Antonio tiene 22 años y en su torso y brazos lleva los tatuajes de los pedazos de vida que le ha tocado vivir: un AK 47 que corre por su brazo izquierdo; una planta de marihuana; la Virgen de Fátima por un lado y la de Guadalupe por otro; una cara de diablo, hongos, flores, Quetzalcóatl y un 13 que, dice es el código de los mara. Los luce, orgulloso…

Su vida lo ha llevado a no creer en nadie: ni en su padre que está en el Reclusorio Oriente, ni en Dios, ni en las vírgenes, ni en los partidos políticos. Su madre ya murió.

Sentado en la banca de una nevería le manda un doble mensaje al presidente Andrés Manuel López Obrador: “póngase trucha y cuídese de los lacras que lo rodean” y le pide hacer algo por los jóvenes y dejarse “de rollos”.

Dice que Claudia Sheinbaum la candidata de MORENA a la presidencia “trae buenas propuestas”, aunque define “todos los partidos políticos son iguales, MORENA me gusta porque da dinero…”. Y sigue “Harfuch es el guapito y Xochitl trae, igual, buenas propuestas…”.

Según resultados de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), Milpa Alta, junto con otras cuatro alcaldías gobernadas por Morena, destacó en 2022 por su “alta inseguridad a nivel nacional”. El huachicoleo sigue siendo el máximo delito y el uso de drogas va en ascenso.

“Solo una vez lo vi…”

Antonio está en la puerta si no es que en las filas de la maña en un pueblo de Milpa Alta. A los jóvenes los ocupan para vender droga o de halcones o de sicarios o para todo…

Es la pobreza, el campo fértil de la maña, igual que de los partidos políticos.

En entrevista va desgranando uno a uno sus desamores con la vida.

De sus valedores que lo han dejado recorrer solo las calles de su pueblo aparentemente tranquilo, cuenta: uno se ahorcó, otro murió de sobredosis, otro chocó, otro de un plomazo y otro murió a bordo de una moto…

A otro más de sus amigos lo vieron morir. Sólo les pedía que lo dejaran dormir. Estaba crudo, estaba pasado, estaba todo. Antonio lo cubrió con unas mantas y ahí se quedó muerto.

Al hablar de su padre clava aun más su mirada dura que carga a diario. “Solo una vez lo vi tendría yo unos 5 o 6 años y ya nunca lo he visto, ahora está en cana (Reclusorio Oriente) pues mató a dos hombres…Era manchadito tenía motos, bicicletas, carros en la casa, todo era de roberto”.

Cuando apenas tenía 10 años su madre la platicó todo eso.

“Me la prestaron…”

Aunque no lo denota, conforme va soltando esas palabras producto de las imágenes que corren por su cabeza de vez en vez se le ve triste pero no se hunde en sí mismo, sino que mira a su alrededor y ratifica que la droga corre por todos lados.

Al ver su tatuaje del AK 47 en el cuerpo, recuerda que un día “me la prestaron”. Fue un amigo suyo y al disparar a un blanco fijo en la montaña dice que el impacto lo hizo tambalear. “Es fuerte la patada”.

A duras penas Antonio pudo terminar la secundaria y eso porque su maestro le pidió 500 pesos para entregarle su certificado de estudio. Es lo que dice y agrega que le hubiera gustado estudiar contaduría. Pero en su casa nunca hubo dinero para ello.

Al hablar denota conocimiento pues explica de dónde es la Virgen de Fátima que lleva tatuada en su piel y habla de la “serpiente emplumada” al describir el Quetzalcoatl que su hermano que se dedica a los tatuajes le plasmo en su piel.

Y del número 13 que también lleva en esa piel de ese cuerpo que ya paso un año intenso al interior de un anexo, dice “significan los 13 amigos, las 13 vidas de la vida loca…”.

Con sus dedos dibuja sobre los tatuajes de las vírgenes que lleva en el torso y dice en un tono de decepción “antes era católico pero ahora ya no, Dios ve todo lo que hacemos”.

“Por mis pecados y por mi jefa…”

Sin embargo dice que año tras año va al santuario de Chalma “durante tres días por mis pecados y por mi jefa que ya murió”. Muestra, igual sobre su cuerpo una lagrima tatuada. Es por su madre a la que no fue a ver cuando ésta murió hace 5 años.

En el pueblo le avisaron que fuera a verla al hospital donde estaba internada por un cáncer. Varias voces se lo dijeron. No hizo caso y al último se decidió “solo me dijo “¡¡cuídate!!” y se murió”. Dice que solo lo estaba esperando.

A diferencia de la relación que tuvo con su padre, con ella iba siempre de la mano “me jalaba para todos lados”.

Ella fue quien lo llevó al anexo “por eso me quede ahí de buena gana” y es que su vida desde pequeño siempre giró en el alcohol y las drogas y ahora desde lo nebuloso de sus recuerdos ya no cree en nadie.

“Lo hacen allá en las varas…”

Antonio creció en Milpa Alta. En un rincón de la montaña donde las niñas desde los 14 años se convierten en madres. Así, en un pueblo que no está alejado de la gran ciudad. Pero donde los jóvenes viven como si fuera así.

Una señora que acompaña a Antonio durante la entrevista, asiente “sí, así es, desde niñas son madres. No hay hoteles y todo lo hacen allá en las varas (terrenos)”.

Según cifras oficiales Milpa Alta tiene la tasa más alta en materia de fecundidad en adolescentes: 88.79 embarazos por cada mil personas. Una tasa más alta a la que se registra en el estado de Chiapas que es de 84. 90.

La droga más socorrida entre los jóvenes de está parte de la ciudad “es el limpiador para pvc”. Un solvente letal que lo consiguen desde 10 pesos la “mona” hasta 100 pesos un viaje para toda la noche.

Es su droga. La droga de los pobres. Adicional ingieren “la cañita” que es el alcohol, su alimento diario. Igual de letal que la primera. Igual de letal que su propia vida.