Un texto de Rodolfo El Negro Montes

Ha comenzado a dibujarse la peor crisis humanitaria en la frontera común entre México y Estados Unidos. Mil 500 soldados estadounidenses se han apostado a lo largo de la franja que divide a ambas naciones. Se dice que solo realizarán tareas administrativas.

Pero esas labores podrían dar un giro abrupto si se sale de control la que es considerada la mayor oleada de migrantes. Interminables son las filas de personas y familias enteras que buscan ingresar a la Unión Americana.

De poco han servido los llamados Centros Regionales de Procesamiento que montó Estados Unidos en varios países de América Latina, gestionados por personal de organizaciones internacionales como la Oficina de la ONU para los Refugiados (Acnur) o la Organización Internacional de Migraciones.

En esos lugares se determina quien cumple y quién no, los requisitos para obtener ya sea refugio, o los programas de reunificación familiar, los permisos de estadía (parole) o las admisiones con fines de trabajo, entre otros.

Y es que, si nos atenemos a las imágenes que se han registrado hoy en día en la frontera, la ola migrante prefiere ingresar desde ya a territorio estadounidense, tanto es así, que también se ha echado al cesto de la basura la orden de las autoridades del gobierno de Joe Biden, respecto de realizar una cita previa a través de la aplicación móvil CBP One.

Al rostro migrante, a la ola migrante solo le interesa traspasar, a toda costa la frontera e ingresar a Estados Unidos. Por eso otra medida que está siendo rebasada, es la implementada hace un año, que permitía hasta 30 mil migrantes al mes, pero solo de naciones como Venezuela, Nicaragua, Cuba y Haití, ciudadanos que de igual manera la han desdeñado por contener el candado impuesto que solo serían aceptados si alguien en Norte América se hiciese responsable de financiarles.

Por eso la ola migrante va en aumento. Y está dispuesta a pasar, sí o sí, a Estados Unidos, así sea cayendo en las garras de la delincuencia organizada apostada en toda la franja, en manos de polleros llenando sus bolsillos de miles y miles de dólares, para luego dejarles a su suerte.

Aunque de algo se debe de estar seguros: la ola migrante jamás flaqueará, jamás se doblará y así, en bloque, podría ir en estampida, rompiendo vallas, alambres de púas, burlando militares…