Uno de los temas más relevantes para el Frente Amplio por México será la selección de quien contienda por la capital del país. Hay tela de dónde cortar, pero las cosas se tienen que hacer con precisión, para evitar descalabros.
Por lo pronto, han alzado la mano Santiago Taboada, Adrián Rubalcava, Kenia López, Lía Limón y Luis Espinosa Cházaro, pero seguramente se sumarán más. Nada está escrito en piedra y las propias circunstancias pueden abrir el paso a la sorpresa.
Los líderes de los partidos frentistas, Andrés Atayde, Nora Arias e Israel Betanzos, tienen mucho trabajo y poco tiempo, como suele ocurrir.
En 2018, la alianza del PAN, PRD y MC postuló a Alejandra Barrales. Tenía sentido porque estaba bien colocada en las encuestas y además contaba con una larga trayectoria, con posiciones de liderazgo partidista, legislativas y de gobierno.
Su postulación provino de un procedimiento en el que participaron Armando Ahued, quien desde la Secretaría de Salud impulsó el programa Médico en tu Casa, y Salomón Chertorivski, que en la Secretaría de Desarrollo Económico contribuyó a generar un panorama de inversión e impulsó la necesidad de elevar el salario mínimo, algo que con el tiempo se volvería central.
La selección del PRD, que recayó en Barrales, a partir de estudios demoscópicos, formó parte de un proceso mucho más amplio, el que llevó a Ricardo Anaya a ser el candidato presidencial con el respaldo de las mismas fuerzas políticas.
El 2018 resultó un año electoral especial, porque López Obrador y Morena lograron una votación muy amplia que significó, en los hechos, un nuevo acomodo del poder político.
En la Ciudad de México no fue del todo distinto, pero hay datos que explican, de alguna manera, que lo que se convirtió en oposición se recuperara tres años después.
La candidata de Morena, Claudia Sheinbaum, alcanzó un 47% de los sufragios, frente al 31 % de Alejandra Barrales y el 12.8 % del PRI con Mikel Arriola.
La victoria holgada del morenismo es sólo aparente si se observan los porcentajes que se hubieran alcanzado con el priísmo dentro de la alianza con Barrales. Los votos no se trasladan automático, pero el 43.8 % de las fuerzas políticas que se convertirían en antagónicas de la 4T algo indican.
En esa lógica, la alianza Va por la Ciudad logró en lo que respecta al Congreso local, en conjunto, el 46.42 % contra el 40 % de respaldo ciudadano que se mantuvo en la órbita de la 4T.
Una ilustración más precisa es que la oposición ganó en nueve alcaldías y el oficialismo en siete.
Esos son los números por los que se vislumbra una contienda más que reñida y que puede desplazar el tablero de modo significativo.
La Ciudad de México, después de todo, es sofisticada en términos de decisiones públicas y por ello el mal gobierno tuvo ya consecuencias que no necesariamente se han decantado a otras entidades. El derrumbe de la Línea 12 del Metro es lo más significativo, porque eso sí se salió de cualquier parámetro de ineptitud, pero no es lo único que pegó en los anhelos de la población.
Un factor para tener en cuenta, como en el plano nacional, es Movimiento Ciudadano, ya que todo indica que tendrán candidato propio y casi es seguro que sea Chertorivski, quien tendrá un desempeño relevante. ¿A quién le quitará votos?
De ahí que el Frente Amplio tenga que ser cuidadoso en extremo y pensar más en el bien de la propia Ciudad de México que en intereses específicos de cada fuerza política y de sus aspirantes.
Pero a la par de esto, hay que tener muy claros que quienes buscarán abanderarlo, tienen derechos legítimos y fuerzas propias. Otra variable que no se debe descuidar, es la de la participación ciudadana, el acompañamiento de organizaciones de la sociedad civil que pueden empujar resultados positivos.
El 2018 mostró que se requiere de proyectos que le digan algo relevante a los votantes y que no los sometan a contradicciones difíciles de resolver. No es sencillo, porque el Frente Amplio está moldeado por la pluralidad, por tradiciones y visiones que no siempre convergen, pero en donde se ha puesto énfasis en lo que une.
Recuperar la Ciudad de México, el Palacio del Ayuntamiento, es un aliciente mayor, en el entendido de su significado democrático, tolerante y abierto a las diferencias.