El populista mandatario, fiel a su política no quiso reconocer que familiares de v´citimas de esta tragedia exigen cuentas por lo ocurrido y el Ejecutivo dijo que se trató de provocadores enviados por la oposición
Entre gritos de “¡Justicia, justicia! Y ¡Muerte no, vida sí!” “¡Hoy fueron ellos, mañana podrán ser otros!”, decenas migrantes salieron al paso para impedir que avanzara la camioneta blanca en la que hizo su arribo a Ciudad Juárez el presidente populista Andrés Manuel López Obrador, quien no esperaba encontrar un recibimiento de esta índole, a cuatro de la tragedia que cobró la vida de 39 migrantes de varios países de centro y Suramérica que perecieron por un incendio en un albergue del Instituto Nacional de Migración (INM) en esta ciudad de Chihuahua, a la que asistió el mandatario pero donde trató de evitar cualquier contacto con familiares de las víctimas.
Antes de arribar al gimnasio del Colegio de Bachilleres de Ciudad Juárez, sitio donde López Obrador ansiaba llegar para darse un baño de pueblo para alimentar su ego, una multitud le salió al paso para exigirle trato digno para los migrantes.
Como es costumbre en el populista mandatario, no quiso escuchar los reclamos de los familiares de las víctimas de esta tragedia que enlutó a 39 familias de centro y Suramérica y como salida fácil, como es ya una característica de su retórica, dijo que quienes hacían estos reclamos eran provocadores enviados por la oposición del gobierno estatal.
Acorralado por las personas que impedían que avanzara la camioneta donde se resguardaba, ansiaba que llegaran en su auxilio grupos de simpatizantes acarreados, lo que al parecer fue escuchado, ya que en medio de esta tragedia comenzó a resonar por órdenes de asesores del propio mandatario la expresión de “es un honor estar con Obrador”, cántico reprobable en estos momentos cuando lo que se exige es justicia por la muerte de 39 personas, y no se trataba de ningún acto político o electoral, lo que etiqueta el nivel inhumano que ronda en la 4T.