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Fiel a la tradición del “good cop and bad cop”, el policía bueno y el policía malo, el gobierno de Estados Unidos interrumpe los preparativos finales de las fracasadas fiestas del Bicentenario de la Independencia (las del Centenario fallido, son para noviembre) para decirle al gobierno mexicano las dimensiones cronológicas de su fracaso actual: están como Colombia hace veinte años.

Suavecita, como suele ser la señora secretaria de Estado americana, Hillary Clinton, la misma a quien los “mexhincados” (como dice Páez) recibieron como si fuera nuestra salvación, ha dicho:

“Enfrentamos la creciente amenaza de una red bien organizada, una amenaza del narcotráfico que, en algunos casos, se está transformando en, o haciendo causa común, con lo que nosotros consideraríamos una insurgencia en México y en Centroamérica…estos cárteles de droga están demostrando más y más índices de insurgencia.

“De repente aparecen coches bomba, que no había antes”.

Lo más interesante de todo eso es a quien se dirigía Hillary durante una reunión del Consejo de Relaciones Exteriores, donde estaba Carla Hills quien fue la negociadora de esa claudicación llamada Tratado de Libre Comercio para América del Norte (NAFTA) , gracias al cual México se ató irremediablemente al destino financiero de los Estados Unidos como ha quedado comprobado en las recientes quiebras económicas.

Pero esa es otra materia.

El diagnóstico de la jefa diplomática estadunidense fue contundente:

“…México se está volviendo… se está viendo más y más como se veía Colombia hace 20 años, donde los narcotraficantes controlan ciertas partes del país, aunque por ahora son partes no significativas.”

Pero la señora, obviamente nos dio el remedio:

“…capacidad institucional y seguridad pública mejorada, y, donde sea apropiado, apoyo militar para esa seguridad pública”, para lo cual México tiene capacidad y disposición de escuchar consejos. O sea ampliar la “Iniciativa Mérida”. Obviamente los dos elementos en conflicto son la “colombianización” y por consecuencia el mismo remedio aplicado en Colombia: un tratado militar.

Por supuesto, quizá debido a la inflamación anímica derivada de las fechas y las banderitas en las ventanas, algunos mexicanos pusieron el grito en las alturas sin reparar en los hechos reales: el combate al narcotráfico en México, con resultados positivos, como dice la ONU o negativos, como dice la percepción general, no se explica sin la directriz, información, estrategia, tecnología, aviones, espías, soplones y colaboradores de de la DEA y también por la vigencia de convenios no escritos pero siempre cumplidos mediante los cuales México entrega a los narcotraficantes para proseguir allá la planeación de la lucha, la industria y el mercado.

Pero ni en sueños para acabar con la actividad más rentable del planeta.

Sin embargo ni a un socio minoritario (y por tanto sometido) no se le debe tratar con rudeza extrema. Por eso horas después el presidente Barack Obama simuló corregir a su secretaria de Estado:

«México –dijo en una entrevista con “La Opinión”–, es una democracia amplia y creciente, con una economía creciente, y como consecuencia no se puede comparar lo que está pasando en México con lo que ocurrió en Colombia hace 20 años”.

Horas después de la clarinada clintoniana el propio zar antidrogas, Gil Kerlikowske, dudó utilizar la palabra “insurgencia” para caracterizar a los cárteles de la droga en México. “Sería muy cauteloso” antes de decirlo, expresó.

«Yo diría que hay preocupación por la utilización de coches bombas, pero eso no puede trasladarse automáticamente a la acción de una insurgencia».

Sin embargo esto no es ninguna novedad. La primera expresión se queda con más hondura. Las demás son paliativos.

Hillary practica el descontón y su jefe nos manda chochitos de árnica mientras más y más grupos derechistas americanos insisten en la obligación manifiesta de los Estados Unidos para poner orden en México.

Esta columna lo publicó desde el pasado domingo:

“…En este sentido vale la pena comentar un texto firmado por J.D. Longstreet en el furibundo portal “American Conservative Daily”, para quien México se ha convertido en una nueva Somalia y por tanto el destino natural de la siguiente ocupación militar americana, especialmente por los muertos estadunidenses a lo largo de su frontera sur, es la invasión, como consecuencia de una violencia incontrolable por parte del Estado mexicano.

“Algo esta mal –dice este nuca roja (“red neck”)–, cuando América puede enviar fuerzas militares a los confines del mundo para restaurar el orden y la seguridad de los ciudadanos en una guerra, pero no puede hacer lo mismo cuando se trata de un vecino cercano… les proponemos al comandante en jefe y a los estrategas del Pentágono, planes inmediatos para la invasión y ocupación de México.”

Pues sí, como Colombia. Mismo mal; mismo remedio.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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