Evidentemente las groserías de Juan Sandoval, el eminente cardenal y arzobispo de Guadalajara, especialmente en lo de los maricones, ofenden a quienes piensan como él pero no se atreven a decirlo. Por otra parte sus acusaciones en torno del “maiceo” al cual según su dicho sometió Marcelo Ebrard, jefe del gobierno del DF a los ministros de la Suprema Corte de Justicia, se van a quedar como están: intocadas, incólumes, registradas y sin consecuencias. Ni la demanda de Ebrard prosperará ni el purpurado tomará en serio las querellas.
Lo admita el Estado o no lo admita; lo quiera aceptar la Iglesia o se rehúse a ello, pero en este país la Iglesia tiene fuero. Pueden hacer y decir cuanto a su deseo convenga y nadie tocará al señor Sandoval ni con el pétalo de una azucena.
La iglesia y con más precisión algunos de sus altos jerarcas, campean a sus anchas en este país en donde hasta el presidente invita a los cardenales a formar públicamente con el Estado un bloque en la lucha contra la delincuencia organizada.
Cuando el jefe del Estado llama a esos hombres de fe en demanda de auxilio, y en concreto a este mismo señor cardenal Sandoval y les dice: “como mexicano y como Presidente de la República reconozco la valiosa aportación que hacen al país las asociaciones religiosas que ustedes encabezan. Su labor contribuye a la construcción de una sociedad responsable y solidaria, basada en los principios de orden y respeto que inculcan a los miembros de sus iglesias.
“La defensa que ustedes hacen de la familia mexicana, de sus valores, que es, sin duda, la base de nuestra sociedad; su amplia experiencia en el apoyo a las comunidades de los más desfavorecidos, son labores fundamentales en la difusión de los valores que nos deben unir como Nación”, entonces muy poco queda por agregar.
Las alusiones presidenciales a “los principios de orden y respeto que inculcan” y “la defensa que ustedes hacen de la familia mexicana”, no pueden ser entendidas fuera del alegato del arzobispo Sandoval en esa reunión del Campo Marte.
–¿Y cuál fue ese alegato?
“Hablando de las causas de lo que está pasando ahora, hay que ir a las instituciones, y la primera y la más importante de todas es la más pequeña, es la familia. En eso yo abundo con los que me han precedido, con el Cardenal Norberto, con el Presidente de la Iglesia de los Últimos Días y otros que han hablado de la familia. ¿Pero qué pasa?
“Nosotros hablando en favor de la familia y a veces las leyes desbaratándola: divorcio exprés, aborto, anticoncepción, amor libre, matrimonio de personas del mismo sexo, ¿a dónde vamos a ir a dar? Desbaratando la familia vamos a acabar con este país, por el amor de Dios, se va acabar este país…
“…La segunda institución, la escuela. 150 años de haber echado a Dios para fuera de la escuela. Si no se tiene temor de Dios y un Gobierno es débil, ¿aAquién le teme uno? Y eso a veces pasa en este país. No hay temor de Dios. Y el Gobierno con todos los medios que tiene para reprimir, no alcanza, ¿a quién le tienen miedo? De ahí la grande e inmensa impunidad en este país. Se puede delinquir y hay un alto porcentaje de probabilidades que no va a pasar nada.
“Si hubiera principios morales, y que se diga, si somos un pueblo mayoritariamente cristiano, que se nos permita, sin excluir a nadie, pero todos los que estén por Evangelio, los principios evangélicos, la moral evangélica, en nuestras escuelas junto con los valores naturales, los valores morales, naturales. Porque ahora llaman valor a cualquier cosa”.
Una vez escuchado y agradecido el alegato,¿ cómo entonces puede el gobierno pedirles a los ensotanados respetar las distancias entre las cosas de Dios y las del César?
Los ministros de la Corte no demandarán a Sandoval y si lo hace Ebrard ganará titulares y propaganda, pero no llegará a ninguna parte. ¿Quién va a detener al cardenal si desacata de los citatorios de un tribunal? ¿La PFP? ¿El Ejército?
Ni siquiera Calles pudo contra ellos.