Clara Brugada llevaba su blusa indígena bordada debajo del saco. Eso reflejó bien lo que ella y su equipo planearon y lograron: una Clara que no dejase de ser ella misma, pero con una cobertura más aceptable para quienes no son pejistas clavados.

Clara logró, además, usar las manos naturalmente, lo mismo para remarcar sus ataques a Taboada que para hacer la señal del corazoncito; habló pausado y con claridad, sin los tonos propios de un mitin de Morena. Y sí, lo logró, salió muy bien librada del primer debate de candidatos a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.

Así, sin caer en expresiones de mitin, atacó a Santiago y le remarcó que detrás trae a impresentables icónicos como el priista Alito y le echó en cara que su forma de hablar de Iztapalapa rayaba en clasismo. 

A la par de ello, Taboada lució titubeante en un principio, es el que menos supo usar el reloj (dejó increíblemente 25 segundos sin usar en su primera intervención y en la segunda incluso desconcierta al equipo televisivo porque dejó 10 segundos y nadie estaba seguro si aún tenía algo que decir); más adelante no se da cuenta de que la cámara lo capta levantando papeles y fotos del suelo mientras Clara habla; luce incluso encorvado en sus primeras intervenciones, con exceso de goma en el pelo.

Esa fue la combinación más relevante del primer debate y sólo al final Taboada comenzará a lucir más suelto, con más seguridad en las recriminaciones que lanza a Morena, el peje y la propia Brugada.

Salomón, se colocó entre los candidatos “del todo está bien” y del “todo está mal”. Su punto nodal: que se vea y que se crea que quien tiene las propuestas es él. 

Pero es claro que fueron Clara y Santiago los que protagonizaron la contienda principal y que estaban de acuerdo tácitamente en ignorar a Cherto.

Cuando los moderadores les preguntaron de dónde sacarían el dinero para realizar lo que proponen, la limitaciones más profundas de la democracia salieron a la luz: nadie va a cobrar más impuestos, nadie piensa cortar el reparto de las dádivas de gobierno. Dijo Salomón, el más claro en manejo de presupuestos, que con lo que hay sí alcanza, sin corrupción y bien organizado . Quedó la duda de que si esa tesis, la misma que Morena alude, resulta ser verdad, ¿entonces para qué necesitamos esa tercera vía que es el partido naranja?

Taboada lo secundó para decir que el presupuesto sí alcanza, pero señaló que lo usaría para reparar escuelas públicas, el transporte público, el Metro y el abasto de agua. Habló de la mezquindad de Morena por amenazar a los electores con cortar los programas sociales si no se vota por el partido del presidente. Es en este punto donde empezó a verse mejor.

Clara dijo que ella y su equipo ya hicieron las cuentas para echar a andar sus proyectos y que lo van a lograr con lo que hay. 

En resumen, la desigualdad no pasa por una redistribución a partir de las políticas fiscales.

Cherto hablaría también de la banca, fondos de inversión, registros virtuales de negocio y tocó el tema que se le da mejor: sacar el aeropuerto Benito Juárez de la Ciudad. “Aquí estamos, para proponer y dar respuestas”, dijo.

Clara empiezó a abordar el tema del desarrollo económico y recurrió más que nunca a las generalidades que no requieren comprobación (“vamos bien y vamos a ir mejor”). Habló de construir una ciudad de clase media y tomó la palabra por alusiones personales que había hecho Cherto, pero ignoró al candidato naranja y lanzó propuestas etéreas.

Salomón tendría dos buenos momentos sin estar en el uso de la palabra. Cuando Santiago y Clara se ensartaron en una discusión, él sacó palomitas para remarcar su advertencia de que los otros dos sólo quieren pelear, no proponer. Cuando Clara habló de un nuevo cablebús, Salomón mostró fotos de un pilar de este transporte que increíblemente se construyó con forma de S  al no tener listos los requerimientos legales para construir el soporte recto sobre un terreno no cedido al proyecto.

Santiago llegó a su mejor momento y preguntó al ciudadano de la audiencia televisiva si se ve el presupuesto del que habla Morena en las escuelas, en el abasto de agua y recriminó el regreso de presupuesto que Clara y Claudia hicieron para que AMLO pudiera construir su trenecito sobre la selva. 

Y por fin reconoció a Salomón como gestor de economía a ras de suelo, se vio bien hablando con el caniddato hasta entonces ignorado. 

Pero para entonces el debate estaba por acabar y era claro que Clara Brugada, lejos de sus masas y de sus incondicionales ha sobrevivido muy, muy bien. Luego del fin del debate se retiró del plato televisivo, se quitó el saco para las fotos y enseñó brazos gruesos, pero firmes. Mostraba ese otro músculo que no tiene que ver con acarreos.