Un texto de Eunice Cruz y Liliana Gómez (actualización de info aquí)
El primer intento serio de desmontar la Pequeña Haití, el campamento de migrantes que se instaló en la Plaza Giordano Bruno de la Colonia Juárez, quedó frustrado debido a que no llegaron nunca las camionetas que el gobierno de la Ciudad de México ofrecería para trasladar a estas personas.
Migrantes, principalmente haitianos y algunos venezolanos, conforman el campamento improvisado en la plaza Giordano Bruno, y pasarán otra noche a la intemperie luego de que la Secretaría de Inclusión y Bienestar Social (SIBISO) capitalina, probablemente a petición de la Secretaría de Gobernación federal, intentara armar el operativo de traslado que finalmente no se efectuó.
“Nos vinieron a preguntar si queríamos refugiarnos en un albergue, algunos aceptamos porque estamos cansados de dormir sobre cemento, pasando fríos y buscando un techo para cubrirnos de la lluvia, hay muchos niños que se han enfermado a causa del clima”, expresó un migrante.
Alrededor de las 4:30 de la tarde, mientras los migrantes esperaban las camionetas de SIBISO para llévalos al albergue, comenzaron a organizarse e hicieron una lista de las personas que sí se irían. Otros, muchos, rechazaron la propuesta por malas experiencias que en días anteriores tuvieron en el Centro de Asistencia e Integración Social (CAIS). Quienes ya conocen las condiciones de los albergues capitalinos, tienden a preferir quedarse en la Plaza Giordano Bruno.
Muchos migrantes se ha mantenido unidos desde que salieron de sus países, se cuidan entre sí, aceptan ayuda y donaciones de personas que les aportan cobijo y alimento, aseguran que no están cerrados a recibir apoyo, pero al llegar a los albergues se sienten inseguros al convivir con personas en franca situación de calle.
“La gente cree que buscamos lujos y no es así, pero llegamos a los albergues y hay gente que esta mal de sus facultades mentales y nos golpean, nos roban nuestras pertenencias; están en muy malas condiciones y preferimos quedarnos en el campamento porque sabemos que entre nosotros nos cuidamos, limpiamos el espacio y si alguno le falta alimento, le compartimos de lo que tenemos o de lo que la gente nos aporta”, comentó un haitiano.
Los migrantes exigen a la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados ser atendidos por un funcionario de la dependencia para obtener su pase humanitario, ya que las citas que les han programado son hasta mayo. “Donde voy a dormir es lo de menos, lo que necesito son los papeles”, resume uno de los migrantes que espera infructuosamente la llegada de las camionetas de SIBISO.
“Mientras esperamos nuestra cita hemos buscado trabajo, pero en todos lados nos piden documentación que no tenemos porque la COMAR retrasa nuestros tramites y mientras tenemos que dormir en la calle”, aseguró un venezolano, “los policías vienen y dicen que rentemos un hotel, pero no tenemos como pagarlo y es la solución que nos dan, nos discriminan y nos dicen que regresemos a nuestros países”.
Un grupo de nueve venezolanos buscó refugio en una casa de migrantes en Ecatepec, pero al llegar estaba clausurada, por lo que se acercaron a una iglesia que les ofreció pasar la noche ahí, sin embargo, un vecino notificó a las autoridades y a pesar de que las personas religiosas defendieron a los refugiados, fueron desalojados.
“Unas personas de muy buena fe nos ayudaron, un vecino llamó a la policía fueron a buscarnos, a las personas que nos ayudaron las acusaron de ser coyotes y a nosotros nos llamaron delincuentes, nos subieron a una patrulla y nos llevaron a un centro comercial, de ahí nos pasaron a otra patrulla y luego nos dejaron ir haciéndoles prometer que regresaríamos a nuestros países”.
Vecinos aledaños a la plaza Giordano Bruno también han amedrentado a los migrantes: “Ustedes no tienen nada que hacer aquí, váyanse a su país, sólo traen enfermedades”, les gritó una vecina mientras los afectados barrían la plaza y los niños de distintas nacionalidades jugaban y compartían comida.
No obstante, no todos los vecinos los ven con malos ojos. Algunos de vez en vez les lleva comida, cobijas, ropa y agua.
Las personas del campamento se turnan para hacer limpieza en el lugar, montan sus casas de campaña en la noche y las levantan por la mañana para tratar de no dar mala imagen, entre ellos han creado lazos de amistad, son los niños quienes ponen el ejemplo compartiendo su único alimento del día.
Tres hermanitos venezolanos recibieron hamburguesas, inmediatamente sus amiguitos haitianos quienes les han enseñado su idioma se acercaron a ellos, los hermanos sin pensarlo compartieron el alimento mientras platicaban experiencias que pasaron en los países por los que han cruzado: “A mí y a mi mamá casi nos lleva el rio”, “A nosotros nos quitaron nuestras cosas la policía cuando buscábamos donde dormir”, “ayer que llovió se humedecieron los cartones de la casa de campaña y teníamos mucho frio”, “aquí hace mucho frio y solo traigo este vestido”, decían entre ellos.
Pese a todas estas situaciones que han vivido los migrantes, el Gobierno Federal pidió la ayuda del Gobierno capitalino para que fueran llevados a albergues, sin embargo, el gobierno de la Ciudad de México no acudió al lugar.