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Ya falta muy poco para ver cómo la ineptitud y el desinterés nos dejan sus permanentes recuerdos en la memoria nacional. El desorden y el dispendio presuroso para compensar la abulia inicial en cuanto a la conmemoración de los aniversarios de la Independencia y el movimiento revolucionario de 1910, cuya circunstancia en el tiempo pudo convertirlos en irrepetible e invaluable oportunidad de convivencia mexicana, produjeron sólo un amasijo de teatralidad circense desplegada con notable ineficacia por el gobierno federal.

De todo esto nada más quedarán las evidencias de la incapacidad para organizar en paz y a tiempo una convivencia nacional significativa, cuya raíz fue sustituida por un previsible espectáculo como de inauguración de juegos olímpicos con la pirotecnia de sus fuegos fatuos y una interminable carnavalada de carros alegóricos.

A cambio de una verdadera fiesta popular, los organizadores de tan costosa y excluyente mojiganga, nos ofrecen el sucedáneo de la participación: una pantalla de televisión. En esas condiciones para los mexicanos de hoy lo mismo da sentarse en un sillón en el “upper west side” de Nueva York o mirar el rectángulo de plasma en la colonia Guerrero de la ciudad de México o en Irapuato; Chiapas o Tamaulipas.

Esta fallida conmemoración quedará marcada por dos circunstancias asaz tristes.

La primera la exclusión y la segunda el temor. “Una pedrada sobre la alfombra de una triste fiesta”, decía Carlos Pellicer.

Nunca antes en la historia mexicana ediles, alcaldes, autoridades estatales y aun la voz del Palacio Nacional les habían pedido a los ciudadanos celebrar a distancia. La aportación invariable de este gobierno a la vida nacional de principio a fin: el cerco, la valla, la alambrada, se prolonga a todos los actos de la vida incluyendo aquellos para cuya celebración habría sido necesario un espíritu lúdico y alegre; concurrente y festivo.

No hay forma de ocultar la paradoja: para celebrar la libertad, el gobierno se atrinchera en el Zócalo; le quita con su anillo de seguridad casi un tercio a la Plaza de la Constitución y limita el acceso en la convocatoria de unos pocos. La fiesta se extiende por el Paseo de la Reforma, con lo cual logra, quizá sin darse cuenta, el progresivo distanciamiento entre el pueblo y el gobierno. Como en 1910.

Pero en otros lugares simplemente el poder se retrae y también de manera simbólica cede la plaza a fuerzas violentas y sin rostro. Eso, ni en 1910.

Los doscientos años de vida independiente de este país quedan ensombrecidos por la negra sombra de una palabra: el narco, sinécdoque de delito, delincuencia, crimen organizado; vigencia del terror y el horror de las cabezas cortadas y los cuerpos desmembrados.

Hace dos años un par de granadas en Morelia marcaron el inicio del desplazamiento del ejercicio de la autoridad al temor. Hoy ya son varios los sitios nacionales donde la posibilidad de ataques obliga a la prudencia y el retiro. Las plazas públicas ya no lo son tanto.

“El secretario general de Gobierno de Guerrero, Israel Soberanis Nogueda, informó que en cinco de los 81 municipios no se llevará a cabo la conmemoración de las fiestas patrias, debido a problemas económicos y por conflictos políticos.

“No darán el grito de la Independencia, ni habrá desfile el 16 de Septiembre en los municipios de San Marcos, Coyuca de Benítez, Leonardo Bravo (Chichihulaco), Ixtcapuzalco y Atlamajalcingo del Monte, pertenecientes a las regiones de Tierra Caliente, Centro y Montaña, indicó”.

Triste asunto como si la memoria de don Vicente Guerrero quedara diluida de esa manera.

“Por la inseguridad y falta de recursos, 10 municipios tamaulipecos anunciaron la cancelación de sus festejos patrios.

“Hoy, autoridades de Ciudad Madero y de Matamoros confirmaron la cancelación del desfile cívico-militar, pero revelaron que sí habrá «Grito de Independencia».

“La semana pasada fueron los alcaldes de San Fernando, Villa de Casas, Hidalgo, Abasolo, Díaz Ordaz, Ciudad Mier, Camargo y Miguel Alemán, quienes anunciaron la cancelación de dichas festividades”.

Y lo mismo ha ocurrido en Ciudad Juárez, Chihuahua y hasta en la alguna vez pacífica Colima.

