«Se censa dos vaces al día», dice el técnico de la Secretaría de Inclusión capitalina sin mucho convencimiento, «van unos y vienen otros… no sabemos cuántos son». La posibilidad de que el trabajandor de gobierno esté ocultando esos datos –cuántos migrantes y cuántos niños duermen en las calles– está allí, pero es también muy factible que de verdad no lo sepa. Sólo contar las casas de campaña que ya se instalaron en la Plaza Giordano Bruno es difícil, a veces lo intrincado de «las calles» de esta nueva comunidad en la Colonia Juárez, Alcaldía Cuauhtémoc.

Y que lo antqrior no se tome como una crítica a esos funcionarios del Gobierno capitalino que a ras de suelo están allí, todos los días hábiles, acompañando a los haitianos, tratando de convencerlos de que se vayan al albergue de Tláhuac. Pero los haitianos están inmutables, ya saben que su única alternativa de tránsito documentado está en la Comisión de Refugiados, a dos cuadras de la Giordano. Los jóvenes de la Secretaría de Inclusión van y viene, esperan, acompañan. No pueden hacer más. Y eso mismo dicen a una vecina que se queja de que los haitianos estén allí. «No los podemos llevar a la fuerza», escucha la vecina que, con todo, tampoco increpa la presencia en sí de los antillanos; insiste en preguntar que qué se va a hacer para afrontar este problema.

No le dan respuesta a la vecina, pero es evidente que el gobierno mexicano, en tanto, ya se pasmó. No intenta ya nada, sólo deja crecer este villorio colorido en lonas, en vestimentas y en niños, quizás unos 200. Este fin de semana ya no desinstaló la Pequeña Haití como hace 15 días, pues sabe que resurgirá unas horas después. Tampoco ofrece acelerar trámites.

En contrapunto, la sociedad civil empieza a aparecer más y más en este lugar. Unos niños mexicanos, temerosos, se internan por las callejuelas de la Pequeña Haití para entregar sopa de pasta a los migrantes.

–Saludalos, diles «koman ou ye?»; es una forma amistosa de preguntarles cómo les va –se le sugiere a una de las muchachitas que han llegado allí a tratar de ayudar un poquito. Ella corre la voz entre sus amigos, tanto o más jóvenes que ella

La niña ingresa nuevamente al laberinto de casas de campaña y sale después de unos minutos, Le ha ido mejor. También a los haitianos.

Ayuda civil