Impulsado por los tiempos, reviso la historia reciente del país. Me detengo en Pascual Ortiz Rubio. Un «presidente desvalido», lo llama Arnaldo Córdova en su célebre libro, Calles, “La aventura del Maximato”.
Primer informe:
“…»Es la presente una etapa que pone de manifiesto que, no sólo por cuanto anhelan satisfacer plenamente las necesidades colectivas, el pueblo sostiene y apoya a los gobiernos surgidos de nuestro movimiento renovador, sino también porque ha comprendido que los gobiernos nacidos de la Revolución son gobiernos constructores, de paz y de trabajo; que, inspirando siempre sus acciones en la buena fe y en la honradez, sólo tienen por norma el beneficio general.
“Recogiendo, por ello, el pensamiento que flota en el ambiente nacional, debe el Ejecutivo, como representante por excelencia de las fuerzas todas de nuestra Patria, exteriorizar el concepto que se encuentra ya latente en todos los espíritus…”
Segundo informe:
“…Ha querido firmemente el Ejecutivo que represento, hacer realidad y efectividad el propósito elevado y noble que enunció ante la Representación Nacional, en ocasión solemne, el señor General Calles: la entrada definitiva de México al campo de las instituciones y de las leyes, y el establecimiento, para regular nuestra vida política, de reales partidos nacionales orgánicos. Lejos, por lo mismo, de imponer un criterio personal, de hacer de un hombre, el Presidente de la República, el eje único de la existencia orgánica del País, ha sido la tendencia del Ejecutivo de mi cargo constituir el Partido Nacional Revolucionario, real partido nacional orgánico, en el regulador de nuestra vida política.
“Merced a ese desplazamiento, que sustituye el gobierno de un hombre por un gobierno de partido, ha sido posible mantener, – dentro de una cooperación armónica y desinteresada -, la absoluta independencia de los Poderes Públicos, y ha sido posible también, consolidar la conciencia de la responsabilidad de cada elemento del poder, y hacer que los Gobiernos de los Estados más se apoyen, mediante una administración eficiente y honesta, en los dictados de la opinión revolucionaria, base del funcionamiento de nuestro Partido, que en el sostén personal que pudiera brindarles un hombre o un grupo.
“Leal con el Partido que me elevó al Poder; consecuente con mis convicciones democráticas y revolucionarias; persuadido de que la orientación antes enunciada, inicia la etapa más brillante, y constituye la base más sólida para nuestro mejoramiento, ha procurado fortalecer un Gobierno de partida mejor que instituir un régimen personalista que, si hubiera dado satisfacción a un amor propio, en cambio habría retardado la consecución de un ideal sano…
Tercer informe
«…En ocasiones han brotado en el país inquietudes de carácter político y carentes de todo fundamento que, por fortuna, se desvanecieron en el momento mismo de su iniciación, debido a que, sobre cualquier consideración de índole personal, el grupo revolucionario ha sabido poner en primer término el bienestar de la patria, aceptando conscientemente los sacrificios necesarios…”
Poco triempo des´puiés, ren ujnci´po entre abiucheos po´pulares. Le llamaban “Nopalito”.
“…Cuando Calles le sugirió cambiar el gabinete, lo hizo, pero los agitadores persistían.
“El general Heliodoro Charis acaba de instarlo a que asuma de lleno el Poder…, pero Ortiz Rubio… le dice:
“De nada nos serviría derramar sangre… No crea usted, general, que me falta valor para hacer lo que me sugiere, pues tome en cuenta que se necesita todavía más valor para tomar la determinación de abandonar el alto puesto que ocupo’…
“Sábese que en el Consejo de Ministros a que convocó leyó el texto de su renuncia en la que explica los motivos que a renunciar lo obligan, principalmente enfermedades y deseo de que no surjan divisiones.
“Luego suplicó a todos los miembros del gabinete que también renunciaran para dejar a su sustituto en libertad de designar a sus colaboradores. Pero las versiones sobre la verdadera causa de la dimisión se multiplican… “
La excesiva intromisión de Calles.