La seguridad no es hoy una condición inherente a la vida cotidiana de los mexicanos ni una garantía cumplida por el gobierno sino una variable riesgosa en los proyectos de la alta burocracia cuya vigencia se atiende mediante la limitación.

Por aquí no; esta calle se cierra; este rumbo se amuralla, este convoy no se rebasa. Vivimos en un país enrejado y detrás de las rejas.

Es como si la campana de Dolores tañera un ronco toque de queda evidencia de nuestro fracaso colectivo para convivir. Quédese en su casa, guárdese, no se asome; viva la vida por la televisión.

Pero si esta condición de riesgo latente es una consecuencia de la redentora batalla contra el delito, la realidad es altamente frustrante así

uno de los jefes de las Fuerzas Armadas (el señor secretario de la Marina Armada, el almirante Francisco Sainez) les haya pedido a los violentos una prudencia comprensiva a todas luces inexistente para respetar a los ciudadanos durante las fiestas patrias, lo cual cumplirán o no de acuerdo con sus estrategias y sin atención a tan prudente convocatoria,

Por angas o mangas, pero los mexicanos no podemos en estos tiempos de ira ni siquiera festejar aquello por lo cual deberíamos estar unidos y reunidos y eso revela la inexistencia de un espíritu común con el cual pudiéramos superar otra clase de problemas.

El gobierno federal ha tomado esto como el engorroso cumplimiento de una efeméride de la cual se debe salir a como de lugar; a la trompa talega o como sea después de una vergonzosa serie de ensayos y errores sin lograr al final nada valioso ni notable como no sea calificar de mezquinos a quienes han señalado tan infructuosos procederes.

El mejor ejemplo de esta incapacidad es el fracasado monumento, la llamada “Estela de luz”, cuyo proyecto va a convertir una tajada del Circuito Interior en el nuevo espacio de la conmemoración. Ubicada en un impropio retazo del Paseo de la Reforma, esa obra inconclusa debería quedarse así como está hoy.

Con todo y las grúas, con las cercas de una compañía constructora privada experta en fraudes contra el erario y hasta enlistada por la Contraloría entre los malos proveedores.

Así, con todo a medias o a cuartos, con las cosas sin hacer, con los fierros oxidados y los pilotes a medio hundir, inacabado, mal hecho, para muestra perdurable de la ineptitud colosal de un gobierno alejado de la realidad histórica cuya mayor aportación a la memoria nacional ha sido el macabro desfile de astillas y huesos de quien sabe quién para quién sabe cuáles propósitos de distracción forense.

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Mucho hemos mirado todos a las tierras bajas de Tabasco, Veracruz, Chiapas y Oaxaca, pero también en la costa del Pacífico hay inundaciones.

En Nayarit se han presentado problemas graves en San Blas, Compostela, Xalisco y Bahía de Banderas. El Secretario General de Gobierno, Roberto Mejía Pérez, no informa de pérdida de vidas humanas, pero sí de cuantiosos daños y miles de damnificados a los cuales se atiende de manera directa.

“La situación es grave –dijo– , desde el viernes en la noche y la madrugada del sábado tuvimos intensas lluvias en todo el estado, pero las zonas más afectadas fueron en los municipios de San Blas, Compostela y Bahía de Banderas; los caudales de los arroyos crecieron en forma importante y eso provocó que se cayeran algunos puentes, se inundaran viviendas, hubiera derrumbes por el reblandecimiento de la tierra y se obstruyeron algunas vías de comunicación, como en la carretera 200, de Compostela a Vallarta.

“Las personas aisladas ya fueron auxiliadas; directamente el Gobernador Ney González tuvo la oportunidad de trasladar a algunos enfermos y heridos a centros hospitalarios a bordo del helicóptero del gobierno del estado, transformado en ambulancia aérea; otras personas más que lo necesitaban fueron ayudados por medio de lanchas, etc.; eso es a lo que se dio prioridad, al rescate de personas, y afortunadamente no ha habido pérdidas humanas”.

En la ciudad de México el gobierno estatal abrió un centro de acopio en Edgar Allan Poe 102, colonia Polanco (de 9 a 19 horas. Teléfono 52823607) para recaudar ayuda solidaria. Los nayaritas necesitan arroz, atún, azúcar, frijol, lenteja, aceite, leche en polvo, cobijas, agua embotellada, abrelatas, medicamentos vigentes; linternas, pilas, toallas sanitarias, botiquines y en general toda la ayuda con la cual se les quera favorecer en esta hora difícil.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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