La maravillosa conjunción de voluntades y acciones cuyo resultado ante los ojos del mundo fue salvar y sacar del fondo de un socavón a 33 mineros chilenos capturados por la roca y la oscuridad durante varios meses, ha producido una reacción universal: la admiración por un país cuyo gobierno fue capaz de actuar con atingencia, oportunidad y decisión para organizar un rescate y derrotar a la muerte.
¡Viva Chile, mierda! Gritaban.
En medio de ese ambiente de fiesta y euforia, el presidente Sebastián Piñera dijo sobre su país algo imposible para cualquier presidente mexicano desde hace mucho tiempo:
“… Chile hoy es más respetado, mas valorado en el mundo entero”.
–¿Cómo se gana un país pequeño, pobre y subdesarrollado el respeto del mundo?
–Pues quizá nada más así. Actuando con un sentido lógico, leal, digno, comprometido; en busca del bien, de la justicia, sin ataduras ni compromisos por encima de la responsabilidad. Un gobierno capaz de interpretar los valores universales, pero también mediante el cumplimiento de la ley. Los responsables del accidente (en abierto contraste con la criminal complicidad de la justicia mexicana en el caso “Pasta de Conchos”), van a pagar su irresponsabilidad.
«Lo dijimos el primer día, esto no va a quedar impune, los que tengan responsabilidades van a tener que asumir sus responsabilidades…
«..Ha sido una gran lección para todos los chilenos y para nuestro Gobierno: mejorar nuestros sistemas, nuestras actitudes, nuestros procedimientos para resguardar mejor la vida, la integridad de nuestros trabajadores (…) Eso es algo que se lo debemos a todos los chilenos y espero, en muy pocos días más, poder anunciar un nuevo trato con los trabajadores y las trabajadoras chilenas… los mineros no son los mismos que quedaron atrapados, han salido fortalecidos.
“Pero Chile tampoco es el mismo. Chile está más unido que nunca y es más respetado y más valorado (…) Los mineros han sido un ejemplo de grandeza».
–¿Cuántas oportunidades deja pasar México? ¿Cuántas veces nuestra conducta incivil e inmoral nos convierte en el hazmerreir del mundo? Demasiadas. Tantas como para hacer innecesario su relato.
El país se está secando como una naranja al sol. Ya nada más nos queda la pura cáscara, el envoltorio, el pellejo de la serpiente.
La prensa internacional nos exhibe como la nación de las cabezas cortadas y los cadáveres colgados de los pies, sin cuello para sujetar la soga. Los cuerpos mutilados y exhibidos en venganzas mafiosas ante la ineficacia policial, son involuntariamente la imagen de nuestra circunstancia política nacional: como no tiene cabeza, cuelga sin vida patas arriba.
Pero mientras el Presidente de la República presenta un nuevo documento para hallar la paz en Chihuahua, descendiente de aquella estrategia conocida como “Todos Somos Juárez”, y lo firma –hasta con los gobernadores sin gobierno, seguramente para horror de los delincuentes, la prensa estadunidense (cuya naturaleza es la única importante para los displicentes analistas de medios de Los Pinos), publica este texto reproducido, casualmente, por el “Diario de Juárez”:
“El diario estadounidense “The Wall Street Journal” asegura que el sexenio del presidente Felipe Calderón podría ser el más violento del que se tenga registro desde la Revolución Mexicana, en 1910. En un artículo publicado el domingo, el rotativo aplaude la decisión del gobierno mexicano de enfrentar a los cárteles de la droga, pero cuestiona los resultados de la lucha contra la delincuencia.
“En diciembre, cuando Calderón culmine su cuarto año de mandato, el número de los caídos en su guerra contra los carteles de la droga estaría rondando los 30 mil”, dice la publicación.
“De acuerdo al artículo “la fuerza del Estado no ha tenido éxito, porque no se trata de un problema bélico, sino económico”.
“Según el texto escrito por Mary Anastasia O’Grady en el diario estadounidense, los cuerpos mexicanos de seguridad han demostrado gran valentía al confrontar a los cárteles o monopolios del narcotráfico, pero la fuerza de las armas no ha tenido éxito”.
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La eficacia del acuerdo de Chihuahua en cuanto al