratarlo), adornan conferencia nacionales o internacionales y hasta celebraciones casi centenarias como esa por los XC Años de la Sectetaría de Educación Pública hace unos cuantos días y en la cual escucharon todos los solemnes invitados al inigualable Felipe González, con su excepcional verba andaluza, flor de la raza calé y olé.
Y por ahí van esos señores como Bill Clinton o en otros años Mijail Gorbachov ante quien la palabra Chernobyl estaba prohibida o el ecologista universal Al Gore quien como todo buen actor hasta un “Oscar” lleva en la valija y en ligas menores pues Aznar, Zedillo o Álvaro Uribe.
Todos hábiles para presentarse a decir aquello imposible en sus años de gobierno; legalizar las drogas o acabar con la pobreza.
Siempre asequibles ante un auditorio propicio para cobrarle en dólares. Expertos en llevar al oído las palabras esperadas por quienes los escuchan y quienes los han patrocinado casi siempre con gordos cheques en dólares y con varios ceros. Cincuenta, cien, ciento cincuenta, doscientos mil.
Vean por los pobres, les dicen: cuiden la educación, les recomiendan. La sociedad humana es sagrada, los pueblos deben superarse, la cultura es la clave, sin ciencia no progresaremos.
Infalible bandoneón de los lugares comunes.
–¿Oíste a Lula? ¡Qué chingón!
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Y todo eso en Acapulco donde el rencor se pasea de Caletilla a Punta Diamante.
Les han quitado el tianguis turístico y el gobernador ni las manos metió. ¿Para eso declinaron por él los panistas? ¿Para eso traicionaron al PRI?
Ángel Heladio, vestido de amarillo bilis, no pudo hablar con Felipe Calderón para decirle oiga, mire usted esta señora secretaria de Turismo quizá haya sido eficaz en el negocio de reservar boletos de avión, pero con esta decisión nos acaba de otorgar un reconocimiento oficial a la violencia superior a cualquier campaña de prensa; ¿no se enteró doña Gloria de la Iniciativa México? Por cierto ayer en un “rally” en Chihuahua se volcó sin consecuencias Emilio Azcárraga.
¿Y ahora cómo les decimos a los medios, oigan, echen la mano, bájenle tantito al ruidarajo de los decapitados y a las balaceras y al incendio del centro comercial? ¿Cómo si el gobierno federal en vez de ayudarnos y mejorar la fuerza pública reconoce la consecuencia inmediata de la peligrosidad del puerto y se marcha con el tianguis y la música a otra parte?
Bueno no sean egoístas, quizá lo lleven a Ciudad Juárez, a Monterrey, a San Fernando, Tamaulipas o a Cuernavaca, al fin y al cabo si algo sobra en esta hermosa y mal llamada provincia mexicana ojerosa y pintada, son sitios tranquilos donde hacer el tianguis del turismo.
Y por si algo faltaba, esta nota de ayer:
“El Consulado de Estados Unidos en Matamoros alertó a sus connacionales a evitar transitar por las carreteras de Tamaulipas, al considerar que representan un alto riesgo para los viajeros, y denunció la desaparición de un norteamericano.
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De pronto la maquinaria pesada se echa a andar. Doce gobernadores, para cólico de Gustavo Madero, se presentan a una simple toma de protesta en Toluca. ¿Simple? Dejó de serlo.
Erubiel Ávila (cuyo nombre lo acerca a Uriel el arcángel mayor quien junto a Miguel, Gabriel, Rafael, Chamuel, Jofiel y Zadkiel forma el grupo de intercesores poderosos y protege a los laborantes) formaliza el pacto de la indestructible unidad priísta y se lanza en pos del voto con el más impresionante cobijo visto en años cercanos.
¡Duro, duro!; gritan los acarreados y los convencidos y todo mundo y por donde quiera las camisas rojas lo mismo en los militantes o en los ex gobernadores mexiquenses quienes en acto de disciplina se forman en la primera fila como arcángeles, sin espacio para ningún Luzbel y luego se suben al templete con entusiasmo casi primerizo y le alzan la mano al ungido.
Y Eruviel se muestra como uno más de la tropa. Todo se los debo a ustedes que me han dado la confianza. No los voy a defraudar, voy a cumplir con este compromiso, y anuncia la continuación del compromiso ante notario público. Y tiende de la mano para una lid política limpia, dentro de la ley, sin insultos ni descalificaciones. Al final sus hijos lo abrazan bajo una lluvia interminable de papelitos como banderas. Luis Videgaray aplaude.
“Sabemos que vendrán ataques, descalificaciones y mentiras, sostiene Humberto Moreira.
–“¿Cómo no vendrían esos ataques si los opositores se encuentran en la desesperación de tratar de frenar lo que es y será inevitable? Los priístas hacemos política con ideas, por ello, responderemos con propuestas. Nuestro diálogo será con la gente, nuestra alianza es y será siempre con la gente”.
Chilla y chirría y rechina metal contra metal. Bufa la locomotora colorada y las ruedas están en marcha.
En el centro del poder priísta (en el festín toluqueño nada más faltó Beltrones), Enrique Peña Nieto, envuelto en la escandalosa llamarada de sus seguidores, sonríe satisfecho.
Alza los brazos, se pone la mano en el corazón y escucha: ¡Enrique, Enrique!