El Instituto Nacional de Acceso a la Información tiene nuevo presidente, pero carece de fortaleza orgánica. Es una institución mutilada, incompleta, porque el presidente de la República ha instruido a sus senadores para no completar de acuerdo con su estatuto jurídico, el número cabal de sus integrantes.
El resultado es espantoso para los fines de la transparencia y la rendición de cuentas, pero eso no le importa a nadie. O mejor dicho, eso no le importa al gobierno cuya tirria por los órganos constitucionales autónomos es enorme por dos razones (o pulsiones).
Primero por su condición natural de contrapesos limitantes y la segunda, por haber sido diseñados y puestos en operación durante los años del “neoliberalismo”..
“Construyeron un gobierno, paralelo”, ha dicho López Obrador. Por eso el INAI está mocho.
Y esa malquerencia se ha expresado sin ambages:
“(15 de abril 23. La Jornada).- El presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró ayer que sin importar si se nombra o no a los comisionados faltantes del pleno del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), este organismo no sirve para nada y da igual que exista o no”.
En esas condiciones, y por acuerdo de la Suprema Corte de Justicia, puede trabajar con cuatro comisionados. Ha hecho de su mutilada estructura su deficiente normalidad, porque en esas raquíticas condiciones no puede superar ni los asuntos rezagados, ni los de nueva presentación. Y si pudiera le daría la razón a quienes lo acusan de obeso, excesivo, oneroso e inútil para combatir la corrupción ante la cual se mantuvo silencioso como una momia.
Acusaciones falsas e injustas, pero así son las cosas.
El nuevo presidente, Adrián Alcalá –recientemente designado con los sombrerazos de Julieta del Río–, ha ofrecido buscar la unidad y la concordia, lo cual es muy civilizado, pero no resuelve la tormenta externa. La Cuarta Transformación y su segundo piso (es previsible), le han contado las horas.
“Durante la sesión extraordinaria (dicen los medios), Julieta del Río retiró su postulación y dijo que no apoyaría una candidatura sin “solvencia ética y moral”.
“La comisionada anunció su apoyó a Josefina Román sobre Adrián Alcalá, aunque la votación oficial fue secreta.
“No puedo avalar a alguien sin solvencia ética. No es aspiración personal, es por el INAI y por ello bajo mi candidatura. Seguiremos difundiendo estos derechos y defendiendo al INAI. La silla es lo de menos. Lo importante es la defensa y la transparencia dando el ejemplo”, dijo mientras miraba al cielo.
La decisión se tomó con el voto de calidad de la presidenta saliente, Blanca Lilia Ibarra (de estoica gestión) pues se registró un empate a dos entre los finalistas Alcalá y Josefina Román. Alcalá dijo que tomará el puesto con “absoluta responsabilidad y compromiso, con convicción y entrega”.
“Se comprometió a fortalecer al instituto y reivindicar su misión, visión y objetivos.
Evidentemente las buenas intenciones sirven para poco. En algunos casos para empedrar el sendero del infierno. En cuanto al futuro del INAI baste recordar lo dicho hace unos cuántos días por el senador Julen Rementería:
“… Hoy tenemos (4 de diciembre) no solamente la voluntad, algunos de los miembros de este Senado, de poder participar y apoyar y aprobar a quienes deban ser los comisionados del INAI.
“Llevamos al día de hoy, y contando 250 días, exactamente 250 días de retraso por no haber nombrado esto.
“Con ello se evita la transparencia, se evita la rendición de cuentas y, por supuesto, se le hace un daño a toda la población en este que es un derecho humano, el acceso a la información y a la rendición de cuentas.
“…Me comprometo con mis compañeros a que sacamos junto con ustedes este acuerdo del INAI (nombrar a los comisionados faltantes)”.
Sí, cómo no… Ni con la guadalupana.