El chantaje pleno está en las Utoías de Iztapalapa; quienes venden allí o son contratados para dar clases y no pudieron cumplir con la tarea de llevar a su alumnos o ciudadanos atendidos a la concentración de Sheinbaum, tienen una segunda oportunidad para no perder sus ingresos: deben llevar gente al Auditorio Nacional este domingo para llenarle el reciento a Clara Brugada.

Así las estructuras de ese PRI setentero que ahora se llama Morena.

Los ciudadanos suelen no ser tan dejados como en aquella década del siglo pasado: «Tenemos cosas que hacer y se supone que ustedes no eran igual que los de antes», le espetan a una maestra de zumba. Sus alumnas, señitos treitonas de Iztapalapa que intentan revertir el cause de los años, la maltratan un poco y le dejan claro que no van. La maestra le confesará a una de las aguerridas alumnas que no lo hace porque quiera, sino para no perder su trabajo en la Utopia.

En la entrada del mismo centro social, una vendedora es advertida por su líder: «No llevaste más que dos personas al Zócalo (para el evento de Sheinbaum), así que levas 5 al Auditorio o aquí no vendes un mes». La amenaza parece más efectiva en este caso.

Clarita y Claudia, las acarreadoras del siglo XXI mexicano, se ven nutridas así de seguidores.

En este 1 de marzo, las masas regresaron al Zócalo capitalino, aunque las masas ya no se enteraron si llegaron solas o alguien las llevó; Gustavo Le Bon dice que los sujetos al ir fundidos en la masa pierden conciencia de sí mismos. Se pierden en la masa, no le hace que lleven un banderín, una gorra, una playera, una mochila, el libro de “¡Gracias!” o un amlito o una lona de color guinda el color de MORENA o miren arriba, sobre la avenida Pino Suárez lonas con la leyenda “Guerrero con Claudia”.

Quizá Claudia no se dio cuenta o alguien se lo dijo que toda la mañana y parte de la tarde el espacio había sido ocupado por la voz en off del presidente de México Andrés Manuel López Obrador, quien hablaba y hablaba y hablaba desde su púlpito a las masas que previo pase de lista iban accediendo a esa plaza pública que ahora sí lucia el lábaro patrio del  pueblo bueno, no le hace que sea la bandera de todos los mexicanos.

El presidente arengaba, oraba, reiteraba, retaba y se dejaba venir y regresaba e incluso teorizaba y reclamaba, echaba en cara “de la izquierda conceptual o teórica” y remataba como obispo bien portado que para ser de izquierda hay que “ ser correctos y tener buenos sentimientos… En política como en el domino hay que echarse para adelante… “.

Se lanzó contra la oposición, contra el neoliberalismo, los conservadores, la prensa corrupta y habló sin rubor alguno de su lucha contra la corrupción… Todo antes de que la candidata de MORENA llegará y sintiera que ese escenario le pertenecía. Pues si para ella era la fiesta.

“¿Ya se apuntaron… ya se apuntaron…?”

A las 1 de la tarde una mujer va de rueda en rueda de colonos que han llegado a bordo de camiones a la explanada Pino Suárez, salida de la estación del Metro del mismo nombre. Les dice que hay que anotarse a unos en la lista de los que llegaron a las 11 y los que llegaron a las 12 en la otra lista. Los papeles blancos con alrededor de 30 líneas por hoja son llevados por otra mujer que extiende tabla y bolígrafo a los que en un momento se integraran en la masa que le  aplaudirá sin condiciones a Claudia Sheinbaum. Es más, ya la sienten su presidenta. Para donde uno camine en las calles aledañas al Zócalo los autobuses, camionetas de redilas, microbuses y demás, lucen estacionados a la espera de que los morenos regresen de su evento de apoyo. Son parte del rubor que se perdió entre la masa, incluso hay vehículos oficiales que se han unido a la campaña. Una pequeña muestra es el autobús con placa 4-MNR-62 que llegó del estado de Oaxaca y cuyo propietario es el H. Ayuntamiento de la Villa de Zaachila “Gobierno para todos” 2022-2024. Es oficial pero anda en campaña y no le hace pues el fin es noble. O eso creen los morenos. Total: ¿Quién sabe donde diablos está Zaachila?

Y así hy, lo de Clara.

Toría de la estupidez

Decía Dietrich Bonhoeffer que quien ha sido dominado por la estupidez es más peligroso que un malicioso. A éste último se le puede contener porque sus acciones buscan un fin definido y, si es inteligente, a un curso de acción que debe seguir (y en el que se le puede bloquear). Pero el estúpido es caótico, difícil de predecir y puede tomar acciones (estúpidas) que conduzcan a su propia destrucción.

Así AMLO, así el más humilde de la 4T. Como ese comerciante que vende dulces y juguetes en el parque Álamos de la Alcaldía Benito Juárez. Está convencido de que AMLO transformó al país y de que sus peroratas significan algo.

–Usted puede vender y comerciar en un parque de la alcaldía panista, ¿podría hacerlo en un parque de una alcaldía morenista si usted fuera panista?–, se le pica la cresta con una pregunta.

Reflexiona, algo pasa en su cabeza, pero al final regresa al punto de partida:

–Los panistas son corruptos, ganaban millones y millones de la corrupción…

También su semblante ha cambiado. Esta algo serio. Y siguiendo los consejos de Bonhoeffer, mejor se deja la plática por la paz, la ira es una característica de la estupidez, desde AMLO hasta el más humilde de la 4T.