Durante muchos años, prácticamente el siglo XIX y mucho del XX, América Latina, ese subcontinente subdesarrollado cuya literatura es mágica, pero con una realidad trágica (o tragicómica) padeció gobiernos de carnaval, de espadones grotescos; tiranos de diferente catadura, algunos patriarcas de imaginaria bondad, otros de inusitada crueldad.
La lista es larga y va desde Santa Anna hasta Perón.
Si aquel le rindió honores de estado y funerales de duelo nacional al zancarrón desprendido de su cuerpo; el argentino se fue del poder con todo y un cadáver embalsamado al cual el pueblo elevó a los altares de una santidad inexplicable.
Pero muchas otras cosas ocurrieron y no alcanzaría este espacio, nunca para relatar las desventuras del esperpento político latinoamericano.
Pero si en aquellos años los pleitos eran entre liberales y conservadores, hoy las disputas son iguales, aunque hayan cambiado los tiempos, y no tanto, pues el actual presidente de México, país cuya revolución comenzó con un chaparrito espiritista y un caudillo atendido por la medicina celestial y los poderes del Niño Fidencio y la Santa de Caborca, quiso detener la epidemia de Coronavirus auxiliado por un merolico, con escapularios del Sagrado Corazón.
Pero el astracán se ha civilizado. Ahora se llama izquierda y en su repertorio abundan los subsidios a la pobreza, denominados programas sociales, cuya naturaleza es aparentemente bienhechora, pero cuya verdadera finalidad es aprovechar la necesidad de los más pobres, para convertirlos mediante dádivas bien envueltas en el impermeable celofán de la oratoria, en algo útil: carne de papeleta, botín de urna. Y en toda América Latina la fórmula ha sido más o menos la misma.
Poner al pueblo por delante.
El redentorismo pobrista cuya fórmula ha sido tan electoralmente exitosa entre semejantes (Lula en Brasil) ; la aventura cocalera de Evo en Bolivia), como, otro ejemplo o Pedro Castillo, el peruano incapaz, y nuestro bienamado presidente o más allá, los herederos del castrismo y el chavismo.
Todo ellos han formado, sin necesidad de formalizar las alianzas, una “Internacional Populista” cuyas piezas se colocan y se caen para ser repuestas por gobiernos distintos y luego regresar y volver a comenzar, como fue el caso de Jair Bolsonaro en Brasil cuyo fracaso le devolvió al poder al partido “lulista”.
Ahora le toca el turno pendular a un joven político sin política del Ecuador, Daniel Noboa, cuyo paso por la asamblea nacional en Quito no tuvo ni pena ni gloria, pero con un buen manejo de redes sociales y muñecos de cartón con su silueta, logró convivir como escuálida botarga con los electores quienes ya estaban hartos del neo correista (por Rafael Correa, su líder político, hoy fugado) Guillermo Lasso.
BOGOTAZO
Por un error se dijo aquí del bogotazo en 1954; no, pendejo, fue en 1948. ¡Ay!
PALESTINA
Para quienes no ven en en Gaza, como nuestro embajador ante la ONU, don Héctor Vasconcelos, un conflicto apenas inciado, les comparto este fragmento de “Las mil y una noches”. Corresponde a la noche número 892. Narra hechos ocurridos durante la Tercera Cruzada, cerca de 1182.
“…vosotros, que vivís en nuestra ciudad fomentando vuestros negocios, sabed como la tregua acordada terminó, y el armisticio caducó y daos por enterados que se os da una semana de plazo para que arregléis vuestros asuntos y os salgas de nuestra ciudad y tornéis a vuestro país…”