Hace muchos años un delegado en Iztapalapa hablaba conmigo en tono contrito. Sentado a la mesa de un restaurante silencioso, miraba su vaso como si dentro del jaibol pudiera hallarse la respuesta del enigma. Bebiò con lentitud y me dijo:

–¿Sabes qué es lo peor que me ha pasado en esta cosa de la política?

–No, le dije.

Dejar a la gente sin casa, sin esperanza. Mandarles el “Gripo negro” y demoler sus viviendas con trascavos, moto conformadoras y demás; con granaderos y policías?

–¿Es que estaba fuera de la ley; eran invasores, le dije para consolarlo como si ese fuera mi papel de amigo y confidente.

–Fuera de la ley… a cada rato todos estamos fuera de la ley. Esos pobres no tenían ni donde caerse muertos. Ahora menos.”

La zona demolida por mi amigo hoy sirve de asiento a una colonia fomentada por el PD en Iztapalapa. La invasión se institucionalizó; las asambleas de barrios y demás hicieron del “derecho a la vivienda”, la afirmación política del “derecho a la invasión”·.

En la Universidad Metropolitana Antonio Azuela de la Cueva tiene una extensa investigación, ya publicada y elogiada, en torno de estos fenómenos.

Hoy el gobierno de la ciudad ha endurecido la mano. La razón para respaldar las obras públicas no es la conservación de zonas de reserva, como se hizo hace años en el Ajusco y lugares de vocación forestal, sino cumplir los compromisos del jefe de Gobierno para hacer negocios con las empresas privadas de construcción como Copri, a la cual se le ha dado el jugoso contrato vitalicio de la “Supervía” cuyas consecuencias ecológicas no han sido debidamente evaluadas.

Por esas consecuencias fue tramitado el juicio de amparo 605/2010 en contra de los efectos de esa obra.

Ya terminadas las fiestas y rebasado el falso sabor de la felicidad por decreto, deglutida la última uva de los deseos, el GDF obliga a la secretaría de Seguridad Pública a convertirse en custodia de sus intereses, no de los intereses de la ciudad. Primero el desalojo de los vecinos protestantes en San Antonio en la colonia del Valle y luego la frenética actividad demoledora en la colonia La Malinche.

El tiempo apremia no por necesidades de la capital sino por la urgencia del gobierno marceliano en cumplir con los compromisos hacia sus socios y patrocinadores, como hja demostrado con la demolición del Super-servicio Lomas, para citar otro ejemplo sobre el cual volveré en columnas posteriores.

Pero la nota siguiente, publicada ayer, ilustra mucho el talante de los gobiernos de la neoizquierda empresarial perredista. En el nombre de la objetividad vale decir, esas casas ya fueron expropiadas y sus dueños recibieron el pago de sus inmuebles, lo cual no deja de poner en duda la validez en el uso de la fuerza pública para la defensa ultranza de los negocios privados en sociedad con la obra urbana.

“El gobierno del Distrito Federal (GDF) anunció que a partir de mañana se intensificarán los trabajos de demolición de los predios expropiados en la colonia La Malinche, delegación Magdalena Contreras, para dar paso a la construcción de la Supervía Sur-Poniente.

“Mediante un comunicado, la administración capitalina dijo que desde este lunes 3 de enero habrá la presencia de 500 trabajadores en la zona para continuar con el derrumbe de 50 inmuebles expropiados. En un inicio fueron 51, pero uno de ellos es una Iglesia.

“Este domingo, en la colonia La Malinche, con el resguardo de granaderos, trabajadores ampliaron las labores de demolición en los predios que ayer no habían sido tocados.

“Colocaron alambrado en un par de inmuebles, localizados en la calle de Rosa Norte, los cuales están fuera de las vallas metálicas que fueron colocadas el sábado en la madrugada.

“En el resto de los predios, continuaron los trabajos de romper paredes, con mazo, de los inmuebles requisados desde abril del 2010. Desde hace más de cinco meses, las labores se mantenían suspendidas ante la oposición vecinal que ahí surgió y se instaló un plantón en protesta”.

MI amigo de aquel tiempo con cuyas cuitas y resquemores inicié esta columna tomó otros derroteros. Se dedicó a la cátedra y dejó la política. No tuvo la sangre fría de continuar una carrera arremetiendo contra la gente. Tampoco hizo negocios de puentes millonarios o sucursales de un santuario guadalupano al pie del Tepeyac.

Tampoco fue pre-pre-candidato a la Presidencia de la República.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

Deja una respuesta