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A Javier Sicilia.

Con el alma rota Javier Sicilia escribe el más humano y conmovido de sus versos: ¡ya basta!, dice.

Y la suspensión de todo, la negrura no es sólo una llamada de cesación a los violentos sino por extensión y quizá sin darse cuenta en ese mismo instante una renuncia para seguir adelante con sus letras.

Sus palabras, más bien su grito, me recuerdan a León Felipe:

“Esos poetas infernales,

Dante, Blake, Rimbaud…

Que hablen más bajo…

¡Que se callen!

Hoy

Cualquier habitante de la Tierra

Sabe mucho más del infierno

Que esos tres poetas juntos”.

Y pues sí. Precisamente por saber ahora tanto sobre el infierno como nunca antes temimos saber, es cuando necesitamos como jamás a la poesía, a la inteligencia, a la cultura, al amor, a la justicia, a la bondad.

Y es cuando más necesitamos una profunda, entrañable y poéticamente perfecta mentada de madre a quienes se la merecen día con día.

Pero también se requiere de la poesía, del obrero en su taller y en su andamio, del campesino en su labor; la poesía de la prosa y la de la música. La poesía entera y común si por ella entendemos la búsqueda de la luz y la justicia, el entendimiento, la sensibilidad.

Por eso no debe callar Sicilia. Por eso nadie debe callar, ni siquiera los muertos.

Debe llorar y algunos con él, pero si los criminales pueden cortar una vida o diez o miles de ellas, no los dejemos matar la vida entera.

Si además de todo van a cegar la cultura y dejar mudo el pensamiento y tuerta la sensibilidad, si nos van a despojar hasta del sueño y la esperanza, entonces les estaremos ayudando a matarnos más allá de la memoria.

Hoy debemos leer a Elliot en voz alta, en mitad de una plaza, en el mirador de una carretera, al pie de una fosa, junto a un horno; en la funeraria y la maternidad:

“Amigo, la sangre sacude mi corazón

El atroz pensamiento de rendirse un momento

Lo que una edad de prudencia nunca puede

Retractar

Por esto y sólo esto hemos existido

Por lo que no se hallará en nuestros obituarios

Ni en las memorias urdidas por la araña bienhechora

Ni bajos sellos rotos por el magro procurador

En nuestras alcobas vacías”.

El atroz pensamiento de rendirse un momento.

Esa sería su victoria. Nuestra rendición final. La capitulación frente a los asesinos y sus cómplices; los criminales y los ineptos.

PRI GOBIERNO

Pero las cosas deben seguir. Y esta es una columna de política; no de literatura.

Hay dos cantaletas aburridas en México. A cual más.

Una, cuyo desafinado coro hemos padecido durante la última década y cuya letra es el estribillo machacón del autoritarismo priista. Un fervorín manido y torpe. Todas las ramplonerías y equivocaciones panistas —menos sus aprovechamientos crematísticos—, se explican con la sencilla cuanto falsa invocación del ominoso autoritarismo.

Quienes hablan de mano dura deberían darse una vueltecita por Libia, nomás para ver de veras cómo son las cosas cuando funciona una tiranía. Ya no les digamos más cerca. Ahí tienen Guantánamo (y el resto de la isla, como no).

Pero hay otra canción igualmente insistente: los priistas siempre hablan de su sabiduría en labores de gobierno.

Y una cosa es saber hacer política dentro de sus códigos y patrones y otra muy diferente saber gobernar.

Ese arte lo desconocen por ejemplo Rodrigo Medina, el mandatario de Nuevo León, cuyo barco va siempre a la deriva y el reclutador César Duarte, en Chihuahua.

Por eso llaman la atención las declaraciones del coordinador de los diputados del PRI en San Lázaro, el señor Francisco Rojas, quien al darle posesión de su puesto como líder de los representantes agrarios a Manuel Cota Jiménez, nos trajo de regalo la enésima declaración similar.

“Con una Confederación Nacional Campesina (CNC) fuerte, unida y organizada —dijo—, se defenderán los intereses de los productores y el Partido Revolucionario Institucional regresará a Los Pinos en el 2012 para demostrar que sí sabe gobernar.”

Uno entiende la enjundia y el optimismo como componentes necesarios de toda arenga política, pero ya va siendo tiempo de revisar si la proclama se empata con los hechos.

Hasta en función de sus conveniencias deberían ser un poco más prudentes los jerarcas del PRI. Si no comprenden la gravedad del momento y no se dan cuenta de cuán largo es ahora el camino por concluir hacia su ansiado retorno, entonces no entienden nada. Y si no lo creen vayan a ver el desgarriate de su alcalde en Cuernavaca.

En este momento las cosas son tan oscuras como no eran en el 2006.

Si el gobierno entonces los necesitó, hoy los abomina.

Marisela Morales en la PGR y Miguel Ángel Yunes en el Cisen (como se ha comenzado a filtrar); no van ahí para cazar narcotraficantes ni para buscar la genuina protección del Estado.

Van —como dicen en España— a por ellos. ¿No se dan cuenta?

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